En aquellas épocas absolutistas, cuando los reyes demandaban de sus súbditos lo que le daba la gana, para satisfacer sus extravagancias, surgió en España, alrededor del siglo XIV, en el Reino de Aragón, un increible impuesto al maridaje que servía para pagar los extravagantes matrimonios de los reyes y de sus hijas. Por ejemplo, Jaime II lo percibió al casarse sus dos hijas, así como cuando él se casó con María de Orleans en 1315. Este cobro de impuesto se extendió por todos los reinos de España para ser pagados por los "plebeyos", y eran generalmente las Cortes los que los concedían. El pago se hacía a plazos, generalmente cada cuatro meses, hasta que se cubriese el costo del matrimonio. Hubo reyes que se casaron varias veces, como Pedro IV, quien contrajo nupcias cuatro veces, y que además tuvo varias hijas , y que disfrutaron de este impuesto en demasía.
Cuando Felipe IV se casó con Mariana de Austria allá por el año 1608,después de enviudar de Isabel de Borbón, incurrió en gastos fabulosos para traer a la reina desde Alemania, mandándole joyas costosísimas a cada puerto donde ella ponía pie. Dicen que las celebraciones fueron fastuosísimas, y que en las doce fiestas que se hicieron para esa ocasión, hubo corridas de toros, representaciones de comedias,máscaras, y abundante comida.
Existe una carta que el rey dirigió al concejo y regidores de la Villa de Madrid, en la que pide ayuda económica para su boda: "La conveniencia pública y el amor que tengo a mis vasallos, me ha obligado a tratar del segundo matrimonio que tengo concertado con mi sobrina. Y aunque yo he deseado excusar siempre todo género de gastos y no agravar a mis reynos...siendo preciso traer a mi sobrina desde los confines de Alemania, con la decencia y autoridad correpondiente a mi persona y la suya, también lo es que me sirvais para estos gastos como lo han hecho estos reynos y tienen la obligación de hacerlo en tales ocasiones."
El ayuntamiento de Madrid mandaba a un tesorero para que se hiciera cargo del chapín de la reina. Se mandaba a un notario que entregaba el pedido al alcalde del pueblo o en su defecto, al cura o a un escribano, para que se cobrara entre los campesinos y mercaderes.
Muchas veces este impuesto no pudo ser pagado en su totalidad, debido a la tremenda carga económica que éste representaba, además de que los pueblos se encontraban en gran pobreza y no podían cumplir con los excesivos impuestos que se les cobraban, y cuyo pago demoraba hay veces años por la falta de posibilidades para hacerlo.
Con el tiempo, este impuesto fue suprimido.
En las colonias de América, una de las ceremonias más celebradas era el matrimonio del rey de España. Cuando llegaban las noticias de España, de que el rey se había casado, se celebraba la ocasión con gran alegría. Las campanas de la ciudad repicaban incesantemente y habían fuegos artificiales, corridas de toros y un Te Deum en la Catedral. Era reglamento que las colonias presentaron un valioso regalo a la nueva reina. Así, el virrey reunía en su palacio a las autoridades civiles y religiosas y a los pudientes y potentados y se hacía una colecta. El virrey iniciaba su contribución con un mes de su sueldo, y luego le seguían los funcionarios públicos, eclesiásticos y civiles. La nobleza también contribuía con fuertes sumas y los mitayos y mineros con sumas menores. Se dice que para el matrimonio del rey Carlos II en 1665, ser reunió un millón de pesos que se enviaron en forma de barras de plata y de oro. A otras reinas se les enviaron joyas valiosísimas. Entre las colonias había competencia sobre cuál de ellas mandaba de mejor regalo, y se dice que ninguna de las colonias de América fue más fastuosa que el virreynato del Perú.
Cuando estaba listo el Chapín, se exhibía en la secretaría virreynal y allí los donantes firmaban pergaminos que luego serían entregados en Madrid por una comisión especialmente designada por el virrey, a nombre de los vasallos del rey en "las Indias".
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