LIMA FOTOGRAFIADA Casa Courret-Lima
El 18 de Enero de cada año, se celebra un año más de la fundación, por el gobernador Francisco Pizarro, de la capital del Virreinato del Perú y actual capital de la república peruana: Lima
En sus 475 años de existencia, el anterior dominio del gran cacique Taulichusco ha sufrido grandes transformaciones políticas, sociales, culturales y económicas. Contradictoriamente, ha sido un centro religioso importante durante la época de la colonia y cuna de santos, pero también albergue de esclavos y testigo de abusos desmedidos contra los naturales. Ha sido victima de los inquisidores, y de intrigas y susurros; productos de una sociedad carente de una libertad de expresión. Es tierra también, de tapadas, de virreyes, de pregoneros y de comidas elaboradas.
Su progreso ha sido documentado a través de crónicas, documentos con disposiciones reales y legales, grabados, y a través del periodismo libre, tan limitado por los colonizadores españoles. Los tímidos ensayos de las primeras gacetas críticas del orden ideológico existente, durante la época de la Emancipación, dieron lugar a la creación del periodismo ilustrativo, informativo e independiente, de la época de la República.
Fue en mayo de 1839, que se crea el nuevo diario El Comercio. Y fue precisamente este periódico el que publicó el 18 de febrero de 1840, un artículo sobre la daguerrotipia. El mundo aplaudía una invención paralela: en Francia, la de Luis Daguerre, y en Inglaterra, la de Henry Talbot: la primera impresión fotográfica. Daguerre patentó su invento, antes que su contrincante; y así el daguerrotipo fue exportado al mundo.
El Perú se había independizado de España en 1821, y el aislamiento en el que estaba postrado hasta entonces, se transformó en una apertura al mundo comercial y a la inmigración extranjera. Era la época de la revolución industrial, y sus efectos comenzaban a sentirse en el Nuevo Mundo. Lima era una ciudad en la que el arte, la literatura y las ciencias habían sido ampliamente cultivados durante la época de la colonia, y en la que las discusiones ideológicas surgidas a raíz de la Independencia Norte Americana y de la Revolución Francesa habían influido en las ideas liberales de los pobladores de aquel entonces. Lima, redimida, se abría al progreso y permitía la llegada de familias extranjeras que venían con la esperanza de forjarse un futuro mejor en esta tan proclamada próspera tierra. No se hizo esperar, entonces, la introducción inmediata del nuevo invento, que fue traído de Europa por Maximiliano Danti. Con el se inicia un nuevo medio de comunicación: la fotografía. Desde entonces, ésta se convertiría en testigo elocuente y preservador del curso de la historia peruana.
Hacia 1840, la población de Lima contaba con aproximadamente 70,000 habitantes. El comercio atravesaba por un auge muy importante, gracias al éxito de la explotación del guano de las islas; y la bonanza económica atrajo a muchas comerciantes extranjeros que encontraban apertura para la venta de productos y de bienes suntuosos, como muebles, telas, vinos, alimentos, o perfumes.
A la población mestiza, española, nativa y africana con la que se contaba desde la colonia, se sumaron estos inmigrantes europeos; en su mayoría, italianos, franceses, alemanes y otros. Posteriormente, durante el siglo XX, Lima fue también receptora de inmigrantes asiáticos.
La influencia francesa fue particularmente importante durante la segunda mitad del siglo XIX: fue la época bautizada como “La Belle Epoque”. La arquitectura, la moda y las tendencias intelectuales y científicas francesas fueron ampliamente aceptadas en la Lima de esa época. Como se mencionó anteriormente, los intelectuales peruanos se identificaban con las ideas liberales francesas.
Y así, Lima, recibe con beneplácito el establecimiento de numerosos estudios de fotografía fundados por ciudadanos franceses. Danti, Davielle, Lattre, Garreaud, Manoury, son nombres que revolucionan la fotografía y crean euforia entre los pobladores de la ciudad. Las técnicas van progresando, y con ellas se va documentando la historia de Lima y la del Perú.
Había un arrebato por obtener las famosas “postales de visita”, en las que se imprimían fotografías de diferentes personajes de la época, de paisajes de la ciudad, y de sucesos importantes. Se pusieron de moda, también, las fotos de personas muertas, con el fin de conservar un recuerdo de los últimos momentos de los seres queridos. Estas tarjetas se distribuían entre conocidos a modo de tarjetas de presentación. La gente comienza a coleccionarlas en álbumes, iniciando así la preservación de un testimonio histórico importante.
En 1838 había llegado a Lima don Francisco Courret, comerciante francés, que se asienta en Lima y funda una tienda de novedades y de muebles llamada “La Mampara de Bronce”. Fue en esta misma localidad, en la que posteriormente, Eugenio (discípulo de Manoury) y Aquiles Courret, hijos de don Francisco, fundan en 1863 un estudio fotográfico que se convertiría en uno de los más importantes de la época. Gracias a sus buenas relaciones con altos funcionarios y personas influyentes que supieron apreciar la gran habilidad artística y técnica de Eugenio, el negocio tuvo un éxito sin precedentes. Sus fotografías gozaron de renombre nacional e internacional.
Las tarjetas de visita realizadas por Eugenio Courret marcaron un hito importante en la documentación de los cambios de la época. En ellas plasmó pasajes importantes de la historia de nuestro país, como: La utilización del cañón del pueblo, en el Combate del 2 de Mayo de 1866 que puso fin a los intentos coloniales de España; la construcción del Ferrocarril Central en 1875; la destrucción de Chorrillos por los chilenos; los años de ocupación chilena en Lima. La famosa fotografía oficial de Don Miguel Grau, el Caballero de los Mares y héroe de Angamos, fue tomada por Courret, su gran amigo. La moda, las fotos familiares, los monumentos históricos, los progresos de la ciudad, fueron extensamente plasmados en sus fotografías. Lima se vislumbra a través de ellas como una ciudad moderna, cosmopolita y romántica.
Su álbum de fotografías sirvió como medio de comunicación con el resto del mundo y ofreció una visión de las bondades de este país; quizás ayudando a los inmigrantes de esa época en su decisión de establecerse e invertir en nuestro país.
Es interesante el rol que jugo la fotografía, y en especial la de Courret, en la comercialización y propaganda. Se puso de moda el adjuntar con productos como cigarrillos, jabones, perfumes o talcos, series de fotos atractivas de niños, escenas mágicas, y de bellas damas, algunas insinuantes. Éstas llevaban los nombres de los productos en el filo y se volvían en objetos de colección. Había fotos de toreros, del puerto del Callao y de monumentos y de construcciones existentes. A través de ellas podemos conocer edificaciones que hoy ya no existen, como son el Paseo de Aguas destruido por el terremoto de 1865, el antiguo Paseo Colon de 1895, el monorriel del Cerro San Cristóbal, la Casa de la Perricholi, el antiguo Palacio de Gobierno, el Arco Morisco que existía en la primera cuadra de la Avenida Arequipa. Inmortalizó a través de sus fotos a los ambulantes de la época, como la tamalera, la lechera y el repartidor de agua.
En 1887 Courret regresó a Francia y vendió su negocio a su socio Adolfo Aubriel; quien continuó con el oficio hasta 1934. Gracias al editor Juan Mejía Baca, gran parte del Archivo Courret pasó a formar parte del patrimonio de la Biblioteca Nacional. Muchas de sus fotos se encuentran impresas en libros y revistas de la época, y muchos de sus originales se encuentran en manos de colecciones particulares y publicas.
Dubreil tuvo que cerrar el estudio en 1934 debido a la crisis económica del país, y a la gran competencia gremial. Al no poder pagar a sus operarios, los recompensó con parte del equipo del estudio, así como con los negativos de las placas de vidrio. Muchos de los negativos de Courret que la Biblioteca Nacional adquirió, provienen de los herederos de algunos de los trabajadores.
En el campo de la impresión fotográfica periodística, destacan los hermanos Manuel y Trinidad Pérez, quienes en 1871 fundan “El Correo del Perú” y en el que grababan fotos tomadas por fotógrafos locales. En 1898 “El Comercio” publicó por primera vez un grabado nacional con ocasión de la muerte de Luis Carranza, su co-propietario y co-director.
El fotógrafo portugués Manuel Moral y Vega fundador de la revista “Prisma” (1905), Variedades (1908), y del Diario “La Crónica” (1912), fue el pionero del fotoperiodismo en el Perú.
No menos importante que la contribución de los fotógrafos extranjeros, es la de los fotógrafos peruanos como Max T. Vargas, Victoriano Gil, Almenara, Cesáreo Mosquera, Sebastian Rodríguez, y la de uno de sus más famosos exponentes, Martín Chambi.
La obra de Martín Chambi es importante, pues a través de ella, desde la época que se inicia en 1908 hasta 1973, ofrece un testimonio social, histórico y étnico de la sociedad andina. Durante su época se introdujeron el ferrocarril, la motocicleta, el automóvil y el aeroplano, y Chambi los documentó fielmente.
Gracias a una de las invenciones más geniales de los tiempos, tenemos hoy en día un recuento documentado visual de la historia de una Lima que fue, y que seguirá viviendo para las generaciones posteriores. La Lima Moderna del siglo XXI, con sus 9 millones de habitantes, enfrenta constantes cambios y su arquitectura se vuelve cada vez más bizarra y “modernista”: sino fuera por el testimonio fotográfico, no creeríamos que alguna vez fue bella y ordenada
El 18 de Enero de cada año, se celebra un año más de la fundación, por el gobernador Francisco Pizarro, de la capital del Virreinato del Perú y actual capital de la república peruana: Lima
En sus 475 años de existencia, el anterior dominio del gran cacique Taulichusco ha sufrido grandes transformaciones políticas, sociales, culturales y económicas. Contradictoriamente, ha sido un centro religioso importante durante la época de la colonia y cuna de santos, pero también albergue de esclavos y testigo de abusos desmedidos contra los naturales. Ha sido victima de los inquisidores, y de intrigas y susurros; productos de una sociedad carente de una libertad de expresión. Es tierra también, de tapadas, de virreyes, de pregoneros y de comidas elaboradas.
Su progreso ha sido documentado a través de crónicas, documentos con disposiciones reales y legales, grabados, y a través del periodismo libre, tan limitado por los colonizadores españoles. Los tímidos ensayos de las primeras gacetas críticas del orden ideológico existente, durante la época de la Emancipación, dieron lugar a la creación del periodismo ilustrativo, informativo e independiente, de la época de la República.
Fue en mayo de 1839, que se crea el nuevo diario El Comercio. Y fue precisamente este periódico el que publicó el 18 de febrero de 1840, un artículo sobre la daguerrotipia. El mundo aplaudía una invención paralela: en Francia, la de Luis Daguerre, y en Inglaterra, la de Henry Talbot: la primera impresión fotográfica. Daguerre patentó su invento, antes que su contrincante; y así el daguerrotipo fue exportado al mundo.
El Perú se había independizado de España en 1821, y el aislamiento en el que estaba postrado hasta entonces, se transformó en una apertura al mundo comercial y a la inmigración extranjera. Era la época de la revolución industrial, y sus efectos comenzaban a sentirse en el Nuevo Mundo. Lima era una ciudad en la que el arte, la literatura y las ciencias habían sido ampliamente cultivados durante la época de la colonia, y en la que las discusiones ideológicas surgidas a raíz de la Independencia Norte Americana y de la Revolución Francesa habían influido en las ideas liberales de los pobladores de aquel entonces. Lima, redimida, se abría al progreso y permitía la llegada de familias extranjeras que venían con la esperanza de forjarse un futuro mejor en esta tan proclamada próspera tierra. No se hizo esperar, entonces, la introducción inmediata del nuevo invento, que fue traído de Europa por Maximiliano Danti. Con el se inicia un nuevo medio de comunicación: la fotografía. Desde entonces, ésta se convertiría en testigo elocuente y preservador del curso de la historia peruana.
Hacia 1840, la población de Lima contaba con aproximadamente 70,000 habitantes. El comercio atravesaba por un auge muy importante, gracias al éxito de la explotación del guano de las islas; y la bonanza económica atrajo a muchas comerciantes extranjeros que encontraban apertura para la venta de productos y de bienes suntuosos, como muebles, telas, vinos, alimentos, o perfumes.
A la población mestiza, española, nativa y africana con la que se contaba desde la colonia, se sumaron estos inmigrantes europeos; en su mayoría, italianos, franceses, alemanes y otros. Posteriormente, durante el siglo XX, Lima fue también receptora de inmigrantes asiáticos.
La influencia francesa fue particularmente importante durante la segunda mitad del siglo XIX: fue la época bautizada como “La Belle Epoque”. La arquitectura, la moda y las tendencias intelectuales y científicas francesas fueron ampliamente aceptadas en la Lima de esa época. Como se mencionó anteriormente, los intelectuales peruanos se identificaban con las ideas liberales francesas.
Y así, Lima, recibe con beneplácito el establecimiento de numerosos estudios de fotografía fundados por ciudadanos franceses. Danti, Davielle, Lattre, Garreaud, Manoury, son nombres que revolucionan la fotografía y crean euforia entre los pobladores de la ciudad. Las técnicas van progresando, y con ellas se va documentando la historia de Lima y la del Perú.
Había un arrebato por obtener las famosas “postales de visita”, en las que se imprimían fotografías de diferentes personajes de la época, de paisajes de la ciudad, y de sucesos importantes. Se pusieron de moda, también, las fotos de personas muertas, con el fin de conservar un recuerdo de los últimos momentos de los seres queridos. Estas tarjetas se distribuían entre conocidos a modo de tarjetas de presentación. La gente comienza a coleccionarlas en álbumes, iniciando así la preservación de un testimonio histórico importante.
En 1838 había llegado a Lima don Francisco Courret, comerciante francés, que se asienta en Lima y funda una tienda de novedades y de muebles llamada “La Mampara de Bronce”. Fue en esta misma localidad, en la que posteriormente, Eugenio (discípulo de Manoury) y Aquiles Courret, hijos de don Francisco, fundan en 1863 un estudio fotográfico que se convertiría en uno de los más importantes de la época. Gracias a sus buenas relaciones con altos funcionarios y personas influyentes que supieron apreciar la gran habilidad artística y técnica de Eugenio, el negocio tuvo un éxito sin precedentes. Sus fotografías gozaron de renombre nacional e internacional.
Las tarjetas de visita realizadas por Eugenio Courret marcaron un hito importante en la documentación de los cambios de la época. En ellas plasmó pasajes importantes de la historia de nuestro país, como: La utilización del cañón del pueblo, en el Combate del 2 de Mayo de 1866 que puso fin a los intentos coloniales de España; la construcción del Ferrocarril Central en 1875; la destrucción de Chorrillos por los chilenos; los años de ocupación chilena en Lima. La famosa fotografía oficial de Don Miguel Grau, el Caballero de los Mares y héroe de Angamos, fue tomada por Courret, su gran amigo. La moda, las fotos familiares, los monumentos históricos, los progresos de la ciudad, fueron extensamente plasmados en sus fotografías. Lima se vislumbra a través de ellas como una ciudad moderna, cosmopolita y romántica.
Su álbum de fotografías sirvió como medio de comunicación con el resto del mundo y ofreció una visión de las bondades de este país; quizás ayudando a los inmigrantes de esa época en su decisión de establecerse e invertir en nuestro país.
Es interesante el rol que jugo la fotografía, y en especial la de Courret, en la comercialización y propaganda. Se puso de moda el adjuntar con productos como cigarrillos, jabones, perfumes o talcos, series de fotos atractivas de niños, escenas mágicas, y de bellas damas, algunas insinuantes. Éstas llevaban los nombres de los productos en el filo y se volvían en objetos de colección. Había fotos de toreros, del puerto del Callao y de monumentos y de construcciones existentes. A través de ellas podemos conocer edificaciones que hoy ya no existen, como son el Paseo de Aguas destruido por el terremoto de 1865, el antiguo Paseo Colon de 1895, el monorriel del Cerro San Cristóbal, la Casa de la Perricholi, el antiguo Palacio de Gobierno, el Arco Morisco que existía en la primera cuadra de la Avenida Arequipa. Inmortalizó a través de sus fotos a los ambulantes de la época, como la tamalera, la lechera y el repartidor de agua.
En 1887 Courret regresó a Francia y vendió su negocio a su socio Adolfo Aubriel; quien continuó con el oficio hasta 1934. Gracias al editor Juan Mejía Baca, gran parte del Archivo Courret pasó a formar parte del patrimonio de la Biblioteca Nacional. Muchas de sus fotos se encuentran impresas en libros y revistas de la época, y muchos de sus originales se encuentran en manos de colecciones particulares y publicas.
Dubreil tuvo que cerrar el estudio en 1934 debido a la crisis económica del país, y a la gran competencia gremial. Al no poder pagar a sus operarios, los recompensó con parte del equipo del estudio, así como con los negativos de las placas de vidrio. Muchos de los negativos de Courret que la Biblioteca Nacional adquirió, provienen de los herederos de algunos de los trabajadores.
En el campo de la impresión fotográfica periodística, destacan los hermanos Manuel y Trinidad Pérez, quienes en 1871 fundan “El Correo del Perú” y en el que grababan fotos tomadas por fotógrafos locales. En 1898 “El Comercio” publicó por primera vez un grabado nacional con ocasión de la muerte de Luis Carranza, su co-propietario y co-director.
El fotógrafo portugués Manuel Moral y Vega fundador de la revista “Prisma” (1905), Variedades (1908), y del Diario “La Crónica” (1912), fue el pionero del fotoperiodismo en el Perú.
No menos importante que la contribución de los fotógrafos extranjeros, es la de los fotógrafos peruanos como Max T. Vargas, Victoriano Gil, Almenara, Cesáreo Mosquera, Sebastian Rodríguez, y la de uno de sus más famosos exponentes, Martín Chambi.
La obra de Martín Chambi es importante, pues a través de ella, desde la época que se inicia en 1908 hasta 1973, ofrece un testimonio social, histórico y étnico de la sociedad andina. Durante su época se introdujeron el ferrocarril, la motocicleta, el automóvil y el aeroplano, y Chambi los documentó fielmente.
Gracias a una de las invenciones más geniales de los tiempos, tenemos hoy en día un recuento documentado visual de la historia de una Lima que fue, y que seguirá viviendo para las generaciones posteriores. La Lima Moderna del siglo XXI, con sus 9 millones de habitantes, enfrenta constantes cambios y su arquitectura se vuelve cada vez más bizarra y “modernista”: sino fuera por el testimonio fotográfico, no creeríamos que alguna vez fue bella y ordenada