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viernes, 12 de marzo de 2010

El Embargo

Del español José María Gabriel y Galán, 1870-1905, transcribo esta linda poesía":

EL EMBARGO

Señor Juez, pase usted más adelante
Y que entren todos esos…
No le dé a usted ansia,
No le dé a usted miedo
Si veníais antesdeayer a afligirla (a molestarla)
Os tumbo en la puerta. ¡Pero ya se ha muerto!
Embargad, embargad los avíos
Que aquí no hay dinero;
Lo he gastado en comidas para ella
Y en boticas que no le sirvieron
Y eso que me queda,
Porque no me dio tiempo a venderlo
Ya me está sobrando,
Ya me esta hediendo (oliendo mal, apestando)
Embargad ese sacho de pico (herramienta de labranza; azadón pequeño de mano con reverso en forma de pico),
Y esas hoces clavadas en el techo,
Y esa segureja (herramienta de labranza: hacha pequeña de mango largo)
Y ese trozo de liendro (herramienta de labranza: horquilla que se utiliza para orear la mies)…
¡Herramientas que no quede una!
¿Yo para qué las quiero?
Si tuviera que ganarlo para ella (el alimento, el jornal),
¡Cualquiera me quitaba a mi eso!
Pero ya no quiero ver ese sacho,
Ni esas hoces clavadas en el techo,
Ni esa segureja,
Ni ese trozo de liendro…
¡Pero a ver, señor juez: cuidadito
Si algunos de esos
Es osado de tocarle a esa cama
Donde ella se ha muerto:
La camita donde yo la he querido
Cuando ambos estábamos buenos;
La camita donde yo la he cuidado,
La camita donde estuvo su cuerpo
Cuatro meses vivo
Y una noche muerto!
¡Señor juez: que ninguno sea osado
De tocarle a esa cama ni un pelo,
Porque aquí lo hinco (lo clavo, lo dejo clavado)
Delante de usted mismo!
Lleváoslo todo,
Todo, menos eso,
Que esas mantas tienen sudor de su cuerpo…
¡Y me huelen, me huelen a ella
Cada vez que las huelo!

jueves, 11 de febrero de 2010

El Seminarista de los Ojos Negros

Esta es una poesía bastante bonita...por lo menos para mí. ¿Qué opinan?

EL SEMINARISTA DE LOS OJOS NEGROS
Desde la ventana de un casucho viejo abierta en verano, cerrada en invierno por vidrios verdosos y plomos espesos, una salmantina de rubio cabello y ojos que parecen pedazos de cielo, mientas la costura mezcla con el rezo, ve todas las tardes pasar en silencio los seminaristas que van de paseo.
Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo, marchan en dos filas pausados y austeros, sin más nota alegre sobre el traje negro que la beca roja que ciñe su cuello, y que por la espalda casi roza el suelo.
Un seminarista, entre todos ellos, marcha siempre erguido, con aire resuelto. La negra sotana dibuja su cuerpo gallardo y airoso, flexible y esbelto. Él, solo a hurtadillas y con el recelo de que sus miradas observen los clérigos, desde que en la calle vislumbra a lo lejos a la salmantina de rubio cabello la mira muy fijo, con mirar intenso. Y siempre que pasa le deja el recuerdo de aquella mirada de sus ojos negros. Monótono y tardo va pasando el tiempo y muere el estío y el otoño luego, y vienen las tardes plomizas de invierno.
Desde la ventana del casucho viejo siempre sola y triste; rezando y cosiendo una salmantina de rubio cabello ve todas las tardes pasar en silencio los seminaristas que van de paseo.
Pero no ve a todos: ve solo a uno de ellos, su seminarista de los ojos negros; cada vez que pasa gallardo y esbelto, observa la niña que pide aquel cuerpo marciales arreos.
Cuando en ella fija sus ojos abiertos con vivas y audaces miradas de fuego, parece decirla: —¡Te quiero!, ¡te quiero!, ¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo! ¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero! A la niña entonces se le oprime el pecho, la labor suspende y olvida los rezos, y ya vive sólo en su pensamiento el seminarista de los ojos negros.
En una lluviosa mañana de inverno la niña que alegre saltaba del lecho, oyó tristes cánticos y fúnebres rezos; por la angosta calle pasaba un entierro.
Un seminarista sin duda era el muerto; pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro, con la beca roja por cima cubierto, y sobre la beca, el bonete negro. Con sus voces roncas cantaban los clérigos los seminaristas iban en silencio siempre en dos filas hacia el cementerio como por las tardes al ir de paseo.
La niña angustiada miraba el cortejo los conoce a todos a fuerza de verlos... tan sólo, tan sólo faltaba entre ellos... el seminarista de los ojos negros.
Corriendo los años, pasó mucho tiempo... y allá en la ventana del casucho viejo, una pobre anciana de blancos cabellos, con la tez rugosa y encorvado el cuerpo, mientras la costura mezcla con el rezo, ve todas las tardes pasar en silencio los seminaristas que van de paseo.
La labor suspende, los mira, y al verlos sus ojos azules ya tristes y muertos vierten silenciosas lágrimas de hielo.
Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo del seminarista de los ojos negros...

Miguel Ramos Carrión

martes, 9 de febrero de 2010

REIR LLORANDO

A Doña Hortensia Paz Soldán, como a la mayor parte de las señoras de la época de principios del siglo XX, les gustaba copiar poesías, la mayor parte lloronas y de encendida pasion. Sin embargo, en un cuadernito, escrito con la mejor de sus letras, encontré esta poesía que me movió las fibras y la transcribo para su deleite:

Viendo a Garrik, actor de Inglaterra, el pueblo al aplaudirlo le decía: "Eres el más gracioso de la tierra y más feliz..." Y el cómico reía.
Víctimas del "spleen" (melancolía o mal humor) los altos lores, en sus noches más negras y pesadas, iban a ver al rey de los actores, y cambiaban su "spleen"en carcajadas.
Una vez, ante un médico famoso llegose un hombre de mirar sombrío. "Sufro, le dijo, un mal tan espantoso como esta palidez del rostro mío".
"Nada me causa encanto ni atractivo:no me importan mi nombre ni mi suerte". En un eterno "spleen" muriendo vivo. Y es mi unica pasión la de la muerte".
Viajad y os distraereis..
"Tánto he viajado!"
Las letras buscad. "Tánto he leido!
Que os ame una mujer. "Si soy amado!"
Un título adquirid! "Noble he nacido!"
Pobre sereis quizás? "Tengo riquezas!"
De lisonjas gustais? "Tántas escucho!"
Que teneis de familia? "Mis tristezas"
Vais a los cementerios? "Mucho...mucho"
De vuestra vida actual teneis testigos?
"Si, pero no dejo que me impongan yugos. Yo los llamo a los muertos mis amigos; yo los llamo a los vivos mis verdugos".
Me deja perplejo vuestro mal, agrega el médico. No debe acobardaros.
Tomad hoy por receta este consejo: Sólo viendo a Garrik podreis curaros.
"A Garrik?"
Sí, a Garrik...La más remisa y austera sociedad le busca ansiosa;
Todo aquel que le ve muere de risa. Tiene una gracia artística asombrosa!
"Y a mí me hará reir?"
Sí, sí os lo juro. El sí; nada más él! Mas que os inquieta?
"Así, dijo el enfermo, no me curo: Yo soy Garrik...cambiádme la receta!!
Cuántos hay que cansados de la vida, enfermos de pesar, muertos de tedio, hacen reir como el actor suicida; sin encontrar para su mal remedio.
Ay! Cuántas veces al reir se llora! Nadie en lo alegre de la risa se fie, porque en los seres que el dolor devora, el alma llora cuando el rostro ríe!
Si se muere la fe, si huye la calma, si solo abrojos nuestras plantas pisan, lanza a la faz la tempestad del alma un relampago triste:la sonrisa.
El carnaval del mundo engaña tanto, que las vidas son breves mascaradas (fiestas de disfraces).
Que aprendemos a reir con llanto y tambien a llorar con carcajadas.