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sábado, 25 de mayo de 2013

Personajes Tradicionales de una Lima y sus Recuerdos



“Sabed que no hay nada más poderoso, más elevado, más sutil que un buen recuerdo de la infancia: el hombre que logra reunir muchos, está salvado para toda su vida
“…pero uno sólo basta.”
FEDOR DOSTOIEVSKI


Según Don Ricardo Palma, nuestro célebre tradicionista:
“Lima ha ganado en civilización; pero se ha despoetizado, y día a día
pierde todo lo que de original y típico hubo en sus costumbres. Yo he
alcanzado esos tiempos en los que parece que, en Lima, la ocupación
de vecinos hubiera sido tener en continuo ejercicio los molinos de la
masticación llamados dientes y muelas."

Cuando yo era chica, habían una serie de comerciantes que vendían alguna mercancía especial o prestaban ciertos servicios. 
Ahora con la automatización y la producción en serie y con los adelantos tecnológicos, muchos de  estos han desaparecido, y de paso le han quitado el encanto de los viejos tiempos.  

En estas líneas intentaré hacer un recuento de los más representativos:

El Barquillero:





A la entrada de los cines, de cualquier espectáculo público, a la salida de los colegios o por las tiendas comerciales, se apostaban estos vendedores o vendedoras con sus grandes canastas, donde  no faltaban las canchitas, los maníes confitados y estos largos cucuruchos de una pasta crocante que se rompía al tacto; todos envueltos en sus bolsitas de papel manteca...los famosos barquillos.  Era una delicia comerlos metiendo los dedos en el orificio inferior y meterlos a nuestra boca, mientras sentíamos cómo los hacíamos crujir al mascarlos y cómo se deshacían suavemente al contacto de nuestra saliva, dejando un dulzor disimulado en nuestras papilas gustativas: Un barquillo para cada dedo!
Hace poco andaba averiguando los orígenes de estas delicadas galleticas, y parece que son de procedencia manchega...españoles; ellos nos trajeron esa tradición al Perú.  Los primeros que los confeccionaron fueron los panaderos, como un dulce especial que perfeccionaron en sus panaderías.  Son hechos de harina sin levadura, miel y canela y se hacen con moldes especiales en forma de canutos.  Se dice que su nombre deriva de la forma anterior en la que eran hechos; en forma convexa, parecida a pequeños barcos.  Hasta el día de hoy, también se les llama barquillos a esos recipientes de galleta con una masa un poco más gruesa, y en los que se sirven los helados que encantan en los veranos fuertes.  Estos se comían en las cortes y en las casas de las gentes de clases altas,acompañados de un buen vaso de vino.  Posteriormente, asumieron la tarea de confeccionarlos, las monjas de los monasterios; de donde probablemente se hicieron conocidos en los conventos coloniales de América. Y por supuesto, el sabor de ellos fue siendo perfeccionado más y más.  Este oficio fue emprendido luego por los famosos barquilleros que salían cargando sus latas y gritando: "Barquillo, Barquillo, Barquillo, Ricos Barquillos!"., y los vendían hasta en las "playas públicas de Lima".  
Aunque más bonito es el pregón tan particular de Don Chungaleta, un barquillero español:  Al rico barquillo de canela para el nene y la nena, son coco y valen poco, son de menta y alimentan, de vainilla  ¡que maravilla!, y de limón que ricos, que ricos , que ricos que son!  
Esto nos hace pensar que allá por España los vendían rellenos de algún dulce rico.  Y esos que venden allá por la Plaza del Retiro o en la Plaza Mayor en Madrid, sobretodo en ocasiones de fiestas, hasta son bañados en chocolate. 
Hoy en día todavía se siguen vendiendo en las plazas del centro de Lima y durante el verano, en las playas.  Don Ricardo Palma en sus Tradiciones Peruanas sobre los Pregones de Lima, señala que a las 8 de la noche pasaban puntualmente el heladero y el barquillero.

El Mono del Organillero:




Cuando éramos niños, siempre pasaba por la puerta de nuestras casas, el organillero con su mono vestido de militar en colores brillantes...amarillo y rojo u otros vestidos o colores.  El hombre llevaba un parador de madera sobre el que posaba el organillo que era una caja alargada, también de madera, con una manivela al costado y con una puertita superior de donde salía el mono a sacar de un cajoncito , un papelito con la suerte del comprador.   Le daba vueltas y vueltas a la manivela, y de la caja salía una melodía encantadora y conocida, mientras el mono bailaba, daba la mano a los niños y entregaba el papelito a los parroquianos.  Esa costumbre ya casi está perdida, pero todavía trae agradables sonrisas al recordar su paso alegrando y dándole un pincelazo festivo a las calles por donde pasaba cargando su organillo sobre su espalda, sosteniéndolo con grandes correas de cuero.

El Heladero:  


El Heladero de Dónofrio: pintura de Hugo Orezzoli


Ya en las épocas pre-colombinas, en el Perú, el hielo era usado para enfriar algunos alimentos y en ceremonias religiosas. Pero el helado, como postre refrescante, existe desde la época de la colonia en el Perú; aunque el uso de hielo fue muy restringido a las clases sociales con mayor poder adquisitivo, ya que la Corona creó el famoso Estanco de la Nieve, que en Lima se estableció en 1634, con el fin de generar una renta importante de parte de las colonias.  Se estableció una mita o trabajo forzado para los indígenas, que consistía en el corte de la nieve y su acarreo en lomo de mulas, desde los nevados de Antapampa en la Cordillera de Huarochirí hasta los “puestos de la nieve” en Quilcamachay, Punapampa y Huachipa, para abastecer la demanda de la ciudad de Lima. A estos mitayos se les pagaba cuatro reales por día de trabajo. 
Ya más adelante, con la liberación de los estancos, lograda ya la independencia en el siglo XIX, la producción de helados se hizo más popular, según crecía también la población (fuente: Carlos Carcelén Reluz. Historia y Medio ambiente: Comercio de Nieve en Lima colonial)   Por ese entonces se hicieron populares algunas creencias de que las bebidas frías podían ser muy saludables.
Don Ricardo Palma en sus Tradiciones Peruanas nos cuenta que a las 8 de la noche pasaba el heladero por las calles de Lima;  y Manuel Atanasio Fuentes, otro tradicionista, nos dice que en 1860, los primeros vendedores que aparecían en las mañanas, eran los heladeros, las tisaneras y los bizcocheros... y que los heladeros gritaban:  "Eh riqui piñi (helados ricos de piña) y de leeist (y de leche)!".
Pero estos helados eran de hielo raspado o raspadilla o de nieve, endulzada al principio con la famosa vainilla mexicana o con dulces de frutas. El hielo se traía de las cumbres congeladas o de la nieve que caía (por eso se les llamaba "nieves") y lo almacenaban en heladeras o cajas de madera forradas con metal  donde se ponían estos grandes bloques y se les cubría con sal y paja para demorar su disolución (por un proceso físico, al echar sal a los bloques de hielo, se impedía que se derrita). 
Es interesante hacer un aparte aquí, para decir que más adelante, con la invención de la electricidad para la iluminación, y la refrigeración, la fabricación de hielo tuvo toda una evolución.  En provincias, todavía los viejos, viejísimos con capacidad de recuerdo, se acuerdan de que los "chupetes"o helados de hielo raspado endulzados con frutas, eran vendidos en recipientes forrados de metal, que contenían al medio, un bloque de hielo bañado en sal, y estos  se guardaban en unas ranuras hechas alrededor de él.  
Dicen que el helado era invento chino, que luego los italianos, debido al comercio con ellos por años, llegaron a conocerlo, y lo importaron a Italia. 
Dicen que Catalina de Medicis, al casarse con Enrique II allá por los años 1563, llevó  a su repostero florentino y sus recetas de helados y popularizó los helados en Francia e Italia.  
Dicen que la primera nevería, de la historia, el Café Procope, la fundó Francisco Coltelli de Procope en Paris, en el año 1660.
A comienzos del siglo XX, en Lima, se creó la primera fábrica institucionalizada de helados que fue fundada por el italiano don Pedro Dónofrio, quien construyó un imperio familiar, que luego se extendió aún más con su creación de la fábrica de chocolates, caramelos, galletas y panetones de fórmula italiana. Quién no recuerda las famosas carretillas de helados Dónofrio y al heladero con su corneta anunciando su llegada?  No faltaban las esquinas adonde éste se apostaba  con su carretilla amarilla...los famosos Bombones Princesa, los Jets, los chupetes de agua y las diferentes variedades novedosas de helados que fueron presentándose a través de los años, contribuyeron más y más a su fama.  
Hoy en día pululan por Lima diversas carretillas, también de otras fábricas, vendiendo muchos tipos de nieves, paletas de helados de frutas, cremas, etc., y las heladerías que han comenzado como empresas privadas se dan la mano en la competencia por agradar a los limeños. Imagínense que en Magdalena hay una fábrica de helados, Ugo's Factory, que vende helados tipo fusión: de tallarines a la huancaína, el "chebiche helado", de rocoto, de palta en forma de este fruto, rellenos de chantilly,  de arroz con leche y de mazamorra morada.  Para todos los gustos hay...  
A diferencia de épocas pasadas, las heladerías ya funcionan todo el año, mientras se va deshaciendo el mito de que comer cosas heladas enferma de la garganta o produce otros males.  Y no está demás decir, que me sorprendió muchísimo ver las nuevas carretillas modernas de Dónofrio. Les pongo una fotografía... 

(Para una historia completa de fábrica, Consultar:http://www.heladosdonofrio.com/historia/historia-hdonofrio.aspx)


El Afilador:




Quién no ha oído el silbato del afilador pasando por las calles con su carretilla y buscando clientes que necesitan afilar sus cuchillos o tijeras?  Creo que al afilador lo conozco de toda mi vida, y ahora con la nueva cultura de lo desechable, poco a poco va desapareciendo de nuestras vidas, como un grato recuerdo del pasado.  Todavía recuerdo la fascinación que sentíamos de niños, cuando oíamos sonar su silbato, que parecía una pequeña quena de plástico, y luego cuadraba su bicicleta o  su extraña herramienta que parecía un parante de madera de colores chillones.  Antes lo cargaban a cuestas con correas de cuero gruesas, pero después se las ingeniaron y le pusieron ruedas para empujarlo.  Había algunos que habían adaptado la piedra afiladora a sus bicicletas. Todas las cocineras y empleadas de servicio bajaban corriendo, llevándonos de la mano porque sabían que nos encantaba ver el espectáculo que montaba el afilador.  En la parte superior del parante había un esmeril que giraba al ser accionado por el operario con un pedal que hacía dar vueltas a una rueda que tenía una correa al medio unida a un engranaje adherido a su piedra de afilar.  Al costado colgaba una lata de agua que normalmente llenaba con el agua que recogía de las acequias que estaban al lado de las veredas. Allí enfriaba los cuchillos o tijeras ya afilados.  Lo más emocionante era cuando comenzaban a chirriar los cuchillos y las chispas salían disparadas por todos lados como si fueran luces de bengala. Al final, sobaba los objetos afilados contra una correa y una piedra, para asentarlos.  
Como la piedra que usan es de grano grueso, gradualmente se va destruyendo el filo, por lo que los cuchillos de uso profesional como los de los carniceros o de los jamoneros, deben de mandarse a afilar a lugares profesionales, donde se usen piedras de grano fino que permitan sostener el ángulo correcto de la cuchilla para obtener una buena eficacia en el corte.  
Dicen que los primeros afiladores eran casi todos gallegos y que llegaron al Callao en barcos y que vivieron en cuartos alquilados, todos hacinados, hasta que después fueron ganando un dinerito y diversificaron sus profesiones y muchos, hasta lograron traer a sus familias.   Antes, antes,muchos de ellos también se dedicaban a componer paraguas y a afilar los lapiceros de pluma.
Hoy en día el afilador está desapareciendo y los que todavía transitan de vez en cuando por las calles son aquellos que no quieren dejar ir esta profesión heredada por sus padres.

El Comprador de Botellas, Periódicos y Chatarra:


De la Revista Ideele, artículo interesante de Javier Iguiñiz

Compro boteeeellaaaas....periódicos...revistas!!!  Así siguen pasando por las calles residenciales estos trabajadores en sus triciclos con carretillas integradas, comprando toda la chatarra, vidrio, cartón, metales, papel y plástico, así como ropa vieja que puedan encontrar, para luego venderlas a la empresas mayoristas recicladoras que se encargan de transformar estos residuos aprovechables, en material para producir productos de consumo final como botellas, fibras para ropa, plásticos, latas y nuevo papel y cartón. Recogen al año, según Javier Iguiñiz en su artículo "Catre, llantas, botellas", alrededor de 293,000 toneladas de residuos sólidos.  Por supuesto que se corren el riesgo de ser perseguidos por el famoso Serenazgo de los diversos distritos.
Nunca me había puesto a pensar en el enorme beneficio que proporciona esta recolección, pero indudablemente, aparte de que es una fuente de empleo, también facilita el papel de la limpieza pública, contribuye a la protección del ambiente, ayuda a la obtención de materia prima para la fabricación de insumos en nuestro país y genera ingresos derivados de la exportación de aquella.  
Ya en varias municipalidades limeñas se está trabajando con estos recicladores y se les está proporcionando ayuda para llevar a cabo la recolección en condiciones más higiénicas;tanto en lugares comerciales, como en los residenciales.
Por mucho tiempo seguirán siendo elementos útiles para el proceso de reciclaje y para la implementación de la política de protección del ambiente en nuestro país.

La Remalladora de Medias Nylon:


Antigua Máquina de Zurcir Medias

En muchos lugares de Lima existían mujeres que se pasaban de generación en generación el oficio del zurcido de medias nylon.  Era común llevar las medias "corridas" a remallar porque era más caro comprar un par nuevo.
Hoy en día, con eso de la mujer anda mayormente en pantalones, se ha popularizado el uso de medias de nylon más grueso y más difícil de correrse.  Y  esto va también para aquellos casos en los que se usan vestidos y hay que ponerse las famosas panties, que ahora son de material más resistente y menos caro que en ese entonces.
Como las polillas, voraces comedoras de ropa de lana abundan en Lima, ahora las remalladoras se han diversificado y se han vuelto "zurcidoras" y zurcen con puntada invisible esos horribles huecos en la ropa, que dejan estos molestosos insectos.


El Colchonero:






Cuando yo era muy pequeña, me acuerdo que mi abuela llamaba cada año al colchonero.  Para nosotros era un deleite sentarnos en el patio junto a la huerta de la casa grande y verlo hacer su trabajo.  En esas épocas, hace como medio siglo atrás, los colchones, se hacían básicamente de tres materiales: de paja, rellenos con algodón, con o sin pepita, y los de lana de oveja.  
Es triste decirlo, pero la servidumbre o familias pobres, generalmente sólo podían acceder económicamente a los de paja...y era un poco difícil acostumbrar al cuerpo a resistir los ocasionales pinchazos de la paja que traspasaba al clásico tocuyo rallado dentro del cual iba este material.  
Los de algodón con pepita fueron determinados con el tiempo como muy insalubres, porque la semilla se enmohecía y además los ácaros se iban apoderando de las fibras.  Los de algodón desmotado eran un poco más seguros, y además, como los de lana, muy cómodos.
Los de lana los usaban las personas más pudientes.  Todo dependía de la capacidad adquisitiva de las familias.  Imagínense que para hacer un colchón matrimonial de lana se necesitaban alrededor de 18 kilos de lana de oveja.
Los colchones eran hechos a mano por los colchoneros, y era un negocio muy rentable, puesto que con el tiempo, la paja se partía mucho o hay veces se infestaban con chinches o ácaros.  La lana se apelmazaba y hacía bolas y era muy difícil resistir dormir sobre ellos. Así ellos tenían que ir a las casas particulares, y deshacían los colchones, hacían lavar la lana y las fundas a las lavanderas, y luego utilizaban unas vara enormes para golpear y deshacer las bolas que se formaban en la lana.  Allí es donde nosotros, los chiquillos, pedíamos encarecidamente al colchonero que nos dejara dar unos cuantos varazos.  Hay veces eran buena gente y nos dejaban hacerlo. Después, ponían la lana ya preparada para el relleno, encima de la tela limpia y procedían a coser alrededor con unas agujas.curvas.  El cerrado de los colchones era todo un arte y el acabado era perfecto. 
Hoy en día, con la creación de los colchones de resortes y los de material sintético como el poliuretano y los ahora famosos colchones de la memoria que se adaptan a las formas del cuerpo y hasta miden la temperatura y el peso para dar un mayor confort, esos otros tipos han quedado casi olvidados y el negocio de colchoneros a domicilio ya ha desaparecido.  En algunos pueblos del interior hay colchoneros que usan ropa picada que se vende por kilos, para rellenar colchones, pero como la competencia es fuerte, no resulta muy rentable.  Hay fábricas especializadas en darle un confort especial a aquellas personas pudientes, y para ellas, se confeccionan ahora, los famosos colchones de crin  de caballo, o aquellos hechos con plumas de ganso.  Sin embargo, son carísimos y demandan un cuidado especial.

El Barbero:

Ya desde tiempos de la colonia existían los barberos y en una de sus Tradiciones Peruanas, "La Gran Querella de los Barberos, Don Ricardo Palma nos cuenta que antes que existieran médicos y dentistas, los barberos estaban reunidos en gremios y que hacían los famosos sangrados y sacaban muelas. Nos cuenta de que cuando se dio un edicto en que se decretaba al día domingo como día de guardar (decreto que tuvo una intención política de parte de la Iglesia, para evitar los abusos de esclavos, quienes no tenían ni un día de descanso), los barberos pusieron tremenda oposición y se valieron de mil ardides para conservar su derecho  a trabajar en ese día.
Cuando yo era niña hay veces acompañaba a mi papá a cortarse el pelo.  En la puerta de la barbería había  colgado a un costado un tremendo poste rojo característico de ellos, que parecía un bastón de caramelo rojo con blanco y azul y que daba vueltas mostrando espirales de esos colores.



Según Wikipedia: "El origen del poste de barbero rojiblanco se asocia a que uno de los servicios que ofrecía era el de realizar sangrías e históricamente se representaba con vendajes sangrientos enrollados alrededor de un poste. Durante la época medieval, los barberos efectuaban operaciones de cirugía a sus clientes, así como extracciones de dientes. El poste originariamente tenía una palangana de bronce en la parte superior (representando el recipiente donde se guardaban las sanguijuelas) y en la inferior (en alusión al recipiente que recibía la sangre). El propio poste simboliza el palo o bastón que el paciente agarraba durante el procedimiento para facilitar que la sangre fluyese.  Otros dicen que el poste representaba a un brazo sangrante."
Adentro, tenían unas sillas de metal tapizadas en colores brillantes adonde se sentaban los parroquianos.  Cada peluquero tenía su propia "estación" y cada cliente conocido escogía al que creía que le hacía el mejor corte de pelo y recorte de barba. 
Antes de la afeitada, se les ponían paños calientes encima de la cara para ablandar la barba.  Después se les enjabonaba con una brocha y un jabón de pasta blanquísima, y luego se les afeitaba con una navaja. Tenían una correa de cuero donde de vez en cuando sobaban su cuchilla para mantenerla afilada.
A finales del siglo XIX los cirujanos y dentistas se especializaron y se diferenciaron de los barberos, quienes sólo se dedicaron a cortar pelucas y arreglar barbas y bigotes.  La peluquería de señores fue y sigue siendo el lugar donde siguieron asistiendo los parroquianos, no sólo a cortarse el pelo, sino también a enterarse de los chismes del pueblo.  Hoy existen  variaciones de éstas, como son las peluquerías Unisex y las peluquerías para señoras.
barberos
(Foto de 1924 proporcionada por Arquímides Di Lorenzo)


El Fotógrafo Ambulante:






Quién no tiene una foto de esas que nos tomaron los fotógrafos ambulantes en los parques adonde íbamos a jugar.  Estaban armados de unas cámaras antiguas que posaban sobre un trípode de madera burda y para tomar la foto metían su cabeza por una manga oscura para evitar que la luz se colara y malograra la foto. Allí en los parques convencían a nuestras empleadas para que les dieran la dirección de donde vivíamos y después de unos días llevaban las imágenes ampliadas de nosotros apoyados en árboles, montando nuestras bicicletas, en filas de niños, etc. La mayor parte de ellas eran en blanco y negro, pero eran tan bien tomadas que siempre nuestra mamá las compraba. Muchas de las fotos de nuestra niñez fueron tomadas por los ambulantes de los parques miraflorinos, donde vivíamos.  En el centro de Lima, ya era otra historia...la gente de menores recursos económicos, dependían de estos personajes, ya que les era imposible comprarse las caras cámaras que vendían en las tiendas; además de que el sólo hecho de fallar en la toma y tener que comprar rollos, el costo de desarrollar las fotos, ya incrementaba enormemente el precio de lo que podrían pagar.  Así, los fotógrafos ambulantes abundaban en los parques principales de la ciudad, como el Parque de la Reserva, el Parque Universitario, el Paseo de Aguas, etc., allí donde los enamorados y familias pobres iban a pasar un día de sus fines de semana...o el día de salida de los empleados domésticos. En las playas públicas como la Herradura o Agua Dulce, también aparecían aquellos y no faltan fotos de aquellos que se  las tomaban comiendo un cevichito de pescado fresco, recién traido al muelle por los pescadores, con su "chelita" al costado, o de aquellos con el fondo de un mar atardecido sacando las redes llenas de pescados para venderlas en el muelle al costado de los puestos de venta de comida marina...  Bellas fotos de esos artistas que representaron la Lima de ayer, y que todavía la retratan hoy, pero en menor cantidad, debido a la aparición de una tecnología modernísima digital, que ya no hace rentable este negocio que alguna vez lo fue.  Para una historia de la fotografía en el Perú y el mundo, ir a mi entrada en este blog llamada: Historia de la Fotografía

El Lustrabotas:


El lustrabotas siempre será un oficio necesario en las grandes urbes.  Imáginese el lector, lo tan bien venido que puede ser uno de estos niños o adultos que se dedican a esta tarea, cuando uno tiene que llegar a una cita muy importante en el trabajo, y quiere mostrar unas "tabas" (zapatos, en el lenguaje popular) brillantes.
Ellos han existido desde tiempos antiguos y se les encuentra en las esquinas de los parques o calles pobladas de la ciudad donde aguardan a los clientes con una cajita de madera con una repisa en forma de suela de zapato, sobre el que apoyan sus pies para comenzar, primero, el cepillado; luego la embetunada en el color preferido, en uno y otro zapato; y después la lustrada con un trapo especial, que ya parece curtido por la fricción que ejerce.  Allí venía un poco de "escupidita"para darle más brillo.  Cuántos gérmenes de tuberculósis habrán dejado sobre ellos....
Cuando yo era chica, mi papá se había comprado un  caja lustradora, la que estaba llena en un extremo con betunes de diferentes colores y nos enseño cómo lustrar sus zapatos.  Al que lo hacía, le regalaba una propina por su trabajo.
Hoy en día existen unas casetas especializadas en algunos rincones de los mercados, plazas o galerías..como en los Portales de la Plaza San Martín, donde algunos de  los apoyadores para los zapatos son de bronce antiguo, u otros en el Mercado Central, donde el cliente puede hasta mandar teñir sus zapatos si es que están muy gastados.  Ellos prometen dejarlos como nuevos.  Hasta carteras tiñen.  Ultimamente, algunos zapateros se han organizado para comprar nuevas casetas que ofrecen hasta conección al internet a los clientes, mientras les lustran los zapatos.

El/la Frutera:




Desde siempre, podemos oir los pregones de los fruteros que van gritando su mercancía:  "Manzana, plátanos, ricas papayas y manzanas!!! Todos se apostaban en las esquinas de las bodegas de abarrotes o pasaban por las zonas residenciales.  Generalmente iban en triciclos, empujando unas carretillas de frutas muy variadas y tentadoras. 
En las Tradiciones Peruanas de Don Ricardo Palma se menciona el paso por las calles de Lima, en tiempos antiguos, del frutero de canasta llena, pregonando su mercancía.  Ahora, con la aparición de los supermercados, esta profesión ha ido desapareciendo poco a poco.
De Nicomedes Santa Cruz, nuestro famoso decimista, les ofrezco el pregón del negro frutero.






El Turronero y el Melcochero:


El Melcochero: foto de El Comercio....al otro costado, el vendedor de tamales.

Según Don Ricardo Palma, a las tres de la tarde pasaban por las calles de Lima, más puntuales que la María Angola, el turronero,el melcochero y el vendedor de palitos de anticucho o de bisteque de palito.
Cuando yo era chica, pasaban por la casa los turroneros con su tabla puesta sobre una rondana sobre su cabeza, llena de de turrones rojos rellenos de miel de chancaca y también con su pasta de melcocha.  No había más deleite que el verlos poner las escuadras o parantes que llevaba doblados sobre su hombro, sobre la vereda, y encima de ellas, la tabla con los dulces.  Hay veces las moscas pululaban por encima, pero no nos importaba, y de una sola espantada salían estas volando.  El  turrón lo cortaban en pedacitos pequeños, todos igualitos,  Tenían una especie de paleta para alisar la melcocha, que era un caramelo suave hecho de miel de chancaca, leche, canela, maní, pecanas, y un chorrito de limón
Después de distribuirlo bien sobre una tablita, lo ponían sobre un pedazo de papel manteca y lo entregaban a sus compradores, quienes por lo general eran los niños que salían de las escuelas, o a la salida del cine, del  mercado o de la iglesia, o entre los vecinos del barrio por donde él pasaba.  Ahora, con la cultura del pop-corn y de las gaseosas en el cine, y con las reglas de salubridad de la ciudad, estos vendedores ambulantes han ido desapareciendo, y con ellos, nuestras lindas tradiciones.

El Lechero:

Uno de los pregoneros de los que hablaba don Ricardo Palma en sus Tradiciones Peruanas era el Lechero o Lechera, quienes transitaban justo a las 6 de la mañana, cuando comenzaban todas las actividades de venta de comidas por las calles de Lima, montados sobre sus burros cargando porongos de metal llenos de leche para distribuirlos entre las casas.  Iban cantando:
                             Leche Purita
                            leche sabrosa
                            de la barrosa
                            de la vaquita
                            jazmín y rosa!

                            Leche Purita
                            de chocolate
                            bate que bate
                            pura espumita.

                           Bien espesita
                           leche cocida
                          en la medida
                          bien colmadita
                          Leche purita!


Con el tiempo, los burros fueron reemplazados por los camiones lecheros y la leche era distribuida en pomos de vidrio que se dejaban a la entrada de las casas.  Una vez terminado el líquido madre, a la siguiente mañana se dejaban los envases vacíos en el dintel de la puerta para que los reemplazara el lechero con otros llenos de leche fresca.  Me acuerdo que conocíamos a algunas familias que tenían haciendas ganaderas en Huancayo, Cajamarca, Huancavelica u otros lugares, y que vendían mantequilla y manjablanco puritos en sus casas de Lima.  Allá nos llevaba Don Teófilo, el mayordomo de mi abuela, con su bicicleta, para recoger esos productos en sus casa. 
Hay veces se traía leche purita y con nata de La Molina.  Había que hervirla duro para evitar los gérmenes que portaban las vacas,lo cual se hacía en grandes peroles sobre las cocinas de kerosene.  
Ahora, la leche se compra en el supermercado y viene en envases de cartón o en bolsas de plástico y se vende como leche descremada en diversos porcentajes o como leche entera.  Hasta hay leche de soya para los que tienen intoleracia a la lactosa!



Acuarela de Pancho Fierro sobre la Lechera.



El Kerosenero:
Antes se cocinaba con leña y de carbón y luego, con  kerosene. Cuando se levantaba el fuego después de una salpicada de aceite con el que se cocinaba, se levantaban unas grandes candelas y humaredas, que siempre llenaban de hollín el techo de la cocina.  Me acuerdo que cuando queríamos hacer un keke, poníamos un horno portátil sobre la cocina de kerosene que se calentaba con el fuego que se prendía en ella.  Las cocinas se alimentaban con un tanquecito lleno de este combustible, que lo distribuía por unos tubitos a las diferentes hornillas con sus mechas hechas de un material de algodón tejido muy estrechamente.  El kerosene se compraba generalmente en el grifo, pero cuando yo era chica, habían unas personas que hacían el servicio de distribución en galoneras que traían a las casas.




El Panadero:

Hasta ahora subsiste el panadero en el Perú.  En Lima y provincias los puedes encontrar parados en muchas de las esquinas o tocando su corneta de metal con bomba de jebe. Cada mañana distribuían el pan, y lo siguen haciendo, en sus carretillas blancas empujadas por un triciclo.  Cada cliente pide pan fresco calentito.  Algunos vienen con unas carretillas con cubierta de vidrio y llevan alfajores, empanadas  y toda clase de pastelones, además de las diversas variedades de panes...pan francés, pan tolette, pan de yema rosquitas de manteca, etc.  Cada vez que puedo, me compro uno de esos alfajores contundentes y no paro hasta comérmelo todito...con un gusto infinito.
Ahora, los supermercados están haciendo la competencia a las panaderías  de barrio, y poco a poco estas van desapareciendo.  Para una historia del pan peruano, consultar mis artículos sobre el pan en este blog.



Quedan seguro, muchos personajes más por describir, pero los que les presento aquí son los que más recuerdo.  Unos quedan y otros desaparecieron con el avance de la tecnología y de las costumbres y sus usos. Sería interesante recibir más contribuciones al respecto, para así seguir reviviendo en la memoria los personajes que nos acompañaron a través de nuestras vidas.




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