De la revista Mexicana Milenio:
Alicia Delboy rescata el arte del Cajón de San Marcos
Cultura • 21 Julio 2012 - 2:14am — EFE
Pieza única de características mágico religiosas, conformada por dos divisiones que representan el mundo de arriba y el mundo de abajo.
Foto: Paolo Aguilar/EFE
En su interior se reúnen figuras de santos y animales.
Lima • Seducida por su calidad artística y su enigmática carga simbólica, la arquitecta y restauradora uruguaya Alicia Delboy ha emprendido el rescate del Cajón de San Marcos, una pieza única en el arte andino peruano por sus características mágico religiosas.
Además de restaurarlos con devoción en su casa de Lima, Delboy investiga desde hace seis años la historia de estos cajones, cuya elaboración aprendió con Jesús Urbano, discípulo de Joaquín López Antay, el más famoso fabricante de cajones de San Marcos.
Estas piezas, cuya origen se remonta a mediados del siglo XIX en la región sureña de Ayacucho, están conformadas por un cajón de madera con dos divisiones que representan “el mundo de arriba y el mundo de abajo”, en las que se reúnen figuras de santos y animales como el cóndor, que la preside desde el frontis triangular que corona el cajón. Delboy señaló que el cajón simboliza un “apu” o dios tutelar andino y que lleva en su interior “la representación del mundo campesino, cuya fiesta más importante es la marcación del ganado”.
En el cajón aparecen santos como San Marcos, el más importante porque era el protector del ganado más valioso; Santa Inés, que en ocasiones podía ser Santa Clara, encargada de proteger a las cabras; y San Juan, protector de las ovejas y el pastor. Además, “hay un santo muy especial, que es San Lucas”, que tenía la función particular de proteger a depredadores como el puma, el tigre, el cóndor y todos los animales carroñeros.
Aunque el cajón tiene “un origen absolutamente nebuloso que es anterior a la segunda mitad del siglo XIX”, es una pieza única en el Perú Republicano, ya que era empleado en un ritual de clara esencia mágico religiosa en las alturas de Ayacucho. Durante una primera etapa las figuras eran fabricadas en piedra de Huamanga (alabastro), tras lo cual se dio un proceso intermedio que llevó a la utilización final de una masa hecha de papa y yeso.
A lo largo de las décadas los cajones fueron llevados de pueblo en pueblo por los arrieros, pero su demanda comenzó a decaer con la construcción de carreteras en las primeras décadas del siglo XX. Además, la Iglesia católica mantuvo “una persecución indirecta” a este tipo de arte, porque vio que los santos eran invocados para otras tareas y la celebración “terminaba en una fiesta de fecundidad humana y todo giraba alrededor del cajón de San Marcos”.
A mediados del siglo XX, el taller de López Antay fue descubierto por las hermanas Alicia y Celia Bustamante, quienes difundieron su existencia en Lima. El asombro que causó entre los intelectuales limeños produjo su rápida difusión, aunque también generó un cambio que terminó por convertirlo en una pieza decorativa que ha llegado hasta nuestros días.
Aquí les presento un video que originalmente fue compartido por nuestra amiga Cecilia Roggero en su blog Abra el Azul del Cielo:
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