Instituto de Investigación del
Patrimonio Cultural
LA CELEBRACIÓN DEL DÍA DE MUERTOS EN EL PERÚ
María del Carmen Fuentes Huerta
18 de noviembre, 2013
“El deber más santo de los que viven
es honrar la memoria de los que ya no están”
Ausonio en Parentalia (s. IV)
Una de las tradiciones que forman parte del patrimonio inmaterial de un grupo humano es la forma
en que recuerda a sus parientes fallecidos. Los días 01 y 02 de noviembre, fechas en que se
celebra el Día de los Santos y el de los Difuntos respectivamente, se constituye en muchos
lugares una sola celebración.
Se ha señalado que el modo en que en algunos lugares del Perú se rinde culto a los antepasados
tiene sus orígenes en épocas prehispánicas, debido a la forma en que se celebraban los
aniversarios de la muerte y el tratamiento que recibía el mallqui o cuerpo del fallecido. Es
entonces cuando se le sacaba de la sepultura, se le cambiaba las ropas, y se le ofrecía alimento y
bebida.
En 1615, el cronista Guamán Poma de Ayala, describe
esta práctica en su “Nueva Corónica y Buen Gobierno”
“Noviembre. Aya Marcay Quilla, este mes fue el
de los difuntos. Aya quiere decir difunto, es la
fiesta de los difuntos, en ese mes sacan los
difuntos de sus bóvedas que llaman pucullo y le
dan de comer y de beber, y le visten de sus,
vestidos ricos, y le ponen plumas en la cabeza, y
cantan y danzan con ellos, y le pone en unas
andas y andan con ellas en casa en casa y por
las calles y por la plaza y después tornan a
meterlos en sus pucullos, dándole sus comidas y
vajilla, al principal de plata y de oro y al pobre de
barro; y le dan sus carneros y ropa y los
entierran con ellas y gasta en esta fiesta muy
mucho” (1993: 177)
Estas acciones, que los españoles encontraron a su
llegada, fueron prohibidas por los sacerdotes. En 1567
el Primer Concilio Limense indicaba en el canon 106
parte 2:
“Que en las ofrendas por los difuntos,
especialmente el día de las ánimas después de
Todos Santos, no se permita a los indios ofrecer
cosas cocidas o asadas, ni se dé ocasión para
su error, que piensan que las ánimas comen de
aquello” (Citado en Van der Berg,1989: 171)
Por otro lado, ¿desde cuándo y de qué manera conmemoraba la Iglesia Católica a los difuntos?
El culto a los parientes muertos, fue celebrado por los primeros cristianos de la misma forma en
que lo hacían los romanos en sus fiestas parentales celebradas del 13 al 21 de febrero de cada
año cuando el Estado consagraba una novena a los “parientes difuntos” que acababa en la
Feralia. En estas fiestas, familiares y amigos de los difuntos se reunían para visitar las tumbas
NOVIEMBRE
Aya Marcai quilla, la fiesta de los difuntos.
Imagen:http://www.ceapedi.com.ar/imagenes/bibliot
eca/libros/42.pdf [Consulta: 23.11.2013]
2
Universidad Ricardo Palma
Instituto de Investigación del
Patrimonio Cultural
llevando ofrendas, que podían ser espigas, un poco de sal y unas violetas. Al día siguiente, el 22
de febrero, en la fiesta de la Caristia, cada familia ofrecía a sus difuntos un banquete sagrado en
el que el fallecido era invitado a participar.
Después del Edicto de Milán (313), en el que cesa la persecución de los cristianos y muchos
romanos se convierten al cristianismo, la tradición de celebrar a los muertos continúa llevándose a
cabo cada febrero, haciéndose cada vez de manera más disoluta, por lo los banquetes funerarios
quedan prohibidos.
Es en el año 998 cuando el monje benedictino San Odilón quinto abad de Clunny estableció
la oración por los difuntos entre todos los monasterios de su congregación, instituyendo el 2 de
noviembre como la fecha de Conmemoración de los Fieles Difuntos para orar por las almas de los
fallecidos. En el siglo XIV, esta celebración se generaliza en toda la iglesia católica, debiéndose
asistir a misa, comulgar por los difuntos y visitar los cementerios.
Esta sería la manera que los sacerdotes españoles que llegaron en el siglo XVI, inculcarían en los
indígenas la conmemoración del Día de Muertos, sin embargo la forma ancestral de celebrarlo y
que hemos explicado líneas arriba, sería la que iba a prevalecer, pese inclusive a las campañas
de extirpación de idolatrías.
Otro aspecto a tener en cuenta es la diferencia de conceptos sobre lo que significa la muerte1 para
los quechuas, aymaras como para los muchos grupos culturales que ocuparon nuestro territorio,
frente a la idea cristiana de la muerte:
“[…] la concepción andina de la muerte y el Más Allá carecería de la idea de un Juicio Final
y de las nociones de premio y castigo, de Cielo e Infierno. Tampoco se especifica en
ningún momento el lugar exacto adonde han de ir los difuntos, aunque si queda explicitado
el temor de que queden vagando por la tierra y causen la desdicha de los vivos. Así tal vez
lo único que en este punto podamos resolver sea que la vida post-mortem significaba para
las gentes andinas una existencia paralela en los mismos términos que aquella disfrutada
en el plano terrestre.” (Gil, 2002:66)
Para que esta existencia sea pacífica, los deudos deben ofrecerles comida, bebida, vestimenta; el
buen trato con las almas será definitivo en una sociedad cuya base económica es la agricultura, y
noviembre es el mes de inicio de lluvias, sólo así se asegurará una buena cosecha.
A diferencia de la concepción católica, la relación entre los vivos y los muertos continúa. El culto a
los antepasados revitaliza las relaciones de reciprocidad que sustentan la economía de la
sociedad.
Se ha afirmado que, como en muchas celebraciones, se produjo un sincretismo religioso, aunque
a decir de algunos autores, esta aseveración es muy simplista en el caso de la celebración del Día
de los Difuntos en algunos pueblos del Perú.
Veamos de qué manera se celebra esta festividad en algunas ciudades del norte, centro y sur de
nuestro territorio, donde a pesar que las prácticas puedan tener elementos comunes, también hay
otros que las caracterizan y hacen de ellas tradiciones únicas que deberían ser preservadas.
En la costa norte, en el departamento de Piura, más precisamente en la zona denominada Bajo
Piura, en Sullana, Paita y Sechura, la celebración del día de muertos es tradicional y aunque ha
ido variando con el tiempo, es una de las fiestas más importantes. Los días 30 y 31 los familiares
van a los cementerios a limpiar y pintar las tumbas, a quitar la maleza, y las piedras. La festividad
se inicia el día 1 de noviembre con el recuerdo de los “angelitos”, aquellos niños y adolescentes
muertos.
1 Para mayor información sobre la muerte andina consultar: NEGRO, Sandra. La persistencia de la visión andina de la muerte en el
virreinato del Perú. En: Revista Anthropologica 14. Lima: PUCP. pp. 121-141
3
Universidad Ricardo Palma
Instituto de Investigación del
Patrimonio Cultural
TRADICIONALES ANGELITOS Y ROSCAS DE MUERTO
1 Bolsitas que contienen diferentes dulces: bombitas, alfajores, pastelitos, rosquitas, budines y el papelillo, dulce tradicional a
base de camote, que serán ofrecidos a los infantes en honor de los niños fallecidos.
Imagen:https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiuAEZduJ2SE9vNsfH1WmgNsV2D1nNiRCM0XvY6_z6Itsn6HzZ4saujsREggg2Jg6KyRQAq-0jge1ptqlOZQfp_uVsjFFhKPezRTDytyCHTiUAX0WhvvscCEEE2C3HJW1nJ2euqdA55ev4/s1600/Derechos+Reserva
dos%2BV%C3%83%C2%ADctor%2BLinares.jpg [Consulta 5.11.2013]
2 La rosca con una cruz en el centro, grandes para ser ofrecidas en nombre de los adultos fallecidos.
Imagen: http://farm1.staticflickr.com/106/300543826_4173dea94c.jpg [Consulta 7.11.2013]
Desde las 7 de la mañana, en los cementerios se coloca flores en sus tumbas, después del
mediodía y hasta las seis de la tarde se celebra en la plaza la primera parte de la festividad del
Día de Santos. Frente a la iglesia se colocan puestos de venta de suspiros, buñuelos, rosquillas,
alfajores, bizcochos, cocadas, pan de muerto, etc.
Ese día las madres que perdieron a sus hijos, van en busca de aquellos niños de la misma edad y
apariencia que se los recuerden y les ofrecen miel de chancaca y dulces. La madre del angelito
bendice al niño y le da de comer a nombre de su niño muerto, “come por …” es lo que dice cada
madre. Si el niño es muy pequeño le dará de comer un trozo de rosca sumergido en miel, si ya
puede comer por si solo recibirá dulces, los mismos que se denominan también “angelitos”.
La celebración en recuerdo de los adultos fallecidos se inicia, desde las seis de la tarde del día 1 y
durante toda la noche se realizan las “velaciones”, la tradición consistía en velar tanto el día 1
como el 2, aunque puede hacerse todo el mes de noviembre.
En tiempos pasados, alumbrados por la luz
de las velas, los familiares permanecían toda
la noche al pie de las tumbas o nichos, hoy
cables de luz eléctrica permiten que focos y
fluorescentes se mantengan prendidos toda
la noche. Los familiares llevan petates y
EL RECUERDO DE LOS ADULTOS: LAS VELACIONES
|
durante la noche comen y beben recordando
al difunto.
Al igual que lo hacen con los niños, los
familiares ofrecerán a nombre de los
parientes fallecidos roscas de muerto a
mujeres y hombres que se los recuerden.
Esta celebración se lleva a cabo también en
el departamento de Lambayeque.
Universidad Ricardo Palma
Instituto de Investigación del
Patrimonio Cultural
LOS BOLLOS, HECHOS CON MASA DE PAN, QUE SERÁN
OBSEQUIADOS A LAS NIÑAS EN LA CELEBRACIÓN DEL
DÍA DE SANTOS.
Imagen:http://destinosabroso.files.wordpress.com/2011/11/310
679651_5ce021df31_o1.jpg [Consulta 7.11.2013]
Al norte también, en el departamento de Cajamarca, como en los casos anteriores, la preparación
para la conmemoración del Día de Muertos empieza los últimos días de octubre con la limpieza y
pintura de las tumbas preparándolas para la visita de los deudos el día 1 de noviembre.
Al igual que otras ciudades del Perú donde se hornean para estas festividades las tantawawas, en
Cajamarca ese pan en forma de bebé, recibe el nombre de bollo, los padres regalan a sus niñas
estos panes con carita y cabello o gorros, los niños reciben panes en forma de toros o yuntas de
bueyes.
La particularidad de los bollos es que podían
ser vestidos con ropitas especialmente
cosidas o tejidas para las niñas de la familia.
Hoy, esta tradición casi ha desaparecido, y
sólo adornan con papel crepé o cintas de
agua.
El realismo del bollo representando a un
infante, es tal que también debe ser
bautizado, la celebración del “bautizo del
bollo” es la que caracteriza al Día de Santos
en Cajamarca.
Para el bautizo, es necesario contar con una
persona que haga el papel del sacerdote, los
supuestos padres y los padrinos, incluso se
harán capillos recordatorios de esta fecha que
marcará el inicio del compadrazgo como si
hubiera sido el bautizo de un niño real.
Terminada la ceremonia el bollo suele ser
repartido entre los asistentes.
En Arequipa, al sur de nuestro país, además de la visita a los cementerios, en algunas zonas de
día, mientras en otras se hará por la noche hasta la madrugada del día 2, lo tradicional será la
preparación de panes especiales que se venden todo el mes de noviembre. Son las llamadas
guaguas, las cuales se harán en forma de niños, caballos, estrellas, y pueden estar rellenas de
manjar, pasas, y en la actualidad hasta chocolate. Una antigua receta de Leonor Tapia de Salas
(1879-1954)2 indicaba el modo de prepararlas:
GUAGUAS DE BIZCOCHO
3 libras y 12 onzas de harina de la flor, 1 libra y 12 onzas de azúcar, 1 onza de canela en
polvo, 1 litro de leche, un poco más de ½ libra de manteca, 4 panes de masa (para hacer
levadura). Se disuelve el azúcar en ½ taza de agua caliente. La leche se tiene hervida y
tibiecita
Modo de preparar la masa: Esta se pica en pedacitos en 1 taza de la leche (esta es la
levadura). Se pone la masa en el depósito que se ha de hacer la masa, ahí se echa todo lo
anterior (la canela molida con una cascarita de naranja) y 12 huevos batidos, se mezcla
todo y se deja tapado con un mantel y encima con una frazada y se deja hasta el día
siguiente. Todo esto se hace en la noche. Al día siguiente se parte la masa en pedazos del
porte que se desee hacer las guaguas, estas se hacen como un bolillo, se aplastan
dándoles la forma, se les pone las caritas (caritas de yeso que se venden) se les abre el
centro, se les pone el dulce y al horno.
2 En: RUIZ ROSAS, El Recetario de Arequipa. 500 recetas de la gran cocina mestiza. Arequipa: Cuzzi,
2009, p. 449
5
Universidad Ricardo Palma
Instituto de Investigación del
Patrimonio Cultural
El “bautizo de guagua”, era una tradición del Día de todos los Santos esperada por las familias
arequipeñas. Años atrás, la guagua el pan con forma de bebé y carita de yeso era ofrecida
por quien haría las veces del padre a la que representaría a la madre, y ella era quien organizaba
la ceremonia del bautizo eligiendo al sacerdote, padrinos, y testigos.
Esta celebración, era además un pretexto para iniciar vínculos o fortalecer lazos y el rito era
realizado parodiando el verdadero sacramento. La “guagua de bautizo” tenía incluso una receta
especial que llevaba un relleno de manjar blanco y un baño de merengue.
Chalco Pacheco, al referirse al bautizo de las guaguas de todos los Santos en el imaginario
arequipeño señalaba:
“[…] El cura es quien conduce la ceremonia de bautizo cuyo ritual va entre bromas, chistes,
anécdotas, cuentos y chismes de cómo lo padres hicieron la guagua, en qué lugar, si
alguien los vio, echando agua bendita y pronunciando oraciones, maldiciones y
bendiciones, etc. Al buscar el nombre que llevará la guagua es el más extravagante y
extraño posible, y finalizando el acto se procede a cortar en pedazos pequeños para que
alcance y coman todos los presentes en señal de aceptación, para luego culminar con
bailes y licor que corresponde a una fiesta.” (2000, 11)
La población inmigrante, mayoritariamente procedente de Puno ha modificado las costumbres en
las celebraciones de todos los santos y día de los muertos en Arequipa. Hoy puede verse en los
cementerios arequipeños, numerosas celebraciones y mesas de ofrendas como explicaremos a
continuación para la zona del Collao.
Los aymara conciben una vida después de la muerte, donde se piensa, actúa y siente de la misma
forma que en esta vida. A diferencia de otras culturas en que la muerte significa la extinción de la
vida, para ellos simplemente significa dormir (ikiña o jach´a jiwa), cada noche experimentan una
“muerte menor” donde el espíritu se encuentra con las almas benditas, la “muerte mayor” significa
tan sólo un descanso más prolongado. Para algunos incluso “la muerte es parte de la vida”.
En la religión de los aymaras ocupa un lugar muy importante su fe en las almas de los
muertos, en particular la partida del alma después de la muerte y su establecimiento en el
mundo de los muertos. Llevados por esta fe, desarrollan un amplio conjunto de
ceremonias, costumbres, acciones, eventos y procesos rituales. (Onofre: 2001, s/p)
TRADICIONALES GUAGUAS AREQUIPEÑAS
Las guaguas arequipeñas y sus características caritas de yeso. Nótese la diferencia de la “guagua de bautizo” rellena con
manjar blanco, bañada con merengue y decorada con mucho espero para ser repartida entre los invitados a la ceremonia.
Imágenes: M. Fuentes, 2008 – A. Huerta, 2013
6
Universidad Ricardo Palma
Instituto de Investigación del
Patrimonio Cultural
Los fallecidos adquieren la categoría de un dios menor a quienes sus familiares podrán
encomendarse, a cambio deberán rendirle culto, una de las fechas en que deberán hacerlo es en
la Fiesta de todos los Santos.
En las provincias de Puno, en San Román, Ilave, Huancané, Chucuito, Juli, Melgar, Moho entre
otras zonas de la región del Collao, los preparativos empiezan quince días antes, los familiares
compran o intercambian maíz tostado, panecillos, “quispiñas”3, picarones o “tojtos”, carne, sal,
cebolla, ají, flores, dulces de azúcar refinada y la harina para preparar las tanta wawas que son
panes con formas diversas: llamas, alpacas, caballos y palomas, además de escaleras, luna, sol,
estrellas y ángeles.
Todos estos productos serán colocados en la tómbola, como se denomina a una especie de altar
que se levanta el 1 de noviembre en la casa del difunto, pues es a las 12 del mediodía que llega el
alma y hay que recibirla.
Para empezar el armado de la tómbola, se tiende una tela negra, si el difunto es adulto, y blanca si
es un infante, y sobre ella se colocarán todos los productos antes enumerados, a los que se
agregan frutas, la comida que le gustaba al difunto, coronas de flores, chicha, coca, licor, y en la
actualidad hasta botellas de gaseosa. Durante toda la tarde y noche, los familiares, vecinos y
amigos vienen a ofrecer una oración y acompañar al alma que está de visita en su hogar. En
agradecimiento, se les entrega a los visitantes una tanta wawa (bebé de pan) o tanta achachi
(abuelo de pan) dependiendo si el difundo es un niño o un adulto.
3 Bocaditos de quinua y cal, para prepararlos: “Primero se cosecha la quinua, se golpea, se saca toda la cáscara, después otra vez
en los batanes sacan las cáscaras, luego lo lavan y sacan las piedritas en bañadores. Después la quinua la secan y hacen mole r,
entonces ponen cal, pero hay que saber calcular”, relata Quispe. Una vez conseguida la cal y la “harina de quinua”, encienden los
fogones y en ollas hechas de barro asientan pajas bravas y secas, donde ponen los trozos de este alimento para su respectiva
cocción. Entonces ya está listo para consumirla”. (Diario Nacional 30.05.2013)
Fuente:http://www.eldiario.net/noticias/2013/2013_05/nt130530/nacional.php?n=41&-la-galleta-de-quinua-o-quispinia-es-lapreferida-
en-corpus-christi [Consulta: 26.10.2013]
4 En otras zonas altiplánicas del territorio aymara esta mesa recibe también el nombre de tumba.
1 Panadero puneño preparando los panes en forma de escalera, que permitirán al difunto subir al cielo, por ello son
infaltables en las mesas de ofrendas. Imagen: http://www.rpp.com.pe/pict.php?g=-1&p=/picnewsa/996195.jpg [Consulta:
26.10.2013]
2 La tómbola, altar levantado en la casa del difunto durante los tres años siguientes a su muerte.
Imagen: http://www.pachamamaradio.org/wp-content/uploads/2012/11/DSCN6540_thumb.jpg [Consulta: 26.10.2013]
7
Universidad Ricardo Palma
Instituto de Investigación del
Patrimonio Cultural
El día 2, parientes y amigos se trasladan al cementerio llevando la mesa que ha sido
desmantelada y que volverá a levantarse alrededor de la tumba. Allí los rezadores, nombrados
reciris empiezan a orar muy temprano, sobre todo si el difunto es un niño, para que al regresar no
se le haga tarde y pudiera extraviar el camino de las almas. La música ejecutada con tambores,
arpas, guitarras, acordeones, zampoñas y pinkillos5 complementa la celebración para alegrar el
alma del difunto.
La comida que está servida en la tómbola, es repartida y debe acabarse, no debe regresarse nada
al hogar de los deudos porque podrían volver las penas. Finalmente se invita a la casa de los
celebrantes para servirse comidas, brindar pudiendo terminar en una fiesta con música y baile, de
este modo las almas habrán regresado felices.
La tómbola debe hacerse obligatoriamente los tres primeros años después de la muerte del ser
querido, sólo entonces podrá hacerse algo en favor del alma del difunto. El primer año se
denomina apertura, y es la ofrenda para el “alma nueva”, el segundo el medio es decir, a medio
camino de la marcha, y el tercero el cierre, la llegada del alma al final del periodo.
En el centro del Perú, en Huancayo, la capital del departamento de Junín, con anterioridad al 1 de
noviembre, los deudos visitan las tumbas de sus seres queridos para limpiarlas, pintarlas y
adornarlas. Es a medio día del primero, cuando las almas vuelven y deben sentir que no las han
olvidado, por ello los familiares y amigos se reúnen en los cementerios llevando la comida y
bebidas que en vida les gustaba, además de flores y coca. Los rezos y música acompañan la
conmemoración que se extiende hasta el día 2, y que se denomina Ayakunapa Muyun o Día de
las Almas.
El área geográfica a la que hacemos referencia estuvo poblada en el periodo anterior a los incas
por los Huancas, quienes ocuparon además Jauja, Concepción, parte de Huancavelica y
Tayacaja. Según su concepción de la vida, esta continuaba a pesar de que el corazón dejase de
latir y el cuerpo se descompusiera. Un sacerdote andino señalaba “El alma es la energía que
aunque no se vea y no te hable, sigue viva y a quien no se le debe tener miedo, ni nos va hacer
daño…”6
En el distrito de Chongos Bajo,
distante 22 km. de Huancayo, se
conserva una tradición que aunque ha
ido variando con el tiempo, permanece
aún en muchas de las familias. Se
inicia en la mañana del día 1 con una
misa, al regresar a sus hogares los
pobladores armarán la mesa de
ofrenda u trulakuy, donde junto a la
comida, fruta, panes, velas y flores, se
colocarán las calaveras de personas
que pueden ser de familiares, o de
desconocidos y que al tenerlas con
ellos, son parte significativa de sus
vidas, considerándolos como sus
protectores. El mismo día y aún el
siguiente, los pobladores se dirigen a
los cementerios para limpiar las
tumbas, ofrecer rezos y cantos.
5 La música del pinkillo atrae la lluvia y no ofende a los muertos cuya intercesión es imprescindible para lograr una buena cosecha.
6 En: http://www.rpp.com.pe/2012-11-01-huancayo-recuerda-a-sus-difuntos-con-misas-orquestas-y-mucho-mas-noticia_536548.html
Ofrenda a los difuntos o trulakuy en el pueblo de Chongos Bajo, Barrio
Sur. En ella pueden observarse las calaveritas de los antepasados o
incluso de desconocidos.
Fuente: Perales-Rodríguez: 2011, 229
8
Universidad Ricardo Palma
Instituto de Investigación del
Patrimonio Cultural
Es el día 03 de noviembre cuando se celebra
la fiesta denominada Tullupampay (entierro de
muertos), llamada así por la forma en que se
celebraba en épocas anteriores. En la
actualidad, la población se dirige al cementerio
llevando sobre una manta las calaveritas
cubiertas con un chullo o gorro (para que no
sientan frío), junto a ellas colocan panes, flores
y frutas. A medio día el sacerdote celebra una
misa y después bendice a los fieles y sus
calaveritas.
Este aspecto de la religiosidad popular es
importante, porque sustenta la reciprocidad
entre el cuidado que se tiene con las
calaveritas, como los rezos, ofrendas, velas y
los favores recibidos por ellas.
En el caso de Lima, la presencia de migrantes de todas las provincias del país, ha dado lugar a
que esta celebración colme de música y danzas los camposantos, tanto formales como
informales, en todos los distritos de Lima Metropolitana.
Como los casos particulares que se han reseñado, en todos los lugares del Perú hay ritos y
conmemoraciones en recuerdo de los parientes y amigos muertos. La cada vez mayoritaria
presencia de las iglesias cristianas sobre todo en las áreas rurales de nuestro país, y sus prédicas
en contra de las prácticas tradicionales de culto a los muertos, las está restringiendo hasta
hacerlas desaparecer.
Termino este artículo con el tema del cantautor
argentino Víctor Heredia. Han pasado más de
300 años de la narración del cronista Guamán
Poma de Ayala, pero la certeza de que los
difuntos vuelven cada noviembre aún está
fuertemente arraigada en la población de
muchas zonas del Perú.
Aya Marcay Quilla
Nunca pierdas a tu niño en tus brazos
nunca sufras tal dolor
te parecerá que el mundo se acaba
que algo adentro se rompió
ya no habrá dolor que pueda conmigo
indiecito se durmió
la peste negra del extranjero
su risa se llevó
Aya Marcay Quilla lo traerá de nuevo
pero no me sonreirá
el brillo de sus ojos ya se apagó.
Álbum “Taqi Ongoy” (1986)
http://www.youtube.com/watch?v=Xyj-oaeBN-4
Las calaveritas sobre una manta en el cementerio de
Chongos Bajo para la celebración de Tullumpampay
Imagen:http://1.bp.blogspot.com/_VlBOkoZq62Q/TNH1yOsd_
FI/AAAAAAAABdA/VQA7zWWEsFM/s1600/CALAVERAS+02
.bmp [Consulta: 2.11.2013]
El cementerio Nueva Esperanza de Villa María del Triunfo, el
más grande de Lima, recibió el día 1 de noviembre a miles de
provincianos quienes recordaron a sus muertos con ofrendas
de comidas, bebidas, música y bailes del mismo modo que
antes lo celebraban en sus pueblos.
Las cruces de madera recién pintadas, las coronas de flores y
las tanta wawas no faltaron en esta celebración.
Imagen: http://cde.elcomercio.pe/66/ima/0/0/6/8/8/688337.jpg
[Consulta: 5.11.2013]
No hay comentarios.:
Publicar un comentario