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sábado, 8 de marzo de 2014

La Presencia de La Mujer en la Formación de La Historia del Perú



          


Maritza Rodríguez Casancho es parte de una coalición para la mujer indígena en el Perú y líder en su comunidad. A través de la Iglesia local, CRS trabaja con las comunidades indígenas para enseñarles sus derechos y la forma de negociar acuerdos con el fin de preservar sus tierras. Por medio de estos programas Maritza aprendió habilidades que ahora aplica en sus propios talleres de trabajo en grupo y discusiones colectivas. Foto por Alison Hospina/CRS



En el Perú por muchos años,  la mujer ha sido relegada a un segundo plano debido a prejuicios de género derivados desde tiempos inmemoriales.  Su papel, como madre, “psicóloga familiar”, sus múltiples tareas domésticas, y sobre todo, el
temor constante de no estar presente y contribuir plenamente al desarrollo mental y social de sus hijos, no le ha permitido participar más estrechamente en los quehaceres de su comunidad y de su país.
Sin embargo, debido a la apertura de los medios de comunicación y el acceso a las universidades y centros educativos, ellas han logrado desarrollar y mostrar más abiertamente sus potencialidades.

La  cultivada creencia de la supremacía del sexo masculino, está siendo suplantada hoy en día, cada vez más por la creencia de la  supremacía del ser humano en general.  Creemos que no importa el sexo, creencias o procedencia, mientras que estos se dirijan a la colaboración para la paz y bienestar mundial.

Dentro de este contexto analizaremos el desenvolvimiento e importancia de la mujer desde nuestras épocas ancestrales.
Ya desde las épocas previas al  Incanato, y durante este periodo, se puede ver la gran influencia que tuvo la presencia femenina en el desenvolvimiento del Imperio.
En todas las culturas agrícolas es importante notar que el concepto de divinidad estuvo asociado con lo femenino.  Las celebraciones más importantes no tienen que ver tanto con el Sol, sino con la Pachamama, que es la diosa de la tierra.  A ella se le adjudica el poder de la procreación y de la producción de alimentos vitales.  En ella comienza y termina el ciclo de la vida.  La semilla muere y renace en ella como vegetal.
La Mamaquilla (la luna) es la mujer del sol.  Ella es la encargada de regular los ciclos menstruales de la mujer y de propiciar la creación. Los costeños no adoraban al sol, sino a la luna y a las constelaciones.  A través de la luna se llevaba cuenta del paso del año, y los meses eran lunares.

En la cultura Mochica, existieron sacerdotisas que participaban en las ceremonias de sacrificios humanos.  Ellas tenían un rango muy alto y eran las encargadas directas de llevar las copas con la sangre de los guerreros vencidos y ofrecérselas a su Dios Supremo.  Este cargo era hereditario y el poder de ellas derivaba de su importante papel en las ceremonias y rituales que los Mochicas consideraban esenciales para su sociedad.  
En los últimos descubrimientos arqueológicos en la Huaca del Brujo y en Sicán, al norte de nuestro país, se ha determinado el rol de la mujer como líder de su pueblo y al frente de las huestes guerreras y conquistadoras de territorios.
Señora del Cao

Durante el Incanato vemos desde el momento de la creación del Imperio, la presencia de Mama Ocllo quien ayuda a su esposo Manco Cápac a fundar el Cuzco.
El hizo poblar el Hanan Cuzco mientras que ella se ocupa del Hurin Cuzco.
En los escritos de los Cronistas, se hace referencia a Mama Huaco, una de las esposas de los hermanos Ayar, como una mujer dominante y guerrera  que fue muy temida por los pueblos conquistados por los Incas.  Al respecto, la historiadora María Rostworowski, nos dice con respecto a la leyenda de los hermanos Ayar:  “El relato del cronista
Sarmiento de Gamboa (1572) da cuenta de Mama Huaco como la persona encargada de cumplir dicha misión, es decir, una mujer portadora de la vara
fundante, símbolo de un mandato divino, capaz de penetrar la tierra, o sea, de
representar una imagen femenina con atributos fálicos. Además, Mama Huaco es
mencionada como capitán de su propio ejército y uno de los cuatro jefes que
tomaron posesión del futuro Cusco”.
La Coyas o esposas del Inca juegan un papel fundamental en la continuación de la dinastía, ya que al ser hermanas del Inca (no se condenaba el incesto) e hijas del Sol, se garantizaba la pureza de la sangre y el sustento divino.  La Coya dirigía el Cusco en ausencia del Inca si este tenía que viajar.
Las acllas o escogidas jugaron un papel fundamental en la reciprocidad del Imperio, ya que ayudaron a los Incas a congraciarse con los curacas y señores vecinos. Es interesante observar que en el Imperio Incaico la mujer no tributaba porque se le reconoció el servicio que proporcionaba a la comunidad.
Durante la época de la Colonia, la mujer tuvo muy poca importancia y casi no fue reconocido su poder de participación en las decisiones en su comunidad.
Cuando surgieron las primeras inquietudes emancipadoras, aparece Micaela Bastidas en 1744.  Ella fue esposa de José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru) y luchó al lado de su marido en la tarea de recorrer los pueblos, tratando de ganar adeptos para la causa emancipadora.  Se rebelaron contra las injusticias en las minas y los abusos de los corregidores.  Movilizó a los insurgentes, les consiguió recursos económicos, y hay veces asumió el mando de la rebelión.  Cuando fracasó el movimiento, murió en manos del corregidor Areche.
Otras mujeres como Tomasa Tito Condemayta, Cecilia Túpac Amaru y Manuela Tito Condori, mueren también por la independencia.
Micaela Bastidas

Tomasa Tito Condemayta

El Destierro de Manuela Tito Condori


 Durante las guerras por la independencia, hubo mujeres, a las que se le llamó las “rabonas”, y que acompañaron a sus maridos, hijos y hermanos en las campañas.  Ellas les preparaban sus comidas, les daban primeros auxilios y hasta los ayudaban a cargar sus municiones.  Muchas veces participaron en las luchas.
La Rabona de Pancho Fierro

Durante las campañas por la Independencia, en Ayacucho, cabe destacar a la heroína María Parado de Bellido que prefiere morir antes de delatar el paradero del ejercito insurgente, entre los que estaba su esposo.
Tenemos literatas importantes como Amarilis y  la franco-peruana Flora Tristán.
Flora, hija de un Coronel peruano de la armada española y de una francesa, tiene la oportunidad de venir al Perú en 1843 a reclamar la herencia de su padre.  En medio de la guerra civil, tiene la oportunidad de ver las tremendas injusticias para con la clase obrera y la tremenda desigualdad social, y se convierte en  defensora de la justicia social.  Escribe un libro que se titula “Peregrinaciones de una Paria”, en donde describe la situación relegada de la mujer de su época.  La Inquisición, todavía existente, le quema su libro.

Es importante la participación de Clorinda Matto de Turner, quien habla sobra la problemática indígena y se pronuncia por una posición anticlerical sobre su época.  Un año después de su muerte, en  1910, se promulga la Ley 801, que permite el ingreso de las mujeres a las universidades.
El 7 de Setiembre de 1955, gracias a los esfuerzos de María Jesús Alvarado, se promulga la Ley 12391, que concede el derecho de voto a la mujer.
Durante la década de 1980 y los primeros años de 1990, surgen las famosas “rondas campesinas” o Comités de Defensa Civil en la Sierra Sur Central.  Los campesinos, con ayuda del Ejército, se agrupan en pequeños núcleos poblacionales y forman patrullas de vigilancia  con el objeto de defenderse de la violencia causada por el movimiento marxista-leninista-maoísta “Sendero Luminoso”.  Es importantísimo el rol que juega la mujer en estas organizaciones.  Ellas, armadas de palos y lanzas y hasta de rifles, combaten con los hombres, los ataques de los senderistas.  Al ausentarse sus esposos, ya sea secuestrados por los agresores para que obligadamente integren sus filas, o al emigrar a otros lugares para poder trabajar, la mujer asume el papel de encargada del sustento familiar, ya sea cultivando la tierra, cuidando a los niños, y posteriormente, haciéndose cargo directo del gobierno comunal.
Ronderas de la región Cajamarca defendiendo sus lagunas / Foto: Paola Aguilar

En el contexto de esa crisis económica y con la escalada de la violencia, los dirigentes populares crearon organizaciones de supervivencia como los clubes de madres y los comités de vasos de leche, que tenían por objeto proveer de una alimentación básica a su familiares y comunidades.
Es así, como esta vez, en Lima, destaca la presencia de una joven y gran mujer, María Elena Moyano, Alcaldesa de Villa el Salvador.  Ella se opone a los métodos violentos de Sendero Luminoso y aboga por una democracia y justicia social y por una autonomía  de las organizaciones comunales frente a los partidos políticos.  Como consecuencia, fue asesinada por Sendero el 15 de Febrero de 1992, a los 33 años.
En 1999 se normaliza la Ley de Cuotas, por la cual la ley exige que los partidos y organizaciones políticas que se presenten a las votaciones, integren en sus listas a un 25% de mujeres.
La participación de la mujer va cobrando cada vez más fuerza en los tiempos actuales, con su inclusión en el Congreso, Alcaldías y en todos los ámbitos universitarios y empresariales.
Marina Bustamante, fundadora de la reconocida fábrica textil Renzo Costa y premiada como una de las empresarias más exitosas del mundo en el 2011

La mujer hace y promueve nuestra historia y finalmente va saliendo de su relego.  La mujer de hoy hace política, tanto en su casa, educando a los futuros ciudadanos del mañana, e influyendo en las decisiones familiares, como en todos los ámbitos de poder decisivo de nuestra sociedad.

Alcaldesa de Lima: Susana VIllarán




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