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jueves, 10 de junio de 2010

Recetas para una Noche de Película.

Hoy cociné y no puedo dejar de darles la receta, porque me encanto! Así que les mando mi menú para esta noche...nosotros comemos de noche porque es la única hora de que todos pueden estar juntos en la mesa.  Ahora en el verano somos tres..los otros dos muchachos, ya volaron del nido. Pero sigo cocinando como si fueran más...por si acaso aparecen...lo cual no es cierto, porque viven muy lejos.  Pero esta vez sí que se terminó todita la comida, porque mis "eliogábalos" estaban con hambre!!!
Primero hice una sopa, la cual no sé qué nombre ponerle, porque la inventé.  Supongo que la llamaré "sopa de frejoles" hecha con todo lo que me encontré que sobró de la comida de ayer.  Así, no comen lo mismo y creen que trabajé muchísimo.  Dicen que a los hombres "se les detiene por la barriga"; y el mío la tiene bien grande. Bueno pués, me dejo de comentarios y voy al grano...
Para hacer la sopa hice un aderezo de cebolla picada con ajos, frito en aceite de oliva (menos colesterol). Le puse como una libra de menudencias de pollo y llene la olla con agua hasta la mitad.  Aqui, comenzó mi verdadera creación:  le eché dos trozos del tacutacu de ayer (arroz con frejoles y huevos y salchichón y un poco de espinacas frito en aceite de oliva), le puse apio cortadito para el gusto, un poco de col y un medio camote sancochado.... y la sazoné con sal, pimienta, y bastante culantro.  La deje hervir hasta que se cocinaron bien las menudencias, y dice mi panzoncito, que estaba deliciosa. Este ollón me durará tres días!!!
Para el segundo, o el plato de fondo, como le decimos los peruanos, hice una recetita que me encontré en la bolsa de la tilapia congelada.  Es una receta fácil y buenísima; especialmente para aquellos que quieren comer ligero o quieren este plato como único.  Como yo no soy aficcionada a las sopas, me lucí con él.
Para 6 filetes de tilapia congelada o si se quiere, fresca, se corta la mitad de una piña en cuadritos y se pone a macerar el pescado con la fruta y sal y pimienta, como por media hora (uno va avanzando con sus menjunjes, mientras tanto).  Se cortan dos cebollas al estilo pluma (larguito y fino) y un pimiento verde grande y otro rojo grande (los dos bien picados).  Se hace un aderezo con la cebolla, un poco de ajos y los pimientos.  Cuando las verduras estan suaves, se le echa el pescado con los pedazos de piña.  Se deja cocinar los filetes por muy corto tiempo...quizas 8 minutos, y ya está.  Este preparado se acompaña con un puré de papas hecho con 6 papa sancochadas y majadas, una lata de leche evaporada y un poco de margarina o mantequilla, sal y pimienta.  Cuando todos está mezclado como una crema y a punto exacto que debe de ser un puré, y recién hecho, se le pone encima como una taza de queso mozarella y mientras se sirve en el plato, el queso se ira derritiendo con la calentura.  Encima del preparado del pescado se le pone un poco de culantro o cilantro...y van a ver cómo se chupan los dedos. La receta del paquete decía que había que poner unas cuantas tortillas mexicanas con un poco de mozarella encima, en el horno, y cuando el queso se derritiera, se le ponia encima de cada tortilla un poco de la mezcla del preparado del pescado (para este caso el pescado se corta en tiras) y se comía como una fajita.  Se acompañaba con un poco de cilantro y crema agria.  La próxima vez, derrepente lo hago así.
Y para postre, me comi un yogurt "low fat" de blueberry (¡qué ironía!)
Me encantaría oir comentarios....nunca los escucho, ni leo. Hay que comunicarnos para que pueda absolver sus preguntas.
¡Después, nos vimos una peliculita!

miércoles, 9 de junio de 2010

Rafael: a light in the dark

Today was a day full of mixed emotions for me.  I made a long journey to visit Rafael, my friend's son, who is bedridden and fighting for his life in a hospital of NY, after an unfortunate car accident. It took me almost 4 hours to get there, after commuting through several trains in crazy NY.  I had to climb like 100 stairs of a broken escalator in 53rd and Madison and my heart never beated sooo hard. I had to walk several blocks and take a ramshackled taxi in a solitary town, before finally reaching my destiny.  One would have thought "never again" will I do this, as I did think before.
But after visiting my nephew (after seeing him grow all these years, I assume the right to recognize him as one of my dear relatives) and observing the rigidness of his body contrasting with the violent movements of his chest; after touching his arm and feeling the circulation of blood through his veins; after looking at the monitor by his bed where his vital signs are registered...in that moment I felt that just for this special instant in which I was taught about how compassion and love can bring comfort to the suffering and closeness to family and friends, any difficulty that I had to get there, was worth to be endured.   In some hours I observed how a human being's loving light, like the one that Rafael reflects, can be so intense that it can bring together the love that he has cultivated among his friends and family.  I learned once more that God has his "doings" and reasons for them, and in this case, this situation has taught a valuable lesson to many. I have learned that we go through this life with many resentments and blames, that we are sometimes selfish, that we walk in denial about what happens in our lives, but one sole happening like this one, can bring up the best of even those people which we didn't think would react positively and remember that this God to whom we pray to is the one and only and that his presence is very important to make us feel comforted and hopeful. I learned that every human being makes a difference in this world and that when things like these happen, they make you realize this; and that when he wakes up, he will feel so much comfort, assuredness and peacefulness, knowing that all the way he was carrying the leading torch for all those who didn't know their path.
Rafael is a poet, a leader, and I believe that God has given him a mission in this life.  He will live!!!

lunes, 7 de junio de 2010

Chichas y Chicherías

CHICHAS Y CHICHERÍAS
         
   Jugando Sapo en la Chichería
 Martín Chambi (1931)

La chicha, néctar de los dioses de los imperios de México en la America del Norte, y de los reinos de América Central y del Sur, subsiste hasta nuestros días como parte de una larga tradición que tiene sus orígenes desde hace miles de años. El hombre descubre que el grano, al fermentarse y mezclarse con el agua, produce una bebida picante y embriagante, y la adopta como elemento ceremonial para saludar y celebrar a sus dioses. Descubre sus propiedades nutritivas y medicinales, y su uso se enraíza en su cultura.
En los albores de los pueblos agricultores de esta parte del mundo, sus dioses están ligados a la producción de sus alimentos y patrocinan a cada uno de sus cultivos. El hombre se siente agradecido, y les rinde culto a través de las ceremonias en las cuales les
ofrecen los frutos de sus cosechas, y hasta sus propias vidas. La chicha siempre estuvo presente en estas celebraciones, así como que formó parte de todas las funciones sociales y comunitarias
La chicha es una bebida con diferentes gradaciones de alcohol, que se obtiene de la fermentación del almidón o azúcares de casi todos los granos, tubérculos, raíces y frutas comestibles, mieles y otros. El origen del vocablo “chicha” no es preciso, aunque según el cronista Cobo, éste ha sido tomado de la lengua española; otros dicen que deriva de la lengua Cuna de Panamá. Según el cronista Zárate, “en lengua del Perú”, ésta se llamaba “Azúa”, y era blanca o roja según el maíz que se le echara.
Antiguamente se hacía triturando con la boca el grano de maíz recién cosechado, para mezclarlo con la saliva. Esa pasta se depositaba en vasijas de barro y se le dejaba fermentar, para luego mezclarla con agua “reposada”. Esta técnica continúa hoy en día en algunos poblados, sobretodo entre las comunidades nativas de nuestra amazonía (masato). En la actualidad, esta costumbre ha sido reemplazada, y el maíz se remoja y cubre con paja o arena mojada, produciéndose luego la germinación y fermentación. Cuando el tallo ha duplicado a la semilla, se le deja secar por tres días. Luego, se muele el maíz seco y se le agrega a unas tinajas con agua, dejándolo hervir por 12 horas. Una vez enfriado, se cierne el líquido en tela de tocuyo y se guarda. El residuo se coloca en un depósito con agua nueva y se pone a hervir. Ambos cocidos se juntan en un recipiente de barro, y se les agrega azúcar o miel de chancaca; en algunos casos le agregan “harina de chile”, para darle mayor consistencia. Se deja al sereno por tres días; al cabo de los cuales ésta puede ser envasada y consumida. A medida que pasan los días la chicha se va haciendo más fuerte. En algunos lugares, como en Lambayeque, se le agrega gallina, pata de toro, frutas o betarraga, antes de bajarla, con el fin de darle un sabor diferente.
En el Perú tenemos muchísimas variedades de chicha, que poseen propiedades nutritivas, medicinales y que son económicas. Cada región tiene su chicha especial. Entre ellas se pueden mencionar: la chicha siete semillas de Ayacucho (hecha con garbanzo, habas, maca, quinua, cebada, trigo y arveja), la chicha de quinua del Cusco, la de frutilla, el chapo (con plátano sancochado y licuado) y el masato (de yuca) propios de la selva y la chicha morada (Hecha con una variedad de maíz oriundo del Perú, es una bebida popular y refrescante, con propiedades medicinales antioxidantes, y sin contenido alcohólico). En la época prehispánica, tuvo preferencia la confección de la chicha de maíz de jora.
En los dibujos de los ceramios y textiles legados por los antiguos pobladores, se pueden observar escenas de la siembra y cosecha del maíz, así como de su utilización para la confección de sus alimentos y de la chicha. Junto con los testimonios de los cronistas, éstos han permitido una reconstrucción de la trayectoria del maíz, y de la confección y uso de la chicha como bebida ceremonial, alimenticia y medicinal. En las tumbas prehispánicas, se han encontrado mazorcas de maíz petrificadas, que evidencian la importancia de este producto como acompañante del hombre en su trayectoria al mundo de los muertos. En los restos arqueológicos de culturas como Chavín, Tiahuanaco, Huari y Pachacamac, se han encontrado vasos ceremoniales de oro, plata, madera y cerámica, con imágenes de dioses y sacerdotes guerreros, que aparecen como mudos testigos de la utilización de la chicha desde tiempos inmemoriales para celebrar a sus dioses.
Durante el imperio incaico, del que tenemos amplia información gracias al trabajo de los cronistas, se realizaban ceremonias importantes en las cuales se brindaba con chicha. Entre las principales estaban: El Cápac Raymi o fiesta de iniciación de los jóvenes orejones; el Inti Raymi o fiesta del sol, donde se celebra el solsticio del invierno, y se le ofrecen al sol ofrendas de alimentos, oro y plata, y sacrificios humanos y de animales; el Coya Raymi, o fiesta de la luna purificadora; y la Fiesta de los Muertos, adonde se rinde culto a las huacas o antepasados. En todas ellas, el Inca y sus sacerdotes se embriagaban, pues creían que así podían comunicarse mejor con sus dioses. Uno de los cronistas, Guamán Poma de Ayala, ilustra en uno de sus grabados, la figura del Inca y uno de sus capitanes, en una ceremonia de brindis con el Sol. En el firmamento se observa a un ser alado (Identificado con la Constelación de las Pléyadas), ofreciéndole un vaso del chicha al Sol.
Desde la época de los incas, y a partir de los 12 años, la mujer era la encargada del cultivo, cosecha y almacenamiento del maíz, así como de la preparación y el suministro de la chicha. Los hombres consideraban que era indecente participar en esta actividad.
En los ritos funerarios era la obligación de los deudos proporcionar comida y bebida a sus muertos. Las momias de los incas participaban activamente en las ceremonias importantes. Sus parientes en línea directa, encargados de su cuidado, limpieza y “alimentación”, las sacaban diariamente a la plaza del Cusco y brindaban con chicha, “invitándose” mutuamente entre vivos y muertos. La chicha debía de prepararse diariamente con doble función: Como acompañamiento de las comidas o como ofrenda o bebida ritual en las ceremonias.
En las ceremonias del sacrificio de niños menores de 10 años, que se hacían con ocasión de guerras o por muerte o enfermedad de los gobernantes, se emborrachaba a las víctimas, con tal de que tuvieran el estomago lleno, no pasaran frío y no sintieran su muerte.
Antes de la llegada de los españoles, existían pueblos especializados en la confección de chicha, para luego distribuirla, en forma dosificada, a la población. Según Garcilazo, los indígenas consumían alrededor de litro y medio de chicha diariamente, por persona. Nunca tomaban agua pura, pues la consideraban nociva y desagradable.
Al llegar Francisco Pizarro al Perú, se dice que Atahualpa le mando grandes vasos de esta bebida, para dales la bienvenida.
Durante los inicios de la colonia, el consumo de la chicha se extendió a casi todos los grupos sociales. Se usaba tanto en las fiestas colectivas, como en las familiares. Se volvió costumbre acompañar las cenas familiares con chicha casera de diferentes grados de alcohol. Inclusive, se le atribuyeron cualidades medicinales a este brebaje. En un recetario franciscano del siglo XVII (Adriana Atzote: “La Chicha, entre Bálsamo y Veneno”) se recomendaba tratar diarreas con chicha mezclada con “la verga del ganado pelón” o con “polvo de cuero de lagarto tostado”. El cronista Cobo decía que el concho de la chicha, aplicado sobre pies “gotosos”, quita el ardor y mitiga el dolor. En algunas zonas del Perú, hoy en día, se toma esta bebida para curar el resfrío o la tos. En Huamanga, las mujeres parturientas la toman mezclada con huevo batido para recuperarse de las debilidades del parto. La chicha de algarrobo la consideran tónica. Las propiedades nutritivas de la chicha, fueron siempre reconocidas. Se les daba a los niños recién nacidos, incluso antes que la leche y en baja gradación, “para darles fuerza”. Los españoles quedaron sorprendidos por la inexistencia total de cálculos renales entre los indios; lo cual era atribuido al consumo de aquella bebida.
El uso generalizado de la chicha durante la época de la colonia propició la aparición de las famosas chicherías; locales adonde se expendía, junto con piqueos o comidas, la famosa bebida. Éstas se convirtieron en lugares de descanso y esparcimiento durante los fines de semana, en antros adonde se buscaba “pareja”, en lugares de conspiración política, y en sitios adonde se propiciaban las riñas y actos delictivos de parroquianos ebrios. Ante el uso indiscriminado y expandido de la bebida, y alegando la propagación de las idolatrías, así como problemas relacionados con la higiene, salud (la jora era mascada por personas enfermas), la moral y buenas costumbres, así como una amenaza a la economía del reino (excusa para aumentar las rentas producidas por la venta del aguardiente), el gobierno y el clero suprimieron en varias instancias el expendio de esta bebida. Al no lograr hacerlo debido a que esta costumbre formaba parte de la cultura indígena, intentaron reglamentar su expendio, impusieron multas a la población que la consumiese, impusieron pagos anuales a las chicherías, y eliminaron estos locales del centro de la ciudad, enviándolos a su periferia. Sin embargo, como muchos de estos locales eran propiedad de la Iglesia y del Estado, y su renta producía ingresos importantes, muchas de estas disposiciones fueron incumplidas. Un ejemplo de la “rebelión” silenciosa del indígena contra las imposiciones de la corona se puede ver en un cuadro de La Última Cena que se encuentra en la Catedral del Cusco, en el cual el pan y vino han sido reemplazados por el cuy y el vaso de chicha.
Hoy por hoy, la chicha compite con la cerveza y sigue consumiéndose, sobre todo en las zonas populares y en los pueblos alrededor del Perú; y las chicherías son parte de nuestra tradición. En Piura, Lambayeque, Arequipa y Cusco, así como en las zonas populares de Lima, todavía se encuentran las típicas picanterías y chicherías, adonde se expende la chicha, acompañada de platos típicos de nuestra cocina peruana.: bandera blanca es señal de que allí se ofrece esta bebida; si tiene un ají amarillo y una lechuga en la punta, también hay piqueo criollo. La bandera roja indica que además de comida, chicha servida en “poto”, en “cojudito” o en vaso de vidrio, según la región, se puede encontrar buena música...de la criolla y de la autentica “música chicha”. Las chicherías son bautizadas de acuerdo a su ubicación (El Palo, la Esquina del Choque, el Algarrobo, etc.) o con el nombre de la dueña o una de sus características (La Rosa, La Pelona, El Rincón de la Desplumada).
Se dice que en las chicherías las dueñas amarran con sus prendas íntimas el sedimento que se posa al fondo de las tinajas, con el fin de que no se les vayan los clientes. También existe la costumbre de barrer desde la puerta hacia adentro para no espantar a los posibles parroquianos.

domingo, 6 de junio de 2010

Compasión y Desprendimiento.

Una historia hermosa del poder del desprendimiento y de la caridad para con el prójimo. No sólo des limosna, emplea al que te pide un plato de comida, si está en tus posibilidades y ayúdalo a educarse. Aumentarás en este mundo a las personas provechosas y alimentarás tu espíritu. Lo que hoy se da, mañana regresará a tí con creces.



PapatengoHambre.pps
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