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domingo, 30 de marzo de 2014

Taytacha de los Temblores






Cada lunes santo durante la semana santa, sale en procesión la imagen del Señor de los Temblores, patrón jurado del Cusco.  La historia de la imagen se mece entre la leyenda y la realidad.
Se dice que cuando los españoles trataron de evangelizar a los indios, se encontraron con mucha resistencia de parte de ellos, puesto que ni las imágenes que representaban a Cristo y los santos poseían sus rasgos étnicos, y su cosmovisión no se identificaba con las enseñanzas que estos invasores querían imponerles.  Así, una de las tareas a la que se abocaron los españoles fue la de crear un sincretismo o correspondencia entre culturas y creencias, que llevarían a aquellos a adaptarse mutuamente a la diaria convivencia. 
De este concepto básico, nace la idea de parte del Rey Carlos V de España de mandar para la Iglesia del Cusco, una imagen de un Cristo crucificado con rasgos étnicos indígenas.  Se dice que el viaje en el barco hacia el Perú fue muy accidentado y que durante la tormenta, amarraron al Cristo en la proa para amainar la tempestad.  Y así fue como se calmó la furia del firmamento y pudieron llegar a su destino.
Ya en el puerto del Callao, contrataron unos arrieros que llevarían la imagen del Cristo al Cusco.  Después de atravesar una serie de obstáculos a través del camino, llegaron a Mollepata, última parada antes de llegar a su destino, y pararon a descansar.  Dicen las historias, que al querer reanudar el viaje, el baúl donde se guardaba la imagen, se volvió sumamente pesado, lo cual interpretaron los transportistas como señal del cielo de que esta debía quedarse en el pueblo. 
Fue así que el arriero encargado mandó preparar secretamente una copia fiel del original, pero de menor valor material, y fue esta la imagen que se llevó al Cusco.  En Mollepata, Anta-Cusco, quedaron con el compromiso de construir una iglesia  que albergaría al que llamaron Señor Manuel de Exaltación de Mollepata.
Al llegar al destino la nueva imagen, hecha de fibra vegetal de lino, maguey  y madera balsa de la región y modelada con técnicas de la región, se depositó en el Templo del Triunfo, donde se guardó por varios años bajo el nombre  del Cristo de la Buena Muerte.
En el año 1650 se registró en el Cusco un tremendo terremoto, que se dice duró el tiempo que uno demora en rezar tres credos (Se le calcula una magnitud 7.5 grados en la escala Richter, aproximadamente) y que tuvo muchas réplicas que destruyeron toda la construcción colonial de la ciudad.  Quedaron sólo las estructuras incas en pie.  El número repetido de réplicas hizo que los pobladores sacaran en procesión a sus santos, pero nada calmó la furia de la naturaleza, hasta que se sacó la imagen del Cristo de la Buena Muerte en procesión y se le puso sobre el atrio de la Catedral.  Desde ese entonces, los  pobladores la rebautizaron como Señor de los Temblores..el Taytacha...el Papacito.
En el año 1720 el Cusco fue azotado por una peste que sólo se detuvo al sacar en procesión al Señor de los Temblores.  Fue desde ese momento que se le declaró Patrón Jurado del Cusco en vez del patrón Santiago, nominado por los españoles en 1646.
La imagen que se se encuentra en un altar muy especial en la catedral del Cusco, es de un color muy oscuro.  Aparentemente, esto se debe a que el material usado en su elaboración es muy resinoso y cambió su coloración con el tiempo y por la exposición al humo, al incienso y al calor de las múltiples velas que iluminan permanentemente su capilla en el interior de La Catedral. Algunos fieles piensan que es en realidad un Cristo indígena y su color se hace más oscuro a medida que realiza milagros.  Los clavos de sus manos y pies son de oro puro con piedras engarzadas y lleva una corona de oro con piedras preciosas.  Las imágenes a los lados del Taytacha de los Temblores corresponden a San Juan Bautista y La Virgen Dolorosa.
Acercamiento de la cara de la imagen

La festividad del Señor de los Temblores abre la celebración de la Semana Santa en el Cusco y es la más importante en esa semana, donde es evidente la dualidad religiosa.  Es una semana que tiene características muy especiales que la hacen única. 
Esta se inicia días previos al Domingo de Ramos, cuando pobladores de todas las edades de la ciudad suben a los cerros con sus canastas a recoger unas flores silvestres tradicionales que crecen en las laderas especialmente durante el mes de marzo y abril, de un rojo intensísimo, del color de la sangre, llamada ñucchu. Estas les servirán para adornar la efigie del Señor, así como para arrojarle sus pétalos mientras avanza la procesión.  Estos se venden en varias esquinas, el día de la procesión.
Los balcones de las casas y negocios se visten elegantes con mantas enormes, algunas de terciopelo con bordados con hilos de oro, para adornar el paso del Señor. 

El día lunes, temprano en la mañana, en la Catedral, se realizan misas organizadas por las instituciones, hermandades y gremios sindicales.  Hay dos hermandades del Señor de los Temblores, compuestas por 90 personas cada una y que pertenecen a diversos sectores sociales de la población; ellos han heredado la tradición de sus antepasados.  
Fuera de la Iglesia se apostan las diversas delegaciones que acompañarán el recorrido y a las tres de la tarde, puntualmente, comienza la ceremonia con el saludo de los cófrades y fieles que esperan en la puerta.  Niños subidos sobre los muros al costado de la puerta principal arrojan los pétalos de las flores, que semejan una lluvia de sangre sobre el cuerpo del Cristo crucificado.  Así comenzará un recorrido de cinco horas por las calles aledañas a la Catedral.  Va avanzando lentamente acompañada por ayes y llantos y por el canto de matronas llamadas Chaynas (cuyo significado quechua es pájaros jilgueros) y por bandas de músicos que tocan con una mezcla de  instrumentos nativos  como el pututu, quenas y flautas y con violines, acordeones y órganos de origen español. 
Es interesante saber que toda la música que se toca es música religiosa eclesial acomodada a la liturgia española, con base pentafónica de origen incaico,  y las canciones de las chaynas son enteramente en quechua.  Hay 20 a 30 composiciones dedicadas al Taytacha, todas cantadas en quechua.  La cantora de más edad, es la que dirige el coro de mujeres, mayormente de la tercera edad.
Después de haber recibido el homenaje de los fieles, la procesión regresa al templo al anochecer, y se para en el atrio donde las sirenas de los carros bomberos anuncian que el Señor les está dando la bendición, y los asistentes lloran de emoción. Posteriormente, el anda ingresa al templo y la efigie es colocada en su altar adornado de plata y madera contorneada, hasta el próximo año.
Antiguamente, los indígenas se tapaban las caras con un poncho, para evitar estar al frente de la mirada de la imagen, puesto que se creía que al mirarlos, el Señor señalaba a quien se iba a morir. Después de que la imagen retornaba al templo, el pueblo sancionaba a cualquiera de las autoridades del gobierno de la ciudad, que no habían cumplido con sus obligaciones; los insultaban, y hasta agredían sus casas con piedras.
Era costumbre terminar la noche consumiendo licor, así como dedicarse a actividades de tipo sexual, ya que Cristo estaba sufriendo y condenado a morir, y no podía ver. 
En una entrada diferente de este blog, les ofrezco dos videos completos sobre la Semana Santa en el Cusco.





  

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