DESPUÉS DE LA RESURRECCIÓN Y DE LA PASIÓN
No escribí nada en esa semana especial para todos nosotros los católicos, la Semana Santa. Quizá estaba pensando qué decir y qué poner. Han sido muchos los sucesos que han antecedido a esta fiesta cristiana. Por lo pronto, comenzamos con un nuevo papa; un papa argentino; pero como para no cambiar totalmente de panorama en Roma, es un papa sudamericano de nacimiento, pero de sangre italiana. Y a pesar de estos tiempos agitados de la iglesia católica, en los se necesita una apertura mayor a los problemas actuales de este mundo que se vuelve cada vez más transparente y sin pelos en lengua, se elige, sin embargo, a quien se le califica como un papa conservador, poco permisivo de las nuevas tendencias que intentan mostrarnos un mundo que ya existía pero que nunca nos atrevimos a expresar. Le toca a este papa, más que resolver, vadear por los diferentes niveles del infierno y purgatorio tan bien expresados por Dante, y aprender a identificar a sus verdaderos enemigos.
Y a pesar de que se dice conservador, me parece a mí que intenta romper con los moldes tradicionales en los que por siglos se ha refugiado la Iglesia. Desde su renuncia, recién al principio de su apostolado, a los famosos zapatitos rojos de cuero finísimo, a la tradicional cruz de oro con piedras preciosas y al ornato del trono pontificio, a su opción por una Iglesia que se acerque más a la realidad terrenal, a los pobres del mundo... unos pobres del espíritu y otros, de riqueza material... ya la idea de un papa conservador se aleja tremendamente de su significado conceptual.
Y a pesar de que se dice conservador, me parece a mí que intenta romper con los moldes tradicionales en los que por siglos se ha refugiado la Iglesia. Desde su renuncia, recién al principio de su apostolado, a los famosos zapatitos rojos de cuero finísimo, a la tradicional cruz de oro con piedras preciosas y al ornato del trono pontificio, a su opción por una Iglesia que se acerque más a la realidad terrenal, a los pobres del mundo... unos pobres del espíritu y otros, de riqueza material... ya la idea de un papa conservador se aleja tremendamente de su significado conceptual.
La Iglesia de hoy necesita aceptar la sinceridad de sus integrantes y aceptar que ellos existen tal cual, con sus taras y pasiones, y que si se quieren acercar, hay que crear puentes y brechas por las que puedan subir desde su inanición espiritual a nutrirse de una doctrina de compasión y amor y de cooperación con el prójimo.
Y Bergoglio, el cardenal, ya había dicho: "Jesús nos enseña el otro camino: salir a dar testimonio, salir a interesarse por el hermano, salir a compartir, salir a preguntar, encarnarse”, dijo Bergoglio. “ Clericalizar la Iglesia es hipocresía farisiaca. La Iglesia del ‘vengan adentro que les vamos a dar las pautas acá adentro y lo que no entra no está’, es fariseísmo”.
Y qué de raro tiene que él diga esto? Si viene de un jesuita; una orden que siempre ha abogado por las reformas y ha jugado un papel importante en la revisión de la actuación de la Iglesia a través de los siglos.
Y es precisamente un jesuita, el primero de su orden en toda la vida del papado, el que sale elegido. Procede de una orden que fue disuelta por 100 años entre 1713 y 1814, debido a la preocupación que causó entre los poderosos, su inmenso poder e influencia en las cortes y entre las gentes comunes; una orden que nunca se quedó impasible ante el statu quo propugnado por las monarquías y por los poderes políticos conservadores, sino que cuestionaron la forma como se impartía la doctrina y su vinculación con los fuerzas de poder en los pueblos por los que hicieron fuerte su presencia.
Bien decía el papa innovador Pablo VI, cuando describió a los jesuitas:"Donde quiera que en la iglesia, incluso en los campos más difíciles o de primera línea, ha habido o hay confrontaciones: en los cruces de ideologías y en trincheras sociales, entre las exigencias del hombre y mensaje cristiano, allí han estado y están los jesuitas"
Una de las principales exigencias del apostolado jesuita, desde su fundación por San Ignacio de Loyola en 1540 ha sido la de viajar y extender por el mundo el Evangelio sin someterse a ataduras eclesiales. Sin embargo, Bergoglio rompe este molde tradicional porque se hace necesaria su presencia para guiar al rebaño descarriado y encaminarlo hacia una senda realista, más acorde con la realidad de los tiempos...con la sinceridad que se pide. No está de acuerdo con dejar de lado a los censurados, sino de salir a su encuentro y ver lo bueno que hay en ellos; escucharlos.
Es sorprendente que tras la renuncia de Benedicto XVI (un papa intelectual, que se dio a conocer muy poco ante el mundo católico, pero que desarrolló una posición conservadora frente a la creciente secularidad del mundo occidental, obligado quizás por mantener equilibradas las corrientes en contraposición dentro del sino de la iglesia), ahora, los mismos cardenales elijan, entre todos, a un miembro de una orden preocupada por el perfeccionamiento intelectual de sus integrantes y por el cuestionamiento de un statu quo en los métodos de acercamiento a la gran comunidad cristiana. Que elijan al miembro y líder de una orden con una vocación por la pedagogía y por la justicia social y por la redención de los pobres y desvalidos del mundo. Durante el cónclave se dice que se le vio como uno de los que limpiarían la actual imagen escandalosa de la curia, que ha quitado tanta credibilidad a la iglesia católica.
Bergoglio es un papa reformista de todos los problemas surgidos en los últimos tiempos dentro de la iglesia y obligará a la iglesia a tomar una actitud más abierta, más sincera y ordenadora de los problemas que se le han venido presentando. Pero a pesar de tomar una actitud de comprensión acerca de la existencia de una comunidad laica que hoy crea demandas de aprobación de parte de la Iglesia con respecto a su realidad desnuda, mantiene una actitud conservadora ante los cambios que esta propone: el matrimonio gay, el aborto, el control de la natalidad utilizando métodos terapéuticos la apelación al celibato, la incorporación de la mujer al sacerdocio. Reconoce la existencia de estos segmentos de la población y de las nuevas propuestas, pero no puede aceptar "su normalidad" frente al dogma, porque al admitir este tipo de cambios en él , estaría creando un desconcierto demasiado grande entre los grupos que integran la comunidad católica, Estaría contraviniendo el mismo propósito de la creación del hombre que propugna la Iglesia, estaría distrayendo la labor de la mujer -madre y la del pastor con completa dedicación a su iglesia. Eso jamás lo aceptará, y por eso es conservador...para la iglesia católica, una reforma con esta clase de aceptaciones debilitaría la piedra de fundación de aquella y cualquier edificación sobre ella, la terminaría derrumbando por completo. Bergoglio ha destacado la necesidad de que la Iglesia se aleje de lo mundano, explicado como lo desligado de la espiritualidad, edificándose sobre el Evangelio y la piedra angular de Cristo, y no "como los castillos de arena que hacen los niños y que se derrumban fácilmente". Benedicto XVI no tuvo fuerzas para enfrentar las fuerzas de oposición que veía venir y prefirió delegar esta función a un hombre que tuviera el empuje necesario para reparar las tremendas rajaduras de la base de la iglesia y que con su actitud de liberación, siguiera liderando al gran rebaño católico a su debido redil, restaurándole espiritualidad a un mundo cada vez más materialista, ambicioso y de relajo moral. Será este papa negro, como se le dice a los líderes jesuitas, el último papa de las profecias de Nostradamus , el que marcará el final de los tiempos, o de repente el final de la gran comunidad católica romana y apostólica? Será capaz este papa de apaciguar la tremenda marejada de intereses encontrados y de intrigas dentro de la curia y podrá hacer frente a las demandas de esta sociedad más liberal?
Y Bergoglio, el cardenal, ya había dicho: "Jesús nos enseña el otro camino: salir a dar testimonio, salir a interesarse por el hermano, salir a compartir, salir a preguntar, encarnarse”, dijo Bergoglio. “ Clericalizar la Iglesia es hipocresía farisiaca. La Iglesia del ‘vengan adentro que les vamos a dar las pautas acá adentro y lo que no entra no está’, es fariseísmo”.
Y qué de raro tiene que él diga esto? Si viene de un jesuita; una orden que siempre ha abogado por las reformas y ha jugado un papel importante en la revisión de la actuación de la Iglesia a través de los siglos.
Y es precisamente un jesuita, el primero de su orden en toda la vida del papado, el que sale elegido. Procede de una orden que fue disuelta por 100 años entre 1713 y 1814, debido a la preocupación que causó entre los poderosos, su inmenso poder e influencia en las cortes y entre las gentes comunes; una orden que nunca se quedó impasible ante el statu quo propugnado por las monarquías y por los poderes políticos conservadores, sino que cuestionaron la forma como se impartía la doctrina y su vinculación con los fuerzas de poder en los pueblos por los que hicieron fuerte su presencia.
Bien decía el papa innovador Pablo VI, cuando describió a los jesuitas:"Donde quiera que en la iglesia, incluso en los campos más difíciles o de primera línea, ha habido o hay confrontaciones: en los cruces de ideologías y en trincheras sociales, entre las exigencias del hombre y mensaje cristiano, allí han estado y están los jesuitas"
Una de las principales exigencias del apostolado jesuita, desde su fundación por San Ignacio de Loyola en 1540 ha sido la de viajar y extender por el mundo el Evangelio sin someterse a ataduras eclesiales. Sin embargo, Bergoglio rompe este molde tradicional porque se hace necesaria su presencia para guiar al rebaño descarriado y encaminarlo hacia una senda realista, más acorde con la realidad de los tiempos...con la sinceridad que se pide. No está de acuerdo con dejar de lado a los censurados, sino de salir a su encuentro y ver lo bueno que hay en ellos; escucharlos.
Es sorprendente que tras la renuncia de Benedicto XVI (un papa intelectual, que se dio a conocer muy poco ante el mundo católico, pero que desarrolló una posición conservadora frente a la creciente secularidad del mundo occidental, obligado quizás por mantener equilibradas las corrientes en contraposición dentro del sino de la iglesia), ahora, los mismos cardenales elijan, entre todos, a un miembro de una orden preocupada por el perfeccionamiento intelectual de sus integrantes y por el cuestionamiento de un statu quo en los métodos de acercamiento a la gran comunidad cristiana. Que elijan al miembro y líder de una orden con una vocación por la pedagogía y por la justicia social y por la redención de los pobres y desvalidos del mundo. Durante el cónclave se dice que se le vio como uno de los que limpiarían la actual imagen escandalosa de la curia, que ha quitado tanta credibilidad a la iglesia católica.
Bergoglio es un papa reformista de todos los problemas surgidos en los últimos tiempos dentro de la iglesia y obligará a la iglesia a tomar una actitud más abierta, más sincera y ordenadora de los problemas que se le han venido presentando. Pero a pesar de tomar una actitud de comprensión acerca de la existencia de una comunidad laica que hoy crea demandas de aprobación de parte de la Iglesia con respecto a su realidad desnuda, mantiene una actitud conservadora ante los cambios que esta propone: el matrimonio gay, el aborto, el control de la natalidad utilizando métodos terapéuticos la apelación al celibato, la incorporación de la mujer al sacerdocio. Reconoce la existencia de estos segmentos de la población y de las nuevas propuestas, pero no puede aceptar "su normalidad" frente al dogma, porque al admitir este tipo de cambios en él , estaría creando un desconcierto demasiado grande entre los grupos que integran la comunidad católica, Estaría contraviniendo el mismo propósito de la creación del hombre que propugna la Iglesia, estaría distrayendo la labor de la mujer -madre y la del pastor con completa dedicación a su iglesia. Eso jamás lo aceptará, y por eso es conservador...para la iglesia católica, una reforma con esta clase de aceptaciones debilitaría la piedra de fundación de aquella y cualquier edificación sobre ella, la terminaría derrumbando por completo. Bergoglio ha destacado la necesidad de que la Iglesia se aleje de lo mundano, explicado como lo desligado de la espiritualidad, edificándose sobre el Evangelio y la piedra angular de Cristo, y no "como los castillos de arena que hacen los niños y que se derrumban fácilmente". Benedicto XVI no tuvo fuerzas para enfrentar las fuerzas de oposición que veía venir y prefirió delegar esta función a un hombre que tuviera el empuje necesario para reparar las tremendas rajaduras de la base de la iglesia y que con su actitud de liberación, siguiera liderando al gran rebaño católico a su debido redil, restaurándole espiritualidad a un mundo cada vez más materialista, ambicioso y de relajo moral. Será este papa negro, como se le dice a los líderes jesuitas, el último papa de las profecias de Nostradamus , el que marcará el final de los tiempos, o de repente el final de la gran comunidad católica romana y apostólica? Será capaz este papa de apaciguar la tremenda marejada de intereses encontrados y de intrigas dentro de la curia y podrá hacer frente a las demandas de esta sociedad más liberal?
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