AL PAN…PAN: LOS PANES DEL PERÚ
La historia del pan se remonta miles de años atrás;
desde la época del Neolítico, cuando el hombre descubre los cereales y aprende
a molerlos mezclándolos con agua.
Ya en
Mesopotamia se hacía pan de cebada, pero fueron los egipcios los que
descubrieron las levaduras y el proceso de fermentación. Fueron grandes panaderos y su historia se
cuenta en los grabados y jeroglifos de
esta cultura cuya existencia se remonta a más de 3000 años antes de
Cristo. El pan, confeccionado con harina
de cebada, centeno o farro, les sirve de moneda para pagar a sus obreros; y
junto con la cerveza y la cebolla, se constituye
en la fuente principal de su alimentación.
La complementaban con legumbres, verduras, pescados de río, y algunas
carnes. En las tumbas egipcias se han
encontrado moldes de arcilla para hacer el pan y en los grabados se pueden
observar los métodos para su fabricación.
Hurgando entre las momias se han encontrado más de 300 variedades de ese
alimento. El pan y la cerveza se
colocaban en las tumbas, identificándolos con el poder, la vida y el alimento.
A través del comercio los egipcios llevaron el pan
a los griegos, quienes perfeccionaron el sistema de molido de cereales como el
trigo, la cebada, avena, y hasta el arroz, utilizando ruedas de piedra movidas
por tracción animal. Los griegos fueron grandes panaderos e incorporaron el uso
del pan en sus fiestas religiosas. Se dice que contaron con más de 70
variedades de pan.
Panadero Egicio de la V Dinastía |
Ya en Roma se crearon los molinos hidráulicos para
elaborar la harina para la producción del pan, así como los hornos de calentamiento
directo. En el año 30 AC, Roma ya
contaba con más de 300 panaderías, y sus trabajadores formaron la primera Asociación
de Panaderos. La profesión era heredada
obligatoriamente de padres a hijos.
Durante la Edad Media, en el siglo XII, surgieron
los primeros gremios de artesanos; y con ellos, el gremio de los panaderos. La
producción y distribución del pan estaba regulada por el gobierno.
A fines del siglo XVIII, con los avances en las técnicas
agrícolas y molineras, aumenta la producción del trigo. Ya en el siglo XIX se utiliza el molino de
vapor para la confección de harina para la panificación.
Cuando llegaron los romanos a España, ya se conocía
el pan que había sido introducido por los celtas en el siglo III A.C. El pan era el alimento base de la dieta
cotidiana.
Los pobladores amasaban sus panes en el seno de
sus hogares y los llevaban hornear a los hornos públicos, adonde el panadero
les cobraba una tasa por ellos.
En el Perú, en épocas pre-colombinas, se preparaba
el pan, moliendo el maíz en un batan, mezclándolo luego con agua, y cocinándolo encima de piedras calientes. A este pan se le llamaba Tanta. También existía
un pan ceremonial, llamado Sanco. Además, se consumía el Aija, que era una
especie de pan líquido elaborado con maíz de jora. El trigo no era conocido por los antiguos
peruanos, y según los cronistas, la quinua, maíz y papa eran sus principales
alimentos.
Al llegar los españoles, introdujeron el cultivo
del trigo, ya que el pan era un alimento muy importante en la dieta de los
conquistadores. Se dice que el primer
pan de trigo en las colonias del Nuevo Mundo fue confeccionado por la cuñada de
Francisco Pizarro, Doña Inés Muñoz, allá por el anos 1535; alimento que cobraría
gran importancia para los pobladores del Perú y del resto de las colonias españolas.
El pan fue confeccionado en las casas antiguas,
tanto por las señoras de la casa como por sus sirvientas, y contaban con hornos
caseros para prepararlo. Una de las
tareas que se esperaba que toda mujer aprendiese, era la de hacer el pan
casero.
La herencia española del pan se ha extendido a
todas las regiones y comunidades del Perú, trayendo consigo no sólo recetas
diferentes, sino que también se le ha relacionado con aspectos religiosos y
ceremoniales.
En la época de la colonia se dieron una serie de
regulaciones para la producción, peso, precio y distribución del pan. Se
cobraban aranceles a los gremios productores del pan. Cada región producía un
tipo determinado de pan para el consumo local, o para intercambiarlo con otros
productos o venderlo en el mercado.
Abundaron las recetas familiares secretas que pasaron de generación en generación,
hasta el día de hoy.
Según Andrés Ugaz, investigador de gastronomía de la
Escuela Profesional de Turismo y Hotelería de la Universidad San Martín de
Porres, “El pan es un producto cultural,
tal vez el más mestizo del mundo, que tiene relación con creencias muy vinculadas
con el hecho de sanarse y de compartir”.
El Perú tiene un motivo muy especial para
enorgullecerse, pues Andrés Ugaz ha escrito un libro: “Panes del Perú: El
Encuentro del Maíz y del Trigo”, que ha sido premiado en Londres, por la Gourmand World Cookbook Award, como
el MEJOR LIBRO SOBRE PANES DEL MUNDO,
después de haber competido con 26,000 libros de cocina y de vinos. En este libro se ha hecho un recuento de la
historia de la panificación en doce regiones del país. Andrés dice que “El pan es el eslabón que
vincula la arqueología con la gastronomía…El pan no reemplaza una comida, sino
que la acompaña y la prolonga”.
En sus viajes por doce departamentos del Perú, ha
encontrado 120 clases de panes artesanales.
Dice que Oropesa en el Cusco, y Concepción en el Valle del Mantaro, se
disputan el título de la “Capital
Peruana del Pan”.
En Oropesa, sindicado como uno de los pueblos con
mayor cantidad de panaderías del mundo, he podido degustar y comprar uno
enormes panes chatos llamados “Chutas”, cocinados en hornos artesanales, y que acompañados
de su quesito cusqueño,¡lo transportan a uno a otra dimensión!
En Quispicanchis y Písac son famosos los hornos
artesanales, cuya base esta constituida por capa superpuestas de arena de río,
sal, vidrio roto (para retener el calor) y guano de cabra (como combustible). Están
coronados por una cubierta hecha con barro de arcilla mezclada con pelo humano
(que impide su agrietamiento) a la que se le ha incluido un barril conectado al
agua potable, y que tiene un caño por el cual sale agua caliente que sirve para
la preparación de los panes. El
combustible principal es la leña del eucalipto. (Carla Vargas, “Panes del
Cusco”).
El Perú tiene muchas variedades de pan como el pan
pachanga, pan de ajo y huacatay, rosca de zapallo loche y pan de aceituna. Hay panes con crema de lúcuma, pan de algarrobina,
de chirimoya, o aromatizado con hierbas nativas o con chocolate del Cusco. Hay
el pan chuta de Oropesa, el pan urca, el pan wawa, el tres puntas de Arequipa,
pan de Chupaca, bollitos de Huancayo, Pan de Huamanga, pan chapla de Huaraz, o
el pan de Moyobamba, hecho con harina de yuca, trigo y con masato como
levadura, y horneado con hojas de bijau.
En los viajes por la serranía, o a lo largo de las carreteras peruanas,
es posible degustar muchas de estas variedades que se venden ya sea al costado
de las cabinas de peaje, en las estaciones de los trenes, o en las panaderías
locales.
Según Andrés Ugaz, los panaderos del Ande suelen
decir que nosotros criamos al pan y el pan nos cría a nosotros…El pan siempre está
presente en todas las fiestas religiosas, en las celebraciones de los santos y
de los muertos, y también en los cortejos.”
Es interesante darse una vuelta por los diferentes
pueblos peruanos, y ser gratificados con tantas variedades de pan.
Concurso Nacional de Tanta Wawas |
Tanta Wawas |
Cada 1 de Noviembre, el Museo Nacional de Cultura,
organiza en Lima el “Concurso Nacional de Tanta Wawas” para el que vienen
panaderos artesanos de diferentes departamentos del Perú y exhiben Wawas de
formas caprichosísimas.
Cuenta Andrés Ugaz que durante su investigación
para escribir su libro, encontró en Junín, un pan en forma humana, que no era
una Wawa, y que se pasaba sobre un cuerpo enfermo para absorber el mal. Después,
se hacia una procesión y se enterraba al pan “contaminado”.
En Torata, Moquegua, es famoso el pan achatado de
Torata, que data desde la época colonial; también, la getona, el pan estrella,
etc. Muchas de las panificadoras son
artesanales, y el pan es horneado en hornos de barro.
Quiero terminar con una cita hecha por Pablo Solórzano
Torres en su artículo sobre el “Día de los Muertos en el Perú: Tanta Wawas”:
‘Me doy cuenta que el acto de comer
en el Perú andino es más que el simple hecho de llevarse una cuchara a la boca.
Comer en este país tiene una connotación mucho más amplia. Significa mamá,
hermanos, casa, historia, resistencia, identidad, mestizaje. La comida en el
Perú está muy ligada a lo espiritual, a lo abstracto. No se come sólo para
satisfacerse sino para trascender, para lograr comunión con otras personas. Así
las fiestas patronales están acompañadas de pantagruélicas comilonas, se
prepara la pachamanca bajo tierra porque implícitamente reconocemos el alimento
como una dádiva que nos ofrece la tierra y así hasta llegar al hecho de comer y
departir con nuestros muertos porque ellos siguen aquí y como parte de la familia
no les pueden faltar atenciones.”
A través de los siglos, el pan ha
sido la representación de divinidad, de vida, de testimonio mudo de los rumbos
que toma la humanidad para hacer más apetecibles las dádivas que nos entrega la naturaleza.
Lucy Newton de Valdivieso
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