DE AFRICA LLEGO MI ABUELA VESTIDA DE CARACOLES…”
Cuando las sociedades del mundo crean asentamientos permanentes alrededor de la agricultura, y se hace necesario el reclutamiento de mano de obra para el cumplimiento de las labores arduas, surge el concepto del dominio del más débil por grupos vencedores, y surge el concepto de la esclavitud. En Roma, Egipto y Grecia ya se habla de la existencia de esclavos que son capturados a través de guerras de conquista o que cumplen condenas por delitos cometidos o que se venden a sí mismos o a sus familiares por deudas contraídas. Ellos son utilizados en los trabajos agrícolas, en los de explotación de minas, en la edificación de sus templos y ciudades y para las luchas de gladiadores en los circos romanos. Surgen muchas justificaciones para acallar las conciencias de estos reducidores, como son los estudios de la Biblia que sindican a la raza negra como inferior, por ser descendientes de Cam, maldecido como pecador y condenado a la esclavitud por designio divino, al burlarse de su padre ebrio, Noe, delante de sus hermanos. Los estudios evolutivos como el de la comparación de los diversos ángulos faciales del ser humano, en los que el de la raza negra se considera inferior al de la raza caucásica (Camper, 1791) creen verificar estas ideas, también.
Entre los siglos VII y XVI África atravesaba por un periodo de desarrollo económico, social y político próspero. Estaba dividido en varios reinos y estados, que tenían contacto constante entre ellos y con el mundo árabe. Sus súbditos estaban vinculados al monarca a través de relaciones familiares de tipo feudal. Durante el siglo XV, al entrar Europa en un período de expansión económica y geográfica con la búsqueda de nuevas rutas comerciales que boicotearan a los intermediarios árabes en la importación de especias y de otros productos suntuarios, se establece el primer contacto con el continente Africano.
Los portugueses son los primeros en establecer el comercio de oro, marfil, pieles, maderas y de esclavos, desde el continente africano hacia Europa. Esto contribuyo a la desintegración de la estructura social y de gobierno de los estados africanos. Muchos habitantes despoblaron regiones contiguas a los puertos de tráfico de esclavos y su economía se distorsiono. Se abandonó la producción artesanal y de comercio interregional, para concentrarse en el tráfico de esclavos. Los jefes africanos, obnubilados por las prometedoras ganancias, actuaron como intermediarios en la consecución de esclavos para los invasores. Así comienza la lucha entre reinos, la captura de esclavos de guerra, la sustracción masiva de la población joven y de las mujeres en estado de procrear y la consecuente desintegración de su aparato productivo.
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Mercado de Esclavos del Siglo XIII en Yemen |
Con el Descubrimiento y Conquista de América, y la necesidad de obtener mano de obra barata y de buena resistencia físico para las labores agrícolas y extractivas en las colonias creadas, se intensifica el tráfico de esclavos. A fines del siglo XIX, África es ocupada y colonizada por los europeos, y sus cultivos y extracción de minerales pasan a ser monopolio de los invasores. Así comienza la hambruna en ese lugar del mundo.
El monopolio del tráfico esclavista por los portugueses fue derrocado a través de los años, por la interferencia de los ingleses, españoles, franceses y árabes. Se crea el llamado “comercio triangular” entre América, África y Europa por medio del cual se ligan comercialmente los tres continentes. Los europeos proporcionan a África artículos como armas, bebidas alcohólicas, vestimentas y otros objetos de escaso valor, y obtienen a cambio de ello, oro, pieles, goma, marfil, y sobretodo, esclavos. En América, los esclavos son intercambiados por azúcar, algodón, tabaco, café, madera, oro, plata y otros metales preciosos, que los negreros venden en Europa.
A partir del siglo XVII, el tráfico de esclavos fue ejercido por grandes compañías que fueron responsables del despoblamiento de regiones enteras. Según el historiador Augusto Buonicore, “Entre 1510 y 1860, más de 10 millones de seres humanos fueron transportados como esclavos hacia América. Más de dos millones murieron a bordo de los navíos negreros (“tumbeiros” o ataúdes). Se calcula que además, mas de 8 millones de personas murieron entre el lugar del interior en que habían sido hechas prisioneras y el mercado de esclavos en las costas africanas”. Se decía que para aliviar la carga en las travesías, se echaban a la mar cargas humanas. El tráfico de esclavos trajo el estancamiento de la economía africana y se prolongó por 458 anos desde sus inicios en 1444.
La Esclavitud en el Perú:
El primer esclavo negro que llego al Perú, según el cronista Pedro Cieza de León, lo hizo en el segundo viaje de reconocimiento de Pizarro. Dice que al ver los indios al negro, se quedaron espantados y lo hicieron lavarse varias veces para ver si sólo era pintado. Dice que más sorprendidos quedaban al verlo reír y ver el contraste con sus dientes blancos; y tan curiosos andaban mirándolo, que no lo dejaban comer.
Al iniciarse la colonia, y debido a la disminución de la mano de obra indígena debido a la mortandad causada por las enfermedades traídas por los españoles, así como por la poca adaptación ambiental de los indios a los trabajos en la costa, se requirió la importación de esclavos africanos para las labores agrícolas y de extracción de minerales, tan en demanda en Europa. Según Buckholder y Johnson, tan importante fue la mano de obra negra, que Pizarro aseguro el permiso de importar 50 esclavos al Perú como parte de su arreglos de Pre-conquista con la Corona.
La mayor parte vino para trabajar en las plantaciones de azúcar y algodón de la Costa, y se establecieron en ciudades como Chincha, Chimbote, Callao, Ica, Piura, Trujillo, Chiclayo y La Libertad. Nicomedes Santa Cruz, un estudioso de la cultura negra de sus ancestros, ha estudiado mucho los orígenes de aquella y dice que aquellos venían de Guinea, Congo, Angola, Camerún Y Senegal. Al negro africano puro se le conocía como “negro bozal”, en el Perú colonial.
Transcribo aquí, dos estrofas de la décima Ritmos Negros del Perú de Don Nicomedes, que fue la que inspiró el título de este artículo:
De África llegó mi abuela
vestida con caracoles,
la trajeron lo´epañoles
en un barco carabela.
La marcaron con candela,
la carimba fue su cruz.
Y en América del Sur
al golpe de sus dolores
dieron los negros tambores
ritmos de la esclavitud
Por una moneda sola
la revendieron en Lima
y en la Hacienda “La Molina”
sirvió a la gente española.
Con otros negros de Angola
ganaron por sus faenas
zancudos para sus venas
para dormir duro suelo
y naíta´e consuelo
contra amarguras y penas...
En la plantación de caña
nació el triste socabón,
en el trapiche de ron
el negro cantó la zaña.
El machete y la guadaña
curtió sus manos morenas;
y los indios con sus quenas
y el negro con tamborete
cantaron su triste suerte
al compás de las cadenas.
Murieron los negros viejos
pero entre la caña seca
se escucha su zamacueca
y el panalivio muy lejos.
Y se escuchan los festejos
que cantó en su juventud.
De Cañete a Tombuctú,
de Chancay a Mozambique
llevan sus claros repiques
ritmos negros del Perú.
Los esclavos no fueron reconocidos como vasallos del rey y eran considerados como objeto de venta, trueque u obsequio. Eran llamados “piezas de ébano”. También fueron utilizados en el servicio domestico; donde el trato era mas suave. Según Basadre, la esclavitud llego a América por tres sistemas: el de las licencias o permisos dados aisladamente por el rey: entre 1493 y 1595. El de los asientos o entrega de la trata a una compañía que ejerció el monopolio para el suministro de esclavos en gran escala: entre 1595 y 1789. El del libre trafico, entre 1789 y 1813, en el que cualquiera podía ejercer dicho comercio.
El esclavo podía ser libertado por su amo o porque la ley así lo obligaba. Muchos esclavos compraban su libertad con los ahorros que acumulaban de trabajos extras que hacían por permiso de sus amos, como vendedores ambulantes, o a través de donaciones hechas por patrocinadores o familiares. Los hijos de padres africanos y de madres indias, así como los mulatos, hijos de padres españoles, eran automáticamente liberados.
Dice Basadre que en el censo de 1795 del Virreinato del Perú, se registraron 1’076, 152 habitantes, de los cuales 40,336 eran esclavos. Entre 1779 y 1810 ingresaron anualmente, por Buenos Aires y Chile, 1,500 africanos. En la ciudad de Lima, 45% de los habitantes de la capital en 1790 eran negros o de ascendencia africana. A fines del siglo XVIII los negros libertos superaban ligeramente a los esclavos.
Los esclavos de la ciudad vivían en las casa de sus amos o en callejones vecinos a aquellas. Surgieron las cofradías o asociaciones de esclavos, donde se reunían a venerar a sus santos y a realizar colectas para la celebración de sus fiestas o para la ayuda de sus miembros. Fue en aquellos lugares de reunión, que ellos expresaron a través de sus cantos y bailes, toda la amargura de su presionada vida, así como el recuerdo de sus lugares de origen. Fue en las “rancherías” de las haciendas y en los callejones de las ciudades, donde surge el folklore negro peruano; con su música inigualable, expresada en sus cantos y bailes. Surgen la Zamacueca (precursora de La Marinera; aunque no lo crea ute’, señor), el Landó, el Festejo, los Aguenieves, el Panalivio y los Pregones; reminiscencias de “un pasado mejor”. Se mezclan en ellos, también, las creencias mágico –religiosas traídas por los esclavos, con las de la religión cristiana. Se inicia el culto a santos que poseen características físicas familiares, como el culto al Señor de los Milagros en Lima y a la Virgen del Carmen, en Chincha.
Hubo muchos caso de cimarronaje o fuga de esclavos, los cuales se refugiaban en “palenques” o centros poblados por negros fugitivos. Uno de los más importantes fue el palenque de Huachipa. Como lo esclavos eran considerados mercancía, su fuga representaba una pérdida de dinero. En los avisos que se publicaban en El Comercio en 1850, se detallan características físicas de los huidos y se ofrecen recompensas por su captura, así como amenazan a los que los protejan. Llamaba la atención la gran cantidad de niños que se escapaban. Los esclavos que eran recuperados, eran devueltos a sus dueños, que los reconocían por sus marcas en sus espaldas, y eran castigados en formas muchas veces bárbaras, por los negros “mogollones”. Muchos esclavos adoptaron el apellido de sus dueños y trataron de imitarlos hasta tal punto, que en 1667 se dio un edicto por el cual ninguna mulata, negra o zamba liberta o esclava, podía usar vestidos de seda o adornos de oro o plata.
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cimarrón |
La mayor parte de los esclavos libertos y los mestizos negros permanecieron en la más baja escala socio-económica del país. Muchos se dedicaron a las labores artesanales y pertenecieron a gremios de distribución de servicios a la comunidad. Al llegar el siglo XVIII, hubo algunos que lograron tener acceso a las universidades, a pesar de las discriminaciones de la época, y estudiaron profesiones como médicos o abogados., y hasta accedieron a puestos públicos. Sin embargo, las clases altas, temerosas de ser opacadas económicamente por la emergencia de las clases bajas, los criticaron y estereotiparon la raza negra como sinónimo de ineptitud e ignorancia. Así, por ejemplo, el literato Juan del Valle Caviedes, llama a Utrillo, un médico negro de su época: “Celebre Doctor Budín Negro, Inspector de Chimeneas, Doctor de Cámara Oscura, del Rey Congo de Guinea”.
Durante la época de la Independencia, muchos esclavos escaparon de las haciendas y se enlistaron en las filas patriotas; aquellos que se distinguieron y sirvieron durante un año, fueron liberados. Según Jean Pierre Tardeau, en su libro “El Decreto de Huamanga”, el negro Ildefonso, esclavo de Chincha, fue el primer héroe de la independencia del Perú, al no querer entregarse a los españoles y preferir la muerte antes de obedecerles de nuevo.
A pesar de que la Constitución de 1823 abolió la esclavitud, ésta fue restaurada por la Constitución Bolivariana de 1826 que estipulaba que no era conveniente dañar a la única mano de obra existente en las haciendas de la costa; especialmente en momentos de la crisis azucarera. El proceso de abolición de la esclavitud duró muchos años, en los que se presentaron mociones que siempre fueron favorables a los intereses terratenientes. En el curso de la historia se dieron algunas modificaciones que mejoraron las condiciones de vida de la población esclava en lo que se refiere a jornales de trabajo, alimentación y vestimenta de aquellos. A pesar de los intentos a nivel mundial para erradicar el terrible tráfico de esclavos, el Perú emitió leyes favorables a su situación económica, las cuales autorizaron traer a esclavos que ya se encontraban en el continente americano. En 1851, Alfonso Gonzáles Pinillo, propietario de dos haciendas en Trujillo, da libertad a 130 esclavos, y con ello sienta la base precursora para la abolición de la esclavitud en el Perú.
En 1854, como consecuencia de las luchas antiesclavistas y de las rebeliones de los esclavos, durante el gobierno de Don Ramón Castilla, se declaró la abolición de la esclavitud. Sin embargo, los dueños fueron indemnizados con 300 pesos por cabeza, sin considerar sexo ni edad. Esto fue considerado un grave peso al erario nacional.
"Que viva mi papá,
que viva mi mamá,
que viva Ramón Castilla
que nos dio la liberta"
Después de la manumisión, el número de esclavos disminuyó en el país, como consecuencia del mestizaje. Al abolirse la esclavitud, muchos permanecieron en sus mismos lugares de trabajo, pues se encontraban desorientados con la nueva vida que tenían y con el desprecio que les demostraba la sociedad en la que estaban insertos. Muchos se fueron a vivir con los cimarrones y esclavos libertos, y otros se refugiaron en la criminalidad. A pesar de haberse erradicado la esclavitud, continuaron muchos casos de relaciones esclavistas en las haciendas,; las que se extendieron hasta la época de la Guerra del Pacifico, dando paso a muchas rebeliones y asesinatos.
Hoy en día viven más de un millón de afros peruanos en el Perú, todos descendientes de los esclavos que llegaron de África y concentrados principalmente en la Costa Central Sur. Con su entusiasmo, música sin igual y completa integración a la cultura peruana, cuentan con personajes ilustres en todos los campos de la vida nacional. Para nombrar algunos: En la literatura, con Don Nicomedes Santa Cruz; la folklorista Victoria Santa Cruz y el primer torero negro del mundo, Rafael Santa Cruz. En el campo de la canción Criolla, tenemos a Eva Ayllón, Susana Baca, a la inmortal Lucha Reyes, al “Zambo” Cavero y otros. El fútbol peruano tiene también, grandes exponentes como el “Nene” Cubillas y otros.