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jueves, 27 de marzo de 2014

El Púlpito de San Blas, Cusco









Acabo de ensamblar una bellísima reproducción del famoso púlpito de San Blas que he tenido el privilegio de poder comprar en el mismísimo barrio de artesanos del Cusco.  Recién lo puedo armar y colgar, pero creo que es necesario documentar al que lo vea para que aprecie no sólo el valor artístico de semejante monumental obra, sino que además se conozcan los detalles de su construcción.

En el barrio real de T'oqo Cachi (Hueco de Sal), ahora llamado el famoso barrio de San Blas en la ciudad del Cusco, se yergue un pequeño templo que alberga una de los mayores joyas coloniales del continente, el púlpito de San Blas.
Según los cronistas coloniales, la Iglesia fue construida, bajo la advocación del obispo mártir de Sebaste, San Blas, sobre el templo dedicado al dios inca Illapa ( rayo, relámpago y trueno), como hicieron los españoles, para acallar "las idolatrías". En las crónicas figura que el corregidor Juan Bautista Polo de Ondegardo hizo desenterrar del sótano de aquel templo, los cadáveres de Hiracocha, Tupac Inca Yupanqui, Huayna Capac, y de las ñustas, Mama Runtu y Mama Ocllo.
Se dice que la inauguración del Templo fue en 1544, como parroquia de indios, durante el Gobierno Pastoral de la Diócesis del Cusco del Monseñor Dominico Juan Solano, aunque algunas fuentes dicen que fue en 1559, durante el gobierno del Virrey Andrés Hurtado de Mendoza que ordenó que los indios construyeran iglesias para su adoctrinamiento en los barrios en los que vivían.  En los terremotos de 1650 y 1950, esta iglesia sufrió daños considerables, ya que su estructura estaba hecha de adobe.  Su fachada, así como su campanario, fueron reforzados con piedra sillar traída de Huaccoto y Taray en Ayacucho.
Se dice que el púlpito de estilo barroco, churrigueresco, fue hecho a fines del siglo XVII, y que fue financiado por el Obispo mecenas Juan Molinedo y Angulo y que a pesar de que la obra se le atribuye a diversos talladores famosos de la epoca, probablemente fue hecho por un tallador llamado Juan Tomás Tuyro Tupac.  Dice la tradición oral, consignada en los manuscritos de "Tradiciones Cusqueñas"de Angel Carreño, que este tallador estaba abatido por la lepra y que una noche soñó con una señora rodeada de estrellas,  que se llamaba la Virgen del Buen Suceso, y que le dijo que si quería ser curado, tendría que ir a buscarla a la plazuela de Arrayanpata (San Blas) en el Cusco.  Juan Tomás se empleó como tallador con los dominicos, siempre tratando de buscar a la señora que lo había conminado.
Un día de esos, oyó de que se había derrumbado la capilla de Lirpuypaqcha, y pudo ver entre sus escombros, la imagen de una virgen pintada. Juan Tomás la reconoció como la señora de sus sueños y cayó arrodillado con mucha emoción, ya que la había encontrado. Dicen que al caer sus lágrimas sobre el muro, el rosario que portaba la virgen se convirtió en pétalos de rosas que cayeron sobre él. y al frotarlos contra su piel, desapareció la lepra. Entónces fue que Juán Tomás se ofreció cortar el pedazo de la pared con la pintura y esta fue instalada en la Iglesia de San Blás. Como dato curioso, Alfonsina Barrionuevo, en su artículo sobre la Virgen de las Tres Manos, nos muestra una fotografía curiosísima que ella pudo tomar mientras se hacían unos trabajos de restauración de la imagen.  En ella se ve a esta virgen con tres manos. En el lado izquierdo, una con una rosa y otra con un rosario.  Al restaurarla le suprimieron la que tenía la rosa.

A pedido del Obispo, Juan Tomás ofreció tallar un púlpito sin cobrar nada por su trabajo, como promesa que le hizo a la virgen por su curación.  Y fue así como se produjo este prodigioso trabajo de ebanistería hecho de madera de un cedro robusto que había sido cortado de la Plaza de Regocijo en el Cusco. En él reflejó, asesorado por los conocimientos teológicos de los clérigos que le rodeaban, toda la gloria y sabiduría de la iglesia y su reconocimiento universal y espiritual.  El púlpito está dividido en tres secciones: la base, adonde están representados los herejes del mundo que fueron responsables del cisma de la iglesia. Le puso un mecanismo especial, por medio del cual si se hacía girar para la izquierda, hacía saltar las lenguas de las figuras, y si se movía hacia la derecha, hacía levantar sus ojos hacia arriba. Sobre sus cabezas hay siete monstruos que simbolizan su perdición, y sobre ellos, las imágenes de los cuatro evangelistas. En el medio de ellos, está tallada la imagen de la Virgen del Buen Suceso.
En el tórax del púlpito, se encuentra la imagen de San Blas con el escudo  del Obispo de ese entónces, Manuel Molinedo y Angulo, benefactor de este templo.
En el Tornavoz, llamado así porque amplía, a modo de parlante, la voz del predicador, se puede apreciar a una paloma de plata al medio que representa al Espíritu Santo, y en la parte superior está rodeado de rostros de querubines de cuyos cuellos penden racimos de uvas y granadas y encima de ellos, sobre unos pináculos, las figuras de los doctores de la iglesia. El tornavoz está coronado por la figura de San Pablo de Tarso, con una corona con rayos de bronce, y una cruz en la mano, que significa el triunfo de la Iglesia. A los pies de San Pablo, hay un cráneo que se dice pertenece al ebanista, que al terminar su obra, rompió su promesa al pedirle al obispo que le diera 70 pesos que necesitaba para una celebración y que cayó en el momento de colocar a San Pablo, desnucándose. Dicen que lo enterraron al pie del púlpito y que años después, sacaron su cráneo para ponerlo encima del púlpito.
Alfonsina Barrionuevo, en un artículo que escribe sobre la pintura de la Vírgen del Buen Suceso y sobre la construcción del púlpito, se pregunta:  ¿Fue en realidad este Juan Tomás quien hizo el púlpito? ¿Don Diego Arias de la Cerda, autor de las imágenes del Coro de la Catedral, como dicen otros? ¿Luis Montes, el tallador franciscano? ¿Esteban Orcasitas, otro leproso agradecido? ¿Tuyru Tupa Inka? No se sabe, quien lo hizo desdeñó la gloria de firmarlo.



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