En un libro antiguo de mi abuela me encontré este soneto que me conmovió enormemente. Se lo atribuyen a Santa Teresa de Jesús (1873-1897), pero haciendo consultas por aquí y allá, parece que no hay agumentos que prueben lo suficientemente su autoría. Figuran entre posibles autores, San Juan de Avila (1500-1569) San Juan de la Cruz (1542-1591),Santa Teresa de Avila (1511-1582), el padre Capuchino, Torres o el Padre franciscano Antonio Panes. En cartas que conserva la orden franciscana, consta que los misioneros enseñaban este rezo a los indios americanos en la época de Torres y Panes (1638). El Agustino Miguel de Guevara lo publicó en 1638 en su obra Arte Doctrinal. Aunque ya circulaba como manuscrito desde hace tiempo, recién fue impreso en 1628 en la obra del madrileño Antonio de Rojas, "Vida del Espíritu". Marcelino Menéndez y Pelayo lo incluyó entre las cien mejores poesías de la lengua castellana.
Es por esto que la autoría por Santa Teresita de Jesús queda completamente descartada, pues ella nació y vivió en el siglo XIX. Como se ha demostrado, por ese entonces ya se conocía el soneto en cuestión en el siglo XVII.
Aquel se encuentra muy en conjunción con la orientacion místico-espiritual de la época, muy acorde con las reformas eclesiásticas adoptadas en el concilio de Trento (1545-1563); época donde surgen gran cantidad de santos y muchos católicos se dedicaron a una vida contemplativa.
El Soneto Inmortal Al Crucificado
No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte
Tu me mueves Señor, muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido.
muéveme el ver tu cuerpo tan herido,
muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme tu amor, en fin, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara
y aunque no hubiera infierno, te temiera
No me tienes que dar porque te quiera
pues aunque lo que espero, no esperara,
lo mismo que te quiero, te quisiera.
Es un poema de amor profundo, desinteresado; que no necesita la imposiciones de una Iglesia que se torna severa en esa epoca. No se expresa como consecuencia de ninguna amenaza ni algún miedo a algun castigo, sino se sigue al pie de la letra la doctrina impuesta por la Iglesia. Es un amor que nace del alma y que se manifiesta con fuerza y emoción propia y desinteresada.
To Christ Crucified
Heaven that you have promised me, me
Does not move me to love you.
Nor does hell so dreadful move me
To leave all that offends you.
You move me, Lord. It moves me to see you
Mocked, nailed to that cross.
It moves me to see your body so wounded.
Your dishonour moves me, and your death.
You move me to your love in such a way
That even if there were no heaven,
I would love you;
And even if there were no hell,
I would fear you.
You do not have to give to gain my love;
For even if what I hope for
becomes hopeless,
In the same way I love you,
I would love you still.
—Translated by Stacy Shoop, 1996
(reproduced here with permission
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