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viernes, 22 de junio de 2018

LIMA DE NUEVO






¡Lima de nuevo!  Una felicidad llegar a lo de uno…aunque sea en medio de golpes de martillos y de encontrar mi lavandería medio destrozada y las cañerías destapadas porque ya es perentorio el cambio en este edificio viejo y cansado.  Mis muebles siguen tapados porque no quiero que les caiga el polvo que levanta la picada de las paredes. No hay agua en la cocina y hay que lavar los platos en el lavadero del baño de distribución.  Pero es maravilloso llegar y saber que uno es dueño de su tiempo y de su espacio.
Lima está llena de arte y de sociabilidad.  En un fin de semana he visto hermanos y amigos queridos.  Muchos almuerzos, cafecitos, y sobre todo…arte que se me sale por los poros.  He ido a escuchar a la Sinfónica en nuestro maravilloso Teatro Nacional, que tiene una acústica maravillosa; he disfrutado de una película peruana, Wiñaypacha…muy diferente de lo que he visto…peruana y llena de sentimientos que cuenta la historia de la ancianidad y pobreza en las punas…una catársis para nuestros indiferentes corazones…; he paseado por jirones y calles en el centro de Lima y he aprendido de artistas jóvenes, como Humberto Saldarriaga que cuentan nuestra historia a través de sus cuadros…60 pa’arriba es un cándido tributo a la vejez y envejecimiento, que se expone en la casa museo de un personaje de la escuadra de la Independencia…O’Higgins.  Después de acompañar a mis amigas en su devoción a San Judas Tadeo y ver la cantidad de fieles que hacen cola para tocar el altar de plata del Santo abogado de los trabajadores, llenos de flores y arreglos florales que agradecen el favor concedido, nos dirigimos a comer nuestro sánguche de jamón del norte con su “azuquitar” y su acompañante de salsa de cebolla, en el centenario Bar Cordano.  Arriba descansan impasibles los gallinazos en el dintel de las ventanas del otrora famoso y trágico hotel Comercio.  Al lado, los restauradores continúan con su obra de embellecimiento de la Ciudad. Nos tomamos una foto frente a Palacio, y nos la toma un policía de la guardia.  Nos reímos de la informalidad de nuestros peruanos.  Al fondo hacen guardia los Húsares de Junín, guardia del Palacio y del presidente. Sobre el atrio de la catedral y al costado de la pileta de la Plaza de Armas, contemplan el cambio de guardia turistas y peruanos que por allí pasan.














En Lima los taxistas te cuentan su historia (muchos cuentan los asaltos que sufren cuando trabajan de noche), conversan de política o de fútbol.  En esto último me hago la versada, pero no sé ni papa.  En Lima la fiebre por el fútbol y el mundial está altísima.  Niños y adultos se compran las figuritas de sus preferidos jugadores e intercambian las repetidas para el álbum, como hacíamos con las figuritas de ángeles, flores y canastas, de tiempos antiguos.
Y no faltan los recorridos históricos de mi amigo Marco Antonio Capistrán Núñez, quien con paso seguro nos guía por calles y jirones, contándonos esta vez la historia de los monumentos, aderezándola con anécdotas desconocidas.  Parece el flautista de Hamelin, al cual se le van acoplando varios seguidores a lo largo de su recorrido.
Y por allí me dirijo al Museo de Arte de Lima (el MALI), porque la naturaleza me llama…En eso veo un cartel tentador…Están exponiendo las pinturas y esculturas del famoso Johan Miró…español, catalán y amigo de Picasso.  La tentación es demasiado grande…pago mis 10 soles de adulto mayor y me meto para hacer una “visita rápida”.  Por allí me invita un amable anfitrión, a integrarme a un grupo guiado.  No me gusta la pintura abstracta, pero es famoso y me han dicho que es buena la exposición. No sabía que mi perspectiva cambiaría después de la explicación.  Mujer, pájaro y estrella…características de un pintor que se rebela contra “la Academia” de sus tiempos…que les pone títulos a sus cuadros en tres idiomas…español, catalán y francés, y que evoluciona desde el uso de los colores fuertes hasta los blancos puros y dimensionales, minimalistas y con sobrentendidos de espacio y tierra.  Sus esculturas muestran la conexión del hombre con la tierra y el universo…toda una cosmovisión.  Por allí se acerca el director de un diario…muchacho joven que ama a Miró y está ávido de recomendarnos estudiarlo y nos explica lo que sabe sobre la concepción del mundo del artista, sobre su amistad con Picasso, y sobre ese último cuadro que termina cuando su amigo muere, y que pinta toda su vida de artista. Allí está a un costado, la gran obra en persona.
¡Me tengo que salir corriendo!  Mi hermana me espera a almorzar.  ¡Pero qué hambre!  Para tranquilizar los rugidos de mi estómago, me compro una chicha morada en un quiosco del museo previa pregunta tonta de que, si el agua está hervida y sin microbios porque yo vengo del extranjero, ¡pues!  A la salida está el heladero que me vende un sándwich de D’Onofrio de galleta de chocolate con helado de vainilla… es miniatura y me cuesta un sol… Así se alivia mi conciencia…  Cruzo al frente boto mi papelito en un basurero y me subo al Corredor azul para irme a mi invitación.

Y así tan fácil como me integro al mundo del arte y de la historia y de la cultura popular; a un mundo sencillo y voraz, así me integro al mundo familiar                                                                                                                                                           

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