Lima, siempre será Lima y de allí regreso siempre con muchas novedades y con el corazón satisfecho.
Esta vez nos fuimos a turistear con unos parientes brasileros (parentesco adquirido por casamiento de mi sobrina) y aunque he vivido 30 años seguidos en esa ciudad, siempre descubro algo nuevo o "esa singularidad" que no había conocido de tal o cual lugar. No podía dejar de iniciar mi recorrido, con la visita al "Patrón" y la compra de dos medio kilitos de turrón de Doña Pepa en esas tienditas al costado de la Iglesia. Hay que tener cuidado al aceptar que te conviden la muestrita, porque después se molestan si no se la compras.
Y allí vimos al Señor en su muro, glorioso y adorado por los fieles que se agolpan siempre para escuchar la misa. Allí les expliqué la historia del negrito que lo pintó (según el historiador Raúl Porras Barrenechea, se llamaba Pedro Dalcón) y de cómo a pesar de terremotos y de intentos de derruir el muro, nada lo pudo hacer caer...allí se construyó la ermita en 1671, y ya funcionó como templo, en los años 1771.
De allí nos fuimos caminando donde la vecina a dos cuadras...la casa de Santa Rosa. Con tanto ofrecimiento de zahumerios, amuletos y cuanto hay, nos vimos tentados de comprar unas bolsitas con "palo santo"...dicen que es buenísimo para limpiar las casas de todas las malas influencias. Una humeadita por aquí y por allá...y ya está. Los brasileros, superconocidos por ser amantes de las macumbas (ritos paganos afrobrasileros) se entusiasman con todas estas creencias, y por supuesto, se compraron sus maderitas olorosas. Y así llegamos al Templo y Convento de Santa Rosa.
Como les conté lo del deseo que se tira al pozo para que la santa lo conceda, se compraron sus papelitos donde las señoras que paran en la puerta, y que venden detentes, relicarios, velitas y papelitos de deseos.
Por allí cuentan que que la santa tiró la llave del candado de su cilicio o cadena torturadora con puas al pozo y dijo que si alguna vez se la encontrase, anclarían los barcos en la plaza de armas de Lima. Lo que yo veo es que tendrían que zambullirse dentro de millones de cartas antes de llegar al fondo del pozo. Felizmente tenía varios lapiceros,porque hasta un señor que por allí andaba buscando uno, me lo pidió prestado. En el patio vimos la ermita que fue construida con las propias manos de Isabel Flores de Oliva, alias Santa Rosa... allí la santa se encerraba a rezar y también a flagelarse en ofrecimiento por los pecados del mundo (costumbre común entre los católicos de esa época del siglo de los Iluminados, el siglo XVI). También se encuentra un cuadro con los restos del limonero donde dicen que se le presentó el demonio a tentar a la santa, y que como no consiguió su objetivo, secó el árbol, pero milagrosamente, éste siguió dando frutos.
Allí está su cuarto, donde ella durmió y algunos de sus muebles, así como la enfermería donde atendía a sus enfermos, la imagen de Rosa después de muerta, pintada por Angelino Medoro y la figura del Jesucito Doctorcito a quien ella consultaba en casos difíciles que tenía que curar.
Como la puerta de la Iglesia estaba entreabierta, quise entrar a conocerla. Linda y sencilla, tiene una serie de cuadritos con marcos de pan de oro y de plata alrededor del altar principal. Pequeña pero sencilla, refleja un gusto sobrio. Durante la Guerra con Chile, se llevaron muchos de los regalos de oro y plata hechos por los devotos. Por supuesto que tomé una foto, pero por más que quise, me salió movida. Yo creo que Rosa nos recibió con mucho cariño en su casa, porque sucedió algo inexplicable... al ver la foto en la computadora, me dí con la sorpresa de que en tres fotos, va apareciendo una luz azul que dibuja la figura de una mujer con ropa de monja y hasta con su corona de flores. Dicen que uno ve lo que quiere ver. Yo ví lo que les enseño y quiero seguir creyendo que ella nos saludó y hasta me agradeció porque en alguna oportunidad el estudio y posterior biografía que hice de su vida, me hizo reconocer que no sólo fue una persona a todo dar, sino que fue una mujer producto de su epoca...que creía que torturando ese cuerpo, templo de Dios, redimía los pecados del mundo. Aquí va como testimonio, lo que yo creo fue el saludo de Santa Rosa de Lima:
Ojalá lo vieran los curitas de la parroquia, para que se sorprendieran de lo que yo llamo mi milagro personal.
Ahora nos tocó cruzar la Av. Tacna, para bordear ese nuevo parque que han hecho en honor a Chabuca Granda...horror del mal gusto...bancos y esculturas negras...un mar de locetas... una escultura roja gigante de una mujer bailando... Los fines de semana venden dulces y viandas criollas y algunas artesanías. Al fondo se ve el famoso Cerro San Cristóbal que fue huaca o Apu en tiempos del gran Cacique Taulichusco, jefe de estos dominios antes de la llegada de los españoles. Hoy en la Plaza de Armas se ofrecen tours en "urbanitos" para visitarlo y llegar hasta la famosa cruz que el presidente Balta reemplazó (fue destruída por el terremoto de 1746) por la que habían puesto los españoles en honor del supuesto milagro de la retirada de los 25,000 indios que intentaron cruzar el río Rimac para atacarlos. Desde la cima se puede apreciar una vista panorámica de la ciudad...y en días depejados se ve hasta Chorrillos y La Punta. A un costado corre el Río Rimac, otrora caudaloso y gran refugio de lavanderas... hoy, debido al desvío de las aguas de la laguna Marcopomacocha desde el Valle del Mantaro para asegurar una dotación permanente de aguas debido a la mayor demanda de agua potable por la ciudad, el río a la altura del centro histórico tiene poco caudal y se observa una gran extensión de pedrones secos. Nos tomamos una foto en el Puente de Piedra que divide el "cercado de Lima" (la antigua ciudad amurallada) del distrito del Rimac. Fue construido en 1610 por el Marqués de Montesclaros y allí se marca el inicio del Jirón de la Unión. Por muchos años, fue el único nexo entre la ciudad y el Rimac, hasta la construcción del Puente Balta en el Siglo XIX: primer puente de fierro construido en Lima. Posteriormente, se comunicó al Rimac con el Puente del Ejército y con los puentes Santa Rosa y Ricardo Palma, que unen las avenidas Tacna y Abancay con el mencionado distrito. Antes de la venida de los españoles, los indígenas ya habían construído puentes de maderas con sogas sobre el río.
De allí nos dirigimos rápidamente a Palacio de Gobierno para ver el famoso cambio de guardia de la actual Guardia de Honor de Palacio, del Regimiento de Caballería los Húsares de Junín
Todos los días a las 12:00 horas en el patio de ese lugar, se realiza el "cambio de guardia".Es un espectáculo bello, ya que antes de proceder a la marcha de cambio de guardia del día, la banda de músicos que los acompaña se luce con piezas musicales criollas y de forklore latinoamericano.Entre los espectadores había un bailarín improvisado, vendedores de pinturas y artesanías, y de dulces de todos los sabores.
dirigimos al barrio chino a almorzar en un chifa auténtico. Entramos por una puerta y salimos por la otra del famoso restaurante Cordano al costado de Palacio de Gobierno. Habían unas causitas... y las famosas butifarras prometían. Pero erre con erre con el Barrio Chino. Tremenda caminata que nos dimos y las tripas de los turistas casi se encogen del hambre. Por el camino nos tomamos una fotito frente a la Plaza del Congreso de la República: la Plaza Bolívar. Esta ha sido la plaza con más nombres en la historia de Lima...Plaza del Estanque, porque allí estaba la caja de agua que proveía a la ciudad de agua potable, mandada a construir por el Conde de Nieva en el siglo XVI; Plaza de Nicolás de Rivera el Mozo, porque allí quedaba el solar de este conquistador en 1560; Plaza de la Caridad, porque allí quedaba el Hospital de la Caridad; Plaza de la Universidad, por que en el local del que ahora es el Congreso, funcionaba la Universidad de San Marcos allá por 1577; Plaza de la Inquisición, cuando se instituyó la Santa Inquisición a fines del Siglo XVI; en 1822, cuando se instituyó el Congreso, se le llamó Plaza de la Constitución y se ordenó que se erigiera una imagen del Protector San Martín...posteriormente, por otro decreto, se decidió cambiar la estatua por la del Libertador Simón Bolívar. En 1859, 30 años después, la estatua arribó de Italia y se colocó sobre el pedestal que se le había preparado. Desde entonces se le llamó Plaza Bolívar. Posteriormente, a principios del siglo XX se derruyeron los edificios que albergaban a la Universidad, el Hospital de la Caridad y la Iglesia, para construir el Palacio Legislativo. Se conservó la fachada del Tribunal de la Santa Inquisición, que luego dio lugar al edificio del Senado en 1897. En 1980, debido a los ataques terroristas, la plaza fue enrejada...tal como la vemos en la foto. En el año 2002, siendo presidente Alejandro Toledo, se construyó en la plaza, la cripta al soldado desconocido, joven de 16 años que pereció en la Guerra con Chile en el Morro Solar.
Al fin, después de un poquito más de historia, llegamos al restaurante del Barrio Chino y comimos el tradicional tallarín saltado, el arroz chaufa, el kam lu wantan, y otras delicadezas a los que estamos acostumbrados los peruanos engreídos. Si se tiene suerte, y alguien decide ir a celebrar su cumpleaños en el restaurante, a la hora de los postres se acerca un coro de mozos que traen un barquito tradicional y le cantan al dueño del santo.
También nos tomamos una foto frente a la famosa portada China, regalada en 1971 por el gobierno de Taiwan y rescatada a su máxima gloria por el Alcalde Andrade en 1997, después de algunos años de descuido. Ahora hasta luz tiene. Andando por las baldosas con nombres de benefactores, tipo Hollywood, nos topamos con un adivinador chino. Allí lee las cartas, monedas, etc. y dicen algunos que es bueno... Por unas vitrinas nos divisaban los espíritus de las cabezas de chancho ahumadas... en algunas ventanas de restaurantes se mecían orondos unos patos ahumados.
De allí seguimos caminando, de regreso hacia la Av. Abancay y llegamos al local donde funcionó el macabro Tribunal de la Santa Inquisición. Nos llamó la atención el techo de madera integramente tallada y la Sala donde se juzgaba a los acusados de herejía allá por el siglo XVI..la misma donde funcionó el Senado tres siglos después. Todavía se conserva la mesa a la que se sentaban los jueces y unas estatuas en cera con los jueces y acusados. En el mismo salón, se conservan los curules donde se sentaban los senadores de la República.
En unos carteles de presentación a la entrada del museo se explica que hubo una época en la que debido a las conveniencias de los reyes, interesaba que sus súbditos tuviesen una misma fe para facilitar el gobierno y la unidad nacional...así el poder seglar mantuvo alianzas estrechas con la Iglesia Católica y utilizó mecanismos represivos como la Inquisición para evitar posibles desviaciones de la fe. En un aparte de esa misma presentación impacta esta oración: ..."Es significativo, pues que en el mismo lugar donde se ventilaron los casos de herejía y malas costumbres, se superpusiera con la Independencia, otra institución que nació bajo los augurios de la libertad de pensamiento: El Congreso de la República del Perú."
Durante la visita guiada pudimos ver las antiguas mazmorras donde se mantenía a los presos juzgados y también una sala de torturas con representaciones en cera de los diversos castigos que se infligían.
Este es un cuadro que representa el proceso de juzgamiento de los reos:
Considero muy importante un cartel que reza: "Lo importante es tomar conciencia de que la intolerancia practicada en esa época no justifica hoy en día, en vísperas de entrar al siglo XXI y a la red global que nos mantendrá comunicados con los cinco continentes en pocos minutos. La diversidad se ha convertido en una fuente de ricos aportes no sólo técnicos, sino principalmente espirituales, y el diálogo inteligente: la forma como llegar a la concertación.
La Historia muestra en sus folios heridas todavía abiertas causadas por la intolerancia; y el fanatismo, nazismo, fundamentalismo son sus ingratos nombres. No dejemos que vuelvan.
Para desquitarse, la historia reformuló estos espacios, y donde hubo oscurantismo trajo la luz de la inteligencia para que iluminara el camino de la democracia; donde funcionó el Santo Oficio, se instaló más tarde el Congreso de la República".
En ese mismo local se han juntado dos muestras, la historia de la Inquisición y una colección importantísima de todas las Constituciones que se han dado a lo largo de nuestra etapa republicana.
Fue en este mismo local donde fue asesinado Don Manuel Pardo. Aquí se muestra la placa conmemorativa:
Nuestra última visita de este día, ya extenuados, fue la Iglesia de San Francisco y sus famosas Catacumbas. Los chicos estaban felices con las palomas que suelen bajar a comer los mendrugos de pan que les echan los turistas o fieles que por allí pasean.
Las tierras de esta Iglesia les fueron repartidas por Pizarro cuando creó su famoso cuadrilátero y asignó tierras y solares para los socios de la conquista y para la construcción de iglesias, allá por los 1535. Fue una maravilla del arte en la epoca virreinal, sin embargo, con el terremoto de 1655, ésta quedó destruída. En 1657 se decidió su reconstrucción bajo los auspicios del virrey Conde de Alba de Liste, y se inauguró en 1672 con toda pompa.
A la entrada de la Iglesia se observa un tríptico famosísimo del Señor Cruficado, pintado por Angelino Medoro. La Iglesia posee cuadros muy valiosos de la época de la Colonia en todos sus ambientes, pintados por artistas famosos como Zurbarán, alumnos de la escuela de Pedro Pablo Rubens, y pintores de la escuela cuzqueña y limeña. Su biblioteca antiquísima, contiene más de 25,000 ejemplares de libros de Filosofía, Teología, Historia, Literatura y de Derecho Canónigo y Eclesiástico, muchos incunables y biblias y ejemplares de libros que se editaron durante los primeros años de la imprenta en el Perú. Tiene un patio y jardines con cinco fuentes que representan las llagas de Cristo. La sala capitular, donde se reúnen los franciscanos para elegir a su nuevo prior y a discutir asuntos capitulares, es histórica, porque allí se firmó el acta de la independencia. En el refectorio se encuentra el famoso cuadro de la Última Cena atribuído al Jesuita Diego de la Puente, y en el cual se observa un cuy sobre uno de los platos y una jarra de chicha de jora. Al subir al segundo piso, se encuentra una cúpula tallada con dibujos geométricos con madera de Costa Rica. La parte central se destruyó en el terremoto de 1940 y ha sido mayormente reconstruída en 1969. El patio es un cuadrilátero rodeado de arcos de medio punto con galerías internas que contienen zócalos de azulejos y en sus paredes altas, pinturas con escenas de la vida de San Francisco de Asís...al bajar las pinturas para su restauración se encontraron pinturas murales en mal estado de conservación que datan del siglo XVI. Pero lo que más impresiona son las catacumbas o cementerio que quedan en el sótano de la Iglesia, donde se enterraban hasta 1810 a los fieles (no habían cementerios públicos). Hay más de 25,000 personas enterradas allí y hay fosas comunes donde los huesos han sido artísticamente dispuestos. Se dice que las catacumbas fueron construídas con barro unido con clara de huevo de las aves guaneras y que este lugar nunca ha sido afectado por los distintos terremotos que se han sucedido a través de los siglos. Se dice también que hay galerías que conectan con las iglesias vecinas.
Según cuentan las tradiciones escritas por Ricardo Palma, los azulejos que se encuentran a través de la iglesia fueron colocados por el español Alonso Godínez, quien había sido condenado a la horca por haber dado muerte a su esposa, el mismo que al ser confesado por el guardián de San Francisco el mismo día de su ejecución, le comunicó dicha habilidad. Sin pérdida de tiempo, el confesor se trasladó inmediatamente a Palacio, para solicitar el perdón de Godínez, lo que consiguió bajo la condición de que éste vestiría el hábito de lego y no pondría nunca más los pies fuera de la puerta del convento. Dichos azulejos sevillanos, traídos directamente de Sevilla, fueron donados por personas de gran corazón, encontrándose entre estos bienhechores, la famosa Catalina Huanca, quien fuera ahijada de Francisco Pizarro, que vino desde Huancayo a Lima con 50 acémilas, cargadas de oro y plata. Por otro lado la gran cantidad de madera de cedro, con que fueron realizadas las diferentes obras de arte que presenta el convento, fue vendida por Pedro Jiménez Menacho que era importador de madera, quién como pago recibió según Palma, un pocillo de chocolate, ya que al saborearlo, dejó sobre la mesa los recibos cancelados, sin esperar su retribución. La madera fue usada en los artesanados del claustro mayor.
Después de un largo día, lleno de historia, y cansadísimos por la larga caminata, nos dirigimos hacia el Jirón de la Unión desde donde tomamos el ya popular Metropolitano...un bus recién inagurado por el ex-alcalde Castañeda antes de retirarse para postular a su candidatura presidencial.
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