ATAHUALPA
En un artículo de Virgilio Freddy Cabanillas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, éste nos cuenta:
En un penetrante artículo, Roberto Miró Quesada señaló la identificación de Montero con los proyectos criollos y liberales. Se reconoce la importancia de lo indígena, pero se le supera para construir el nuevo Perú a partir de la herencia hispana. Por eso pintó los funerales del inca. Un indígena magnífico, imponente, bien pintado, pero muerto. En palabras de Buntinx: “Los Funerales de Atahualpa son en realidad las fácticas aunque espléndidas exequias que cierta ideología criolla en consolidación otorga a lo que reconoce pero margina” 16.
|
La captura y muerte de Atahualpa Inca, hijo de Huayna Cápac y de una
princesa quiteña, marca un importante hito en la historia del Perú y del mundo,
“ya que los factores que contribuyeron a este hecho vienen a ser esencialmente
los mismos que determinaron el desenvolvimiento de enfrentamientos similares
entre colonizadores y nativos en el resto del mundo. La captura de Atahualpa nos abre una visión
amplia de la historia del mundo” (Jared Diamond: Armas, Gérmenes y Hierro,
1999). Nos preguntamos con mucha curiosidad y cierta incredulidad, cómo un
pequeño grupo de 180 hombres y 37 jinetes lograron vencer a un poderoso
ejercito de quizás más de 50,000 indios.
Los hechos presentados fríamente nos conducen a pensar quizás en una
inferioridad cultural del imperio incaico con respecto a los europeos o en una
equivocada sensación de superioridad racial de los conquistadores que deleitaría
a los racistas más recalcitrantes. Por
eso he querido presentar una diferente perspectiva de análisis de las causas de
esta inesperada y sorprendente “conquista” (¿fue realmente tal?).
En los anales de la historia, dos imperios casi paralelos: el azteca y el
incaico y las culturas que los precedieron y contribuyeron a la grandeza de estos,
lograron grandes avances agrícolas, tecnológicos y expansionistas. Se desarrollaron paralelamente a las culturas
antiguas del Asia y por los hallazgos arqueológicos que de ellos se tienen
podemos deducir que contaban con una estructura organizativa y socio-económica
bastante avanzada. A pesar de que
algunos autores sitúan la aparición del imperio incaico en los tiempos de Manco
Cápac (siglo XII aproximadamente), la mayor parte de los arqueólogos e
historiadores modernos como Kauffman Doig y Franklin Pease dicen que el imperio
incaico recién se formó después de la conquista por Pachacútec de los chancas
y de sus territorios (aproximadamente en 1430), lo cual limitaría su duración a aproximadamente
cien años de vida. La expansión militar
y territorial de los incas los llevó a establecer sus limites desde el sur de
la ahora Colombia, hasta la parte austral de Chile, de la costa hasta bien
adentrada la selva amazónica, y por el sureste hasta bordear las pampas
argentinas.
La decadencia del imperio no puede
atribuirse sólo a la superioridad tecnológica de los conquistadores o al miedo
a lo desconocido, de parte de los nativos, como quieren simplificar algunos
historiadores. Cuando los españoles, en
su afán por buscar nuevas rutas para el comercio directo de las especias con
las indias orientales y también de
conquistar nuevos territorios, llegan a las costas peruanas de Tumbes en 1528,
ya habían oído hablar anteriormente de la existencia del fabuloso “Birú”;
lleno de riquezas. Francisco Pizarro,
Diego de Almagro y el sacerdote Hernando de Luque se unieron como socios de la
conquista en una empresa en la que se compartirían inversión, riesgos y
ganancias después de descontar los pagos que se harían a los inversionistas y a la corona española. Con el fin de no encontrar obstáculos en el
desarrollo de su objetivo Francisco Pizarro gestionó y obtuvo el permiso
directo de la corona para la colonización.
A través de la famosa Capitulación de Toledo, obtuvo permiso para
conquistar las tierras de la denominada “Nueva Castilla”, bajo la condición
obligatoria de evangelizar a los nativos que habitaban esas tierras y se
estipuló el “Quinto Real”, por el cual los socios de la conquista darían la
quinta parte de todo lo encontrado a la corona real. Como justificación y prueba de su
descubrimiento en las anteriores expediciones que había hecho al Perú, Pizarro
llevo a tres indios que habían sido capturados por Bartolomé Ruiz en sus
incursiones por los ríos. Ellos llevaban
cerámicas, textiles y objetos de oro y plata que demostraban la riqueza de
aquellos parajes. Posteriormente, estos
indios les servirían de intérpretes, como muchos otros que fueron capturados después
y entrenados para dicho servicio.
Al llegar los españoles al Tahuantinsuyo, se encontraron con una sociedad
profundamente afectada por graves conflictos internos, consecuencia de la ya
decadente cohesión organizativa del imperio y empeorada por la muerte de su más
reciente monarca, Huayna Cápac y por la pugna por el gobierno de parte de sus
hijos Huáscar y Atahualpa. Huayna Cápac
no pudo controlar la sublevación de varias provincias de la región ecuatorial
del imperio, como tampoco pudo prever la pugna entre las parcialidades cusqueñas
de Hurin y Hanan Cusco (alto y bajo Cusco), problemas que se agudizaron después
de su muerte como consecuencia de su contagio con la viruela en 1529 (cuyo
germen había sido traído a nuestras costas por las primeras expediciones
españolas).
La política de los Quichuas, conquistadores de varias culturas florecientes
en la zona andina y costeña, consistió en la asimilación y utilización de
muchas de las manifestaciones culturales de esos pueblos. El ayllu, célula
social pre-incaica se transformó en la base del estado inca y sobre él se tejió
la red administrativa y tributaria, lográndose así la expansión y dominación de éste. Se conservaron los señores étnicos o curacas; pero por razones prácticas,
se estableció una estructura de poder vertical, la unidad de las lenguas y el
reconocimiento del poder absoluto del Inca.
Se destinaron parte de las tierras al Estado con el fin de mantener a
los miembros del gobierno y del clero. “Así,
el advenimiento de los incas significó para los grandes señores, una pérdida
de poder y de buena parte de sus riquezas: sus mejores tierras pasaron a poder
del Estado, con su gente local trabajando esos campos y el usufructo llenando
los depósitos gubernamentales” (Maria Rostowrowski: Historia del
Tahuantinsuyo). Por otro lado, la diversidad cultural de las naciones
conquistadas no propició un sentimiento de nacionalidad, y existía una
tremenda aspiración de aquellos pueblos por salir del dominio cusqueño. El sistema de “mitimaes”, por el cual se
desplazaba a poblaciones enteras a lugares desconocidos para cumplir las tareas
estatales no hizo sino aumentar el descontento entre los vasallos.
Al morir Huayna Cápac, el Tahuantinsuyo quedó dividido entre sus dos hijos:
Huáscar quedó al mando del imperio que se había constituido con el Cusco como
centro, antes de la conquista de Quito, y Atahualpa, quedó al mando del
imperio de Quito; como legítimo heredero que era, por ser hijo de la princesa
heredera de dicho reino, Túpac Paclla.
Después de un período de paz, las intrigas causadas por allegados a
ambos gobernantes, hicieron surgir la envidia
y competencia entre los hermanos por el gobierno de todo el
Tahuantinsuyo. Así, se inició una
cruenta guerra civil de la cual salió triunfante Atahualpa. Éste ordenó el asesinato de todos los
miembros de la familia de Huáscar y apresó a su hermano en Cajamarca. Los españoles
no pudieron encontrar mejor situación para llevar a cabo su empresa y así fue
como desembarcaron en Tumbes y avanzaron por la costa, conquistando pueblos y cometiendo
toda clase de atrocidades contra los naturales. Atahualpa, ocupado en
solucionar los conflictos internos, no prestó mucha importancia al peligro de
la invasión española; fuera de que sus espías le informaban del escaso número
de las tropas de Pizarro. Por otro lado,
Pizarro y sus huestes lograron granjearse la alianza de muchos curacas, los
cuales se unieron a los españoles ilusoriamente; pensando que así podrían
librarse del yugo Inca. Fue recién cuando
Atahualpa venció a Huáscar y se retiró a descansar a los baños termales de Qonqo, en Cajamarca,
que recién acordó entrevistarse con Pizarro y mandó a un espía con el fin de
averiguar el número y costumbres de
estos españoles. Este le aseguro de que “sólo
eran unos ladrones barbudos salidos de unas casas flotantes en el mar” y que “venían
montados en unos carneros (caballos) tan grandes como los del Collao” y que no
eran hombres de guerra y que con solo doscientos hombres los matarían a todos ellos. El 24 de Septiembre de 1532, Pizarro se dirigió
hacia Cajamarca con su pequeño ejército, con el fin de tenderle una emboscada
al Inca. Un curaca les dijo que
Atahualpa los estaba esperando con 50,000 indios; sin embargo venciendo el
terror, valerosamente avanzaron. Y así,
después de mandar por adelantado al Padre Valverde quien en nombre de Dios le pidió
al Inca se sometiera a la corona española, causando la indignación del Inca,
quien botó la Biblia al suelo en señal de desdén, Pizarro ordenó el
ataque. Y así, al grito de “Santiago” las
fuerzas españolas, junto con su caballería
y mastines sanguinarios, arremetieron contra los indios, apresando a
Atahualpa y produciéndose una de las más grandes matanzas de todos los
tiempos. Al enterarse de la caída del
Inca, muchos de los seguidores del recién vencido Huáscar, se acercaron para
ofrecer sus servicios a los conquistadores.
Con el fin de congraciarse con los españoles y lograr su libertad, Atahualpa
ofreció dos cuartos de plata y uno de oro, hasta donde llegara la altura de su
mano; del cual se dice fue el rescate pagado más alto en la historia de la
humanidad. Al enterarse los españoles de
que estaban en camino ejércitos liberadores, Pizarro ordenó la ejecución de Atahualpa,
la cual se produjo por la pena del garrote (estrangulamiento), el 26 de julio
de 1533. Desde su cautiverio Atahualpa
mandó matar a su hermano Huáscar, con el fin de que no se apropiase del
Imperio. Pizarro utilizó esta situación para acusarlo de fratricidio, así como
de traición y de idolatría y condenarlo a muerte. Irónicamente, Atahualpa se
bautizó antes de morir. La noticia de
su muerte dispersó a los ejércitos incas, lo cual facilitó la conquista del
imperio y la ocupación del Cusco por los españoles en noviembre de 1533, sin
ofrecer los naturales, apenas algo de resistencia.
Pero fuera de los conflictos
internos que facilitaron la conquista, ¿cómo fue que un ejército tan pequeño
pudo enfrentarse y vencer a las enormes tropas de Atahualpa? La superioridad de las armas de los españoles:
espadas y dagas afiladas, arcabuces, armaduras y sombreros de hierro, los
protegieron de las incipientes cachiporras, boleadoras, garrotes, macanas y
arcos y flechas de los indios. La
terrible embestida de los caballos y la superioridad de la lucha sobre ellos, así
como el uso de perros feroces, fueron factores adicionales en la superioridad
del ataque.
Por otro lado, las epidemias anteriormente traídas desde Europa, fueron
diezmando buena parte de las poblaciones indígenas. Al morir Huayna Cápac con
la viruela, el imperio quedo desunificado; situación que fue favorable a la
invasión española.
La falta de información del Inca sobre la superioridad tecnológica y
militar de los españoles, así como su desconocimiento de las intenciones colonialistas de aquellos
y de sus recientes conquistas en Méjico y el Caribe, también fueron factores decisivos
para la derrota. Según María Rostowrowski, “No fue un puñado de hispanos
quienes doblegaron al Inca, sino los propios andinos descontentos con la
situación imperante, quienes creyeron encontrar una situación favorable para
recobrar su libertad”.
La conquista trajo la destrucción no sólo del imperio pero también de su
pureza cultural. Se creó un sincretismo
en las costumbres y en la religión, pero también se inició un proceso de
sujeción a las órdenes que venían desde la corona y que privaban de la
libertad de decisión a los mismos conquistadores. ¡Qué contradicción!
Lucia Newton de Valdivieso
No hay comentarios.:
Publicar un comentario