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lunes, 11 de noviembre de 2013

UNA ANÉCDOTA DE MI VIDA



Mi papá con mis tíos Jorge y Ricardo
Cuando muere una persona siempre que uno comienza a organizar sus cosas, uno va descubriendo a través de sus escritos, de las cosas que guardaba, su carácter, sus gustos y sus pasiones.  A mi papá le encantaba leer, escribir, investigar sobre temas como la historia de la familia, la Marina peruana, la ayuda al anciano, la vocación de los hermanos Maristas y ver formas de cómo ayudar a las personas en necesidad.
Guardaba como grandes tesoros algunos de los premios y condecoraciones que le habían dado y se cercioraba de hacer copias de sus diplomas y repartirlos entre sus hijos.

Condecoración que recibió de la Marina de Guerra

 Entre los muchos papeles que pude rescatar para reproducirlos y compartirlos entre mis amigos, familia y personas que me rodean, me encontré esta anécdota de su vida, como la llamó él:

"Caminaba yo un día por la playa chorrillana buscando un pescador amigo que quisiera alquilarnos su bote para ir a pescar.  Después de varias vueltas, me encontré con un simpático hombre de mar que muy amablemente me preguntó qué buscaba.

Después de responder su pregunta y arreglar las condiciones por las cuales haría el paseo comenzamos a conversar, y después de tocar varios tópicos, mirándome fijamente, me dijo:

"Mire señor, es ,muy probable que ud. desarrolle en la vida una actividad más importante que la mía, y quizás tenga más dinero que yo.  Pero lo que le aseguro es que ud. no es más feliz que yo."

Cuando le pregunté el porqué y en qué fundamentaba sus palabras, mirándome fijamente, me contestó"
"Mire señor: Ud. no respira el aire tan puro que respiro yo.  Ud. no come el alimento tan fresco que disfruto yo. Ud, para trabajar necesita ponerse saco, corbata y otros adornos.
Yo para ello, sólo necesito de mis chompas cuando hace frío, y si se me malogran, le pido a mi mujer que me compre más.
Ud., por su aspecto canoso y arrugado, parece tener la edad de mi padre.  Yo parezco menor que ud., y soy mayor...(en efecto, yo tenía 60 años, y él 70).
Mi única preocupación es que no se me rompa mi bote.  Si eso pasara sería una verdadera desgracia para mí.  Por eso, lo cuido y lo mantengo como si fuera mi hijo.  Pero Dios está conmigo y no va a permitir que sufra este daño. Además, no hay que olvidar el adagio: No porque un bote se hunda, se deja de navegar."

Muy bien, le repliqué: "Pero supongamos que un día se junta ud. con varios amigos y desea tomarse unos tragos.  Cómo hace, si Ud. me cuenta que todo el producto de su trabajo se lo entrega a su mujer para que se lo administre?"

"Muy sencillo, me dijo, le pido plata a mi mujer."

Repliqué: "Y si no le quiere dar?"

Me respondió: "Le pego, pero le aseguro que me da..."

"No se preocupe señor, después le traigo cariño y se queda bien contenta!"

Nos despedimos y quedamos en salir a pescar al día siguiente..."
 
Desde esos tiempos, uno de sus dichos favoritos era el que le había mencionado el pescador y siempre alababa las bondades de la vida simple y natural...disfrutando los dones que la naturaleza nos regalaba.

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