Un Criollo (sí, así, con mayúscula), es el que lleva esta música en el alma. Para ser Criollo hay que ser amante de la vida y de sus calles, un Criollo se enamora de la esquina de su barrio, y ama más aún cantar allí mismo, hasta darle la bienvenida al amanecer. Lo que se necesita para ser criollo va mucho más allá de simplemente saber cantar o saber tocar una guitarra o un cajón, para ser criollo hay que saber sentir.
Una Jarana, es un fiesta, una celebración, muchas veces improvisada o sin mucha planificación. Normalmente se celebra en una casa o en un vecindario o “barrio”, donde llegan los vecinos, amigos, familiares, etc. Una Jarana en la casa se hace con la puerta abierta por que una Jarana es para todos, no hacen falta invitaciones ni confirmaciones, el que vino, vino; y el que no vino, se la perdió. Una Jarana muchas veces surge de una simple reunión donde alguien llegó con una guitarra y otro se apareció con un cajón.
Y claro, en una Jarana no puede faltar algún plato criollo para deleitar el paladar, y mucho menos pueden faltar las cervezas o “chelas”, gran acompañante para el Criollo que canta, para el que toca, y por supuesto también para el que baila. Recuerdo my claramente la cerveza “Cristal”, la cerveza más popular por aquellos días (tal vez hasta hoy). Recuerdo las botellas gigantes de cerveza, y muchas veces se toma solo de un vaso pequeño que se comparte entre amigos. Un vaso pequeño, pero un gran símbolo de amistad. Y es muy importante la imagen del Señor de los Milagros para que proteja un hogar, la imagen se puede ver en la pared del fondo.
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