DIES CANICULARES
Hoy fue un
día mustio, extremadamente caluroso, y sumamente aburrido. A estos días les llaman los Perros Días del
Verano porque se asocian con la estrella Sirius, la más brillante en la
Constelación Cannis Mayor, que sale por
las épocas de verano ardiente. Qué sopor se sentía!
Odio la
soledad y últimamente estoy muy desganada como para irme de estado en
estado solita. Siempre lo he hecho, pero ahora me siento
como que mi espíritu quiere jalar a este cuerpo que no se siente con energías
para hacerlo. Me hacen falta las
conversaciones con mis hijos, con mis nietos, con mi familia…si no me siento
frente al televisor a ver películas antiguas, ni siquiera tengo chance para un mayor
intercambio de opiniones.
Hoy nos
visitan mis hijos. Uno, vino y se fue
como una ráfaga propia de su
juventud. Parece que no se quisieran perder ni una bocanada del aire que respiran. Lo he llevado a la estación de tren en la
mañana y se ha bajado rápidamente para alcanzar el viaje….faltaban 4 minutos.
Se despide con un beso y con un hasta luego incierto. Yo arranco el carro como para que piense que
no lo quiero monopolizar o que no me preocupo.
Me doy una vuelta a la manzana,
para que no me vea que voy a esperar hasta que se vaya. No quiero que me vea… Al rato, siento el pito familiar del tren, y
me voy. Mientras avanzo por la avenida, me pongo a pensar qué feo es estar
sin ellos.
En la
mañana he peinado lentamente las calles de
mi vecindad para ver si había una
de esas ventas de garaje. No sé si voy
para encontrar el tesorito que hace tiempo vengo buscando, o si busco
intercambiar ideas con los vendedores e iniciar cualquier conversación; como por
ejemplo, sobre la procedencia de esos
artículos que yacen desechados sobre las mesas cuidadosamente puestas a
cada lado de la entrada al garaje. No he
encontrado nada; ni un cartel. Creo que
se han ido a la playa o a celebrar Fiestas Patrias, con un BBQ lleno de carnes,
para luego ver el tremendo reventón de cuetes, armado por el pueblo o por
contrabandistas de luces artificiales.
Me he
regresado a la casa…qué calor hacía!
Prendo el aire acondicionado que está pegado como un lunar feo contra la
pared….sopla un aire helado riquísimo…me siento a ver películas…y como siempre
me duermo. No tengo ganas de hacer algo
específico, pero si no lo hago, me ahogo.
Salgo a mi
jardín y me transformo. Comienzo a regar
mis hortensias que necesitan mucha agua.
En unos días su color ha cambiado
de blanco y lila, a un azul intenso. Sus hojas parecen resucitar al ser tocadas
por las gotas danzarinas y se vuelven firmes, obedientes… se van irguiendo poco
a poco. Los pajaritos se ponen debajo de
las gotas de la manguera y casi creo adivinar que me piden que llene la fuente
de cemento con agua, porque se acercan con alegres aleteos para bañar su
plumaje.
Termino,
entro y ofrezco comida a mi familia. Sobran
diferentes tipos de comidas desde hace dos días. No me gusta botarla porque está
perfectamente buena y rica. Caliento uno por uno lo que voy a servir, y
nos sentamos un rato a comer y conversar.
Me pongo a pensar qué agradable es tener a un comensal y más si es mi hijo. Se dan cuenta que comienza el juego de la
Copa Mundial de Fútbol de Mujeres. Se levantan como un flechazo dando un rápido agradecimiento. Pongo los platos en la lavadora de platos y
lavo a mano algunos enseres. Me pongo a
limpiar y aspirar para olvidarme que me pica
el cuerpo como siempre. Esa maldita enfermedad.; inocua, pero
pesada. Me mantengo ocupada y se me pasa.
Ya ha
atardecido y anochecido. Me asomo a ver
si la luna esta tan anaranjada como la enorme que vi ayer cuando me fui a
pasear por el malecón junto a la playa. Parecía como si la pudiese tocar. Ya no está allí…no la puedo ver.
La super luna del 4 de Julio |
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