Mañana es el Día de la Amistad (para los que ahora dicen que también quieren celebrarla aunque no tengan parejita), pero principalmente, es el Día de los Enamorados...Derrepente estabas en pensando llevar a tu pareja a un buen restaurant y tomarte unos ricos tragos y comerte una comida gourmet. ¿Pero no te has dado cuenta que si hasta el momento no tienes reservaciones,va a ser un poco dificil lograr tu objetivo? Además, si tienes hijos pequeños o de esos que hacen fiesta, ¿si te vas?... que miedo!!! Entonces se me ocurrió que porqué no te daba unas recetitas para que te quedes en casa, como alternativa romántica, y seas tú el o la chef de la noche. Así no tendrás remordimiento si tomas un poquito demás, si quieres una presita más de pollo o si postergas tu postrecito para después de la increible película que has alquilado para ver? Hasta, si te pasas de tragos, derrepente prendes tu equipo y te pones a bailar alguno de esos bailecitos pegados a los que antes se les decía: "cheek to cheek". Así que anímate, y hazme caso (yo si que no cocino...ya tengo mi reserva, jaja).
Esta vez te ofrezco de frente el "segundo" (entreé) y el postre. Si quieres haces una ensaladita simple, pero te vas a llenar mucho:
Canard a la Orange ( que no es otra cosa que un nombre francés sofisticado para el pato a la naranja) Esta receta es de la Sra. María Larco de Dogny (Junio de 1942.Revista del Bien del Hogar). Te paso la voz que no me gusta el pato...así que la hice con pollo. MMMMM!!!!
1 pato tierno y gordo o un "pollón"
un gengibre (kion) fresco; no veo porque no se pueda usar el polvo, si no tenemos otra cosa
6 naranjas
1/4 de litro de caldo de pollo
1 limón mediano
pimienta, sal, papel plateado
Se unta el pato con el gengibre rallado, sal y pimienta, y se le pone al horno. Cuando empieza a dorar se le rocía el jugo de naranja y media taza de té. Antes de que este completamente cocido, retírese del horno y dejando la fuente con el jugo, se le deshuesa( menos las piernas): Se le devuelve a la fuente con el jugo y se le incorpora otra media taza de jugo de naranja y el del limon, y se le cocina a fuego lento.
La cáscara de 1/4 de naranja y de medio limón, se cortan larguitas con una tijera y se pasan por agua hirviendo y se le ponen encima del pato. Acomodar en la fuente las presas de pato (hay gente que lo deshuesa, pero yo no he aprendido a hacerlo); a las extremidades, ponerle las patas envueltas en papel plateado. Se decora con rajas de naranja, alrededor.
Este pato o pollo maravillosos los acompañas con unos fideos o pasta de sabor igualmente indescriptible:
Tallarines a la Cavacelli (creo que se llaman así, pero si no me liga...lo que importa es el sabor)
En una sartén hechar aceite de oliva, y cuando estí caliente, se le hechan alrededor de 4 dientes de ajo machucados, una cucharadita de pepitas secas de aji o cualquier ají (más rico es con las pepitas secas), la ralladura de un limón, y los doras ligeramente. Le agregas: una taza de tomates cortados en cubos, una hoja de albahaca grande que envuelve unas hojas de hierbabuena y picada a lo ancho, un puñadito de piñones, y pasas (a las que has remojado por lo menos dos horas en agua caliente). Este sofrito lo dejas cocinar hasta que las pasas se inflen(si así fuera como desaparecen las arrugas, nos aplicaríamos compresas calientes...que mal estarían los cirujanos plasticos). Ya listo, le hechas una caja de una libra de spaghetti (tallarines, en idioma nuestro) y los mezclas bien con la salsa. Los tallarines los debes cocinar al dente...no tanto. Y voilá!!! Un riquísimo plato.
O lo sirves en fuente si es que tienes invitados (sólo te alcanzara para 4 a 8 personas: dependiendo si le doblas la cantidad de spaghetti) o sino, sirves tu presa de pata o pollo con su acompañante de pasta. ¡Te juro que se les removerán todos los tuétanos!
Postre? Derrepente unas bolitas de helados, o tartufo o cassata.
Pero si de verdad quieres ya engreirlo al colmo..te recomiendo una crema volteada. Facilísimo!
1 molde acaramelado (derretir una taza de azúcar, e inmediatamente untar un molde chico con esta miel; pero apúrate, porque si se te enfría...pero la puedes seguir derritiendo con cuidado).
1 lata de leche condensada
1 lata de leche evaporada
4 huevos
un chorro de esencia (de la de a verdad) de vainilla.
Bates con la batidora, o si te da flojera armarla, con un batidor de alambre ( te dolerá el brazo!) todos los ingredientes líquidos y los huevos. Hechas este preparado dentro del molde acaramelado y lo metes al horno sobre una fuente con agua que le llegue hasta la mitad de la altura del molde (baño maría, Bain marie) y cuando veas que se está dorando un poquito, le metes una cañita o la punta de un cuchillo, y si sale limpio...ya está. Pero déjalo enfriar. Es más rico.
Te deseo éxito en tu comida y me cuentas (¡pero dí que sí!) qué tal te fue. No seas mala honda. Te copias mis recetitas, hasta ahora secretas, y después te comes el comentario! No pués!!
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sábado, 13 de febrero de 2010
jueves, 11 de febrero de 2010
Drug Lords vs. Chocolate: From Coca to Cacao in Peru
Drug Lords vs. Chocolate: From Coca to Cacao in Peru This is a story about crop replacement in Peru.
El Seminarista de los Ojos Negros
Esta es una poesía bastante bonita...por lo menos para mí. ¿Qué opinan?
EL SEMINARISTA DE LOS OJOS NEGROS
Desde la ventana de un casucho viejo abierta en verano, cerrada en invierno por vidrios verdosos y plomos espesos, una salmantina de rubio cabello y ojos que parecen pedazos de cielo, mientas la costura mezcla con el rezo, ve todas las tardes pasar en silencio los seminaristas que van de paseo.
Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo, marchan en dos filas pausados y austeros, sin más nota alegre sobre el traje negro que la beca roja que ciñe su cuello, y que por la espalda casi roza el suelo.
Un seminarista, entre todos ellos, marcha siempre erguido, con aire resuelto. La negra sotana dibuja su cuerpo gallardo y airoso, flexible y esbelto. Él, solo a hurtadillas y con el recelo de que sus miradas observen los clérigos, desde que en la calle vislumbra a lo lejos a la salmantina de rubio cabello la mira muy fijo, con mirar intenso. Y siempre que pasa le deja el recuerdo de aquella mirada de sus ojos negros. Monótono y tardo va pasando el tiempo y muere el estío y el otoño luego, y vienen las tardes plomizas de invierno.
Desde la ventana del casucho viejo siempre sola y triste; rezando y cosiendo una salmantina de rubio cabello ve todas las tardes pasar en silencio los seminaristas que van de paseo.
Pero no ve a todos: ve solo a uno de ellos, su seminarista de los ojos negros; cada vez que pasa gallardo y esbelto, observa la niña que pide aquel cuerpo marciales arreos.
Cuando en ella fija sus ojos abiertos con vivas y audaces miradas de fuego, parece decirla: —¡Te quiero!, ¡te quiero!, ¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo! ¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero! A la niña entonces se le oprime el pecho, la labor suspende y olvida los rezos, y ya vive sólo en su pensamiento el seminarista de los ojos negros.
En una lluviosa mañana de inverno la niña que alegre saltaba del lecho, oyó tristes cánticos y fúnebres rezos; por la angosta calle pasaba un entierro.
Un seminarista sin duda era el muerto; pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro, con la beca roja por cima cubierto, y sobre la beca, el bonete negro. Con sus voces roncas cantaban los clérigos los seminaristas iban en silencio siempre en dos filas hacia el cementerio como por las tardes al ir de paseo.
La niña angustiada miraba el cortejo los conoce a todos a fuerza de verlos... tan sólo, tan sólo faltaba entre ellos... el seminarista de los ojos negros.
Corriendo los años, pasó mucho tiempo... y allá en la ventana del casucho viejo, una pobre anciana de blancos cabellos, con la tez rugosa y encorvado el cuerpo, mientras la costura mezcla con el rezo, ve todas las tardes pasar en silencio los seminaristas que van de paseo.
La labor suspende, los mira, y al verlos sus ojos azules ya tristes y muertos vierten silenciosas lágrimas de hielo.
Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo del seminarista de los ojos negros...
Miguel Ramos Carrión
EL SEMINARISTA DE LOS OJOS NEGROS
Desde la ventana de un casucho viejo abierta en verano, cerrada en invierno por vidrios verdosos y plomos espesos, una salmantina de rubio cabello y ojos que parecen pedazos de cielo, mientas la costura mezcla con el rezo, ve todas las tardes pasar en silencio los seminaristas que van de paseo.
Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo, marchan en dos filas pausados y austeros, sin más nota alegre sobre el traje negro que la beca roja que ciñe su cuello, y que por la espalda casi roza el suelo.
Un seminarista, entre todos ellos, marcha siempre erguido, con aire resuelto. La negra sotana dibuja su cuerpo gallardo y airoso, flexible y esbelto. Él, solo a hurtadillas y con el recelo de que sus miradas observen los clérigos, desde que en la calle vislumbra a lo lejos a la salmantina de rubio cabello la mira muy fijo, con mirar intenso. Y siempre que pasa le deja el recuerdo de aquella mirada de sus ojos negros. Monótono y tardo va pasando el tiempo y muere el estío y el otoño luego, y vienen las tardes plomizas de invierno.
Desde la ventana del casucho viejo siempre sola y triste; rezando y cosiendo una salmantina de rubio cabello ve todas las tardes pasar en silencio los seminaristas que van de paseo.
Pero no ve a todos: ve solo a uno de ellos, su seminarista de los ojos negros; cada vez que pasa gallardo y esbelto, observa la niña que pide aquel cuerpo marciales arreos.
Cuando en ella fija sus ojos abiertos con vivas y audaces miradas de fuego, parece decirla: —¡Te quiero!, ¡te quiero!, ¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo! ¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero! A la niña entonces se le oprime el pecho, la labor suspende y olvida los rezos, y ya vive sólo en su pensamiento el seminarista de los ojos negros.
En una lluviosa mañana de inverno la niña que alegre saltaba del lecho, oyó tristes cánticos y fúnebres rezos; por la angosta calle pasaba un entierro.
Un seminarista sin duda era el muerto; pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro, con la beca roja por cima cubierto, y sobre la beca, el bonete negro. Con sus voces roncas cantaban los clérigos los seminaristas iban en silencio siempre en dos filas hacia el cementerio como por las tardes al ir de paseo.
La niña angustiada miraba el cortejo los conoce a todos a fuerza de verlos... tan sólo, tan sólo faltaba entre ellos... el seminarista de los ojos negros.
Corriendo los años, pasó mucho tiempo... y allá en la ventana del casucho viejo, una pobre anciana de blancos cabellos, con la tez rugosa y encorvado el cuerpo, mientras la costura mezcla con el rezo, ve todas las tardes pasar en silencio los seminaristas que van de paseo.
La labor suspende, los mira, y al verlos sus ojos azules ya tristes y muertos vierten silenciosas lágrimas de hielo.
Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo del seminarista de los ojos negros...
Miguel Ramos Carrión
martes, 9 de febrero de 2010
REIR LLORANDO
A Doña Hortensia Paz Soldán, como a la mayor parte de las señoras de la época de principios del siglo XX, les gustaba copiar poesías, la mayor parte lloronas y de encendida pasion. Sin embargo, en un cuadernito, escrito con la mejor de sus letras, encontré esta poesía que me movió las fibras y la transcribo para su deleite:
Viendo a Garrik, actor de Inglaterra, el pueblo al aplaudirlo le decía: "Eres el más gracioso de la tierra y más feliz..." Y el cómico reía.
Víctimas del "spleen" (melancolía o mal humor) los altos lores, en sus noches más negras y pesadas, iban a ver al rey de los actores, y cambiaban su "spleen"en carcajadas.
Una vez, ante un médico famoso llegose un hombre de mirar sombrío. "Sufro, le dijo, un mal tan espantoso como esta palidez del rostro mío".
"Nada me causa encanto ni atractivo:no me importan mi nombre ni mi suerte". En un eterno "spleen" muriendo vivo. Y es mi unica pasión la de la muerte".
Viajad y os distraereis..
"Tánto he viajado!"
Las letras buscad. "Tánto he leido!
Que os ame una mujer. "Si soy amado!"
Un título adquirid! "Noble he nacido!"
Pobre sereis quizás? "Tengo riquezas!"
De lisonjas gustais? "Tántas escucho!"
Que teneis de familia? "Mis tristezas"
Vais a los cementerios? "Mucho...mucho"
De vuestra vida actual teneis testigos?
"Si, pero no dejo que me impongan yugos. Yo los llamo a los muertos mis amigos; yo los llamo a los vivos mis verdugos".
Me deja perplejo vuestro mal, agrega el médico. No debe acobardaros.
Tomad hoy por receta este consejo: Sólo viendo a Garrik podreis curaros.
"A Garrik?"
Sí, a Garrik...La más remisa y austera sociedad le busca ansiosa;
Todo aquel que le ve muere de risa. Tiene una gracia artística asombrosa!
"Y a mí me hará reir?"
Sí, sí os lo juro. El sí; nada más él! Mas que os inquieta?
"Así, dijo el enfermo, no me curo: Yo soy Garrik...cambiádme la receta!!
Cuántos hay que cansados de la vida, enfermos de pesar, muertos de tedio, hacen reir como el actor suicida; sin encontrar para su mal remedio.
Ay! Cuántas veces al reir se llora! Nadie en lo alegre de la risa se fie, porque en los seres que el dolor devora, el alma llora cuando el rostro ríe!
Si se muere la fe, si huye la calma, si solo abrojos nuestras plantas pisan, lanza a la faz la tempestad del alma un relampago triste:la sonrisa.
El carnaval del mundo engaña tanto, que las vidas son breves mascaradas (fiestas de disfraces).
Que aprendemos a reir con llanto y tambien a llorar con carcajadas.
Viendo a Garrik, actor de Inglaterra, el pueblo al aplaudirlo le decía: "Eres el más gracioso de la tierra y más feliz..." Y el cómico reía.
Víctimas del "spleen" (melancolía o mal humor) los altos lores, en sus noches más negras y pesadas, iban a ver al rey de los actores, y cambiaban su "spleen"en carcajadas.
Una vez, ante un médico famoso llegose un hombre de mirar sombrío. "Sufro, le dijo, un mal tan espantoso como esta palidez del rostro mío".
"Nada me causa encanto ni atractivo:no me importan mi nombre ni mi suerte". En un eterno "spleen" muriendo vivo. Y es mi unica pasión la de la muerte".
Viajad y os distraereis..
"Tánto he viajado!"
Las letras buscad. "Tánto he leido!
Que os ame una mujer. "Si soy amado!"
Un título adquirid! "Noble he nacido!"
Pobre sereis quizás? "Tengo riquezas!"
De lisonjas gustais? "Tántas escucho!"
Que teneis de familia? "Mis tristezas"
Vais a los cementerios? "Mucho...mucho"
De vuestra vida actual teneis testigos?
"Si, pero no dejo que me impongan yugos. Yo los llamo a los muertos mis amigos; yo los llamo a los vivos mis verdugos".
Me deja perplejo vuestro mal, agrega el médico. No debe acobardaros.
Tomad hoy por receta este consejo: Sólo viendo a Garrik podreis curaros.
"A Garrik?"
Sí, a Garrik...La más remisa y austera sociedad le busca ansiosa;
Todo aquel que le ve muere de risa. Tiene una gracia artística asombrosa!
"Y a mí me hará reir?"
Sí, sí os lo juro. El sí; nada más él! Mas que os inquieta?
"Así, dijo el enfermo, no me curo: Yo soy Garrik...cambiádme la receta!!
Cuántos hay que cansados de la vida, enfermos de pesar, muertos de tedio, hacen reir como el actor suicida; sin encontrar para su mal remedio.
Ay! Cuántas veces al reir se llora! Nadie en lo alegre de la risa se fie, porque en los seres que el dolor devora, el alma llora cuando el rostro ríe!
Si se muere la fe, si huye la calma, si solo abrojos nuestras plantas pisan, lanza a la faz la tempestad del alma un relampago triste:la sonrisa.
El carnaval del mundo engaña tanto, que las vidas son breves mascaradas (fiestas de disfraces).
Que aprendemos a reir con llanto y tambien a llorar con carcajadas.