LA PESADILLA DE ESE VIAJE
Hace algunos días, el 1 de noviembre de este año, mi esposo y yo iniciamos nuestro viaje de regreso desde Lima, Perú, vía Bogotá Colombia, hacia la ciudad de Nueva York, donde vivimos hace años.
El viaje se iniciaba en el aeropuerto Jorge Chávez de la ciudad de Lima, a las 5:30pm. En esa oportunidad llegamos unos de los primeros al aeropuerto para tener tiempo de chequear nuestras maletas y poder almorzar en uno de los muchos restaurantes tienen concesiones allí.
Después de habernos presentado al mostrador de Avianca, línea aérea en la que viajaríamos, y de haber presentado nuestros pasaportes y recibido nuestro pase de abordaje y los tickets correspondientes de las maletas, nos preparamos para esperar la hora del abordaje.
Como yo soy una persona muy cuidadosa con mis maletas, no me retiré hasta que los del personal de servicio de la aerolínea, les pusieron un zuncho de plástico rojo entre los dos extremos del cierre, a guisa de candado. Recién me he venido a enterar que ahora la IATA acepta unos candados especiales que pueden ser abiertos por las autoridades competentes, si así lo consideran necesario.
El viaje se inició puntualmente y nos transportamos en un avión que tenía televisores individuales, buenas películas, y una atención bastante buena. Llegamos a Bogotá aproximadamente a las 8 de la noche, y nos preparamos para el molestoso chequeo del que hace objeto Colombia a todos los pasajeros que llegan a ese país…razón? Dicen que Perú y Colombia son los países desde donde se transporta más droga al extranjero. El caso es que lo reciben a uno con perros, chequean los maletines antes de entrar a sala de espera, y los pasajeros en tránsito vuelven a ser chequeados por personal de la compañía de vuelos, tanto en sus personas, como todos los maletines, carteras y bolsitas que se ingresen…toda una malanoche. Por supuesto que estábamos cansados y se suponía que el vuelo sería a las 11pm. El chequeo seguía y ya daban casi las 12. En ese momento, salió un grupo grande de empleados y nos anunciaron que el avión que debía de transportarnos estaba malogrado. Así como así! En la sala se formó una especie de sindicato que persistiría a lo largo de todo el viaje. Unos tenían hambre, otros tenían sueno, otros se quejaban de que no llegarían a tiempo al trabajo, otros gritaban porque sí…porque les daba la gana.
Nos anunciaron que nos llevarían a un hotel y nos darían comida. Un gordo con hambre se sintió de lo más alegre. Una señora que cumplía años ese día estaba preocupada porque no llegaría a tiempo para los preparativos para la comida de la noche con su familia. Una señora en silla de ruedas, de esas que dicen que tienen la pierna mal para que las empujen cómodamente hasta el avión, tuvo que pararse y caminar, porque ya le dolía mucho estar tanto tiempo sentada. Tuvimos todos que pasar por inmigración para que nos dieran un permiso temporal para que pudiésemos ingresar al país y ser transportados al hotel.
Después de cómo 40 minutos de viaje en el ómnibus fletado por la aerolínea, en el que no apreciamos mucho de la ciudad de Bogotá, porque estaba muy oscuro, llegamos al Hotel Tequendama de la cadena Crowne Plaza. Allí tuvimos que chequearnos para recibir las llaves de nuestros cuartos. También nos dieron un voucher para comer en los comedores. Valió la pena la caminata, a pesar de estar tan cansados, porque adentro nos esperaba una comilona con ensaladas, carnes, puré de papa, frutas y jugos. El gordo comió hasta tres platos llenecitos!!
Después de la comida, nos retiramos a nuestros cuartos y después de un reconfortante baño nos acostamos en unas camas de lo más mullidas. Qué pena que el descanso nos duró sólo dos horas, porque a las 4:15am, ya nos estaban despertando para bajar a tomar un desayuno ligero y transportarnos al aeropuerto, donde nos volvieron a revisar exhaustivamente. También nos pusimos en cola para recibir una compensación de 60 US dólares por pasajero, para ser usado en nuestro próximo viaje en Avianca. Mucha gente gana más de 60 dólares al día y no todos tienen días sobrantes de vacaciones o por enfermedad…
El viaje salió a las 8: am del día 2 de noviembre. Nos dieron el avión con los televisores individuales y la atención fue, como siempre, excelente. Llegamos aproximadamente a la 1:30am a la ciudad de Nueva York. Las líneas para pasar inmigración estaban larguísimas. Los miembros del supuesto sindicato no se imaginaban lo que les esperaba.
Después de pasar los controles de inmigración, nos dirigimos a recoger nuestras maletas. El carrusel daba vueltas y vueltas, y comenzamos a preocuparnos porque las nuestras no salían. Paró el carrusel, y nada… Por allí un trabajador con un walkie-talkie nos dijo en inglés: “That’s it” (ya fue). El gordo saltó, la anciana gritó, unos muchachos tenían que hacer transbordo a Carolina del Norte, un viejito diabético gritaba que allí estaban sus medicamentos y que se podía morir, la dueña del santo no podía creer, que esto le pasase en su día especial, y nosotros..no nos quedábamos atrás. El personal de Avianca casi era agredido con palabras. Una señorita colectaba tickets de maletas y ponía los nombres de los viajeros detrás. Finalmente se organizó un mostrador en el que se comenzaron a llenar formularios de reclamos con los números de las maletas que faltaban. Eran 107 piezas de equipaje, las faltantes. Ya nos habían dado las 4 de la tarde en este plan.
Mi esposo vendió su derecho de carretilla a otro que la necesitaba, y nos fuimos arriba, a esperar un taxi. Tuvimos que enchufar nuestros celulares descargados en uno de los enchufes que había por allí, para poder hacer la llamada a la estación. Entre broma y broma, llegamos a la casa a las seis de la tarde…justo a tiempo para atender a unos señores que venían a instalar el cable de televisión!!!
A este punto, nos faltaban nuestras medicinas, cremas, embarres y ropa. Qué cólera! Nos la agenciamos como pudimos.
Un chofer de la compañía nos trajo nuestro equipaje a los dos días. Decían que se había quedado porque como el avión que nos pusieron era más chico, no podían transportar todo el equipaje de los pasajeros porque había peligro de desbalance del avión en caso de tormentas eléctricas o de vientos fuertes. Allí comenzó mi Vía Crucis…
Faltaba una maleta! Horror! Era la mía, donde estaba toda mi ropa de invierno, mis cremas, mis películas, mis libros y algunos regalitos…y peor….mis turrones de Doña Pepa, por los que tanta pata había tirado para conseguirlos allá por el centro de Lima…lo mismo mis libros,,,y qué decir de mis películas…las ultimitas.
La señorita Bertha Cecilia Scott, jefa de la división de reclamos de maletas de Avianca, me acompañó los 8 angustiosos días que buscamos esta maleta, con una paciencia infinita…llamándome, consolándome, buscando en los aeropuertos de tres países. Muchas veces nos frustramos, hicimos de Sherlock Holmes, pero allí le dimos a la búsqueda. Hasta fui personalmente al aeropuerto y pedí entrar al cuarto de objetos perdidos del aeropuerto JFK (que no es el de Avianca)…hasta un contrabajo enorme había. Sobre una carretilla habían dos carteras de mujer (porqué no revisaban los documentos?), habían muchos maletines de esos que les confiscan a las personas antes de entrar al avión para llevarlos a carga porque no entran en la cabina, algunas maletas con identificación que no sé qué hacen allí, etc. Qué espanto! Salí frustrada y con seis dólares gastados por gusto en el parqueo.
Finalmente, después de ocho días, apareció PANCHITA. La pobre estaba abandonada en un rincón del aeropuerto de Bogotá, porque algún irresponsable le había arrancado su identificación, y los datos que yo había dado sobre la forma de la maleta habían sido malentendidos. Felizmente, la señorita Scott tuvo la magnífica idea de mandarme una foto de los tipos de maletas, para que a través de ellas identifique la mía. Un ejemplo perfecto de colaboración con el cliente! Hoy me la mandaron en una limousine del aeropuerto. Estaba perfecta y adentro…. Y oh emoción! no faltaba nada! Ahora sí que tengo que cumplir la promesa que le hice al santito Tadeo de que rezaría 5 Padres Nuestros, 5 Ave Marías y 5 Glorias por 5 días seguidos…además de que haría una donación a una causa desesperada.
Promesas son Promesas!!!
Lucia Newton de Valdivieso 11 de noviembre de 2010
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